Aquella ballena antártica se enamoró del hidroavión que llevaba y
traía cartas y alimentos a los científicos de base Esperanza. El hidroavión no dijo nada, pero a su manera también la amaba. Andrew Schultz, el piloto, dijo que no lo sabía, pero tras el accidente, ya en el hospital, horas después de que un helicóptero lo rescatara de entre los pingüinos, jura que vio a los amantes danzar felices junto al iceberg.
12 comentarios:
¿Y quién era él para inmiscuirse? ;)
Un poema de encuentro ecológico! Que bueno Enrique!
El amor se abre camino, ¿no?
Pa habennos matao. (Diría el piloto).
Un saludín.
Eso le pasa por meterse en el medio.
Me parece que la ballena era un poco miope, Con tantos contaminantes en los mares.
Ahora, me pregunto ¿ que podría nacer de esa unión? ¿un alíscafo? o ¿motos de agua?
Abrazos clonados
Se te saluda, hermano... y gracias por tu visita y tus palabras.
Un abrazote.
Fernando: Quizá el piloto deseaba un trío.
Diego: Amor invernal.
Leo: El amor siempre triunfa (decían en el Medio Evo). Por cierto, tengo la sospecha de que te he dado clase alguna vez . ¿Es así? Dame una pista...
Arcángel: El piloto quería meterse en medio. Pura envidia.
Ave Fénix: Una moto acuática que muta al crecer en alíscafo, o en wansinfeo.
Luis Felipe:
Que bueno verte por aquí. Esta misma mañana estuve en Béjar, y me acordé de tu imprenta y tus libros.
Abrazos
Genial Enrique!!!!!!
Clap clap.. me encanto.
Gracias por tu visita, espero alguna vez ser tan descriptiva como una imagen.
Saludos
Confusa situación, se me puso la piel de gallina al leer tan emotivo e irreal amor.
Me encantó. Pocas líneas llenas de simpleza e intensidad. Felicitaciones Enrique.
Un gran abrazo,
Ave Fénix: Gracias, gracias...
20 Kg: Ya lo eres. Tienes un blog estupendo.
Federico: El iceberg está en tu planeta, cerca del Perito Moreno.
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