lunes, 27 de febrero de 2012

La realidad transustanciada 2


Eso es algo que tarde o temprano debe aprender todo escritor. Que la diferencia entre una historia real y una imaginada no es tan grande. Que la verdadera diferencia, inmensa y casi insalvable, es la que hay entre la vida real y la literaria. El hecho de que nuestros personajes en una historia que escribimos tengan una base real o la tengan fantaseada no cambia nada. No les hace a unos más verídicos y a otros menos. No tienen más consistencia unos que otros por el hecho de su origen distinto. Lo único que les hace reales (literariamente) será el modo en que los tratemos, lo que les hagamos decir o hacer, la carne verbal con la que diseñemos sus músculos.
A la hora de escribir un relato con base real, pues, debemos estar atentos para, con el fin precisamente de ser fieles a esa realidad, transformar parte de la historia. El salto es demasiado grande. De una historia "real" debemos quedarnos con la esencia, el sabor, la sensación, los motivos..., y a partir de ahí reconstruir con nuevas anécdotas y situaciones lo que pasó en la realidad. Los personajes de un relato se definen a través de lo que dicen y lo que hacen, y a los personajes reales tendremos que "inventarles" algunas anécdotas que los definan en su verdadero ser dentro de un relato, aunque esas anécdotas nunca les hayan sucedido literalmente en la realidad. Lo que importa es que definan su esencia con exactitud, no que eso les haya sucedido verdaderamente.
Los directores de cine lo saben bien. El lenguaje visual del cine no es el mismo que el de la novela, y cuando una novela se lleva al cine es necesario cambiar algunas cosas. A veces muchas. Las mejores adaptaciones del cine se han hecho separándose considerablemente de su origen. Apocalipsisnow de Coppola es una magnífica traducción al cine de El corazón de las tinieblas de Conrad, aunque la película transcurra cien años después y en otro continente. Blow up es una película genial que parte del relato de Cortázar Las babas del diablo, aunque Antonioni cambie París por Londres y pederastia por asesinatos.

viernes, 24 de febrero de 2012

La realidad transustanciada 1


Lo de la realidad transustanciada no es una receta alquimista ni un abracadabra con truco. Es algo simple y complejo al mismo tiempo. Me explico: los escritores parten muchas veces de la propia realidad. Algunos incluso parece que utilizan la realidad pura y simple, sin mayores cambios, para contar sus historias. En ocasiones son historias autobiográficas. Eso no es que sea algunas veces así, yo más bien diría que siempre es así. Aunque escriban de hormigas mutantes o emperadores romanos. Todo está dentro del escritor, y que la historia que cuenta se parezca más o menos a su realidad cotidiana sólo depende de lo mucho que haya "transustanciado" esa realidad. Cuando Kafka escribió La metamorfosis, en la que Gregorio Samsa se transforma en una cucaracha, no estaba contando un relato de ciencia-ficción, sino una forma que él tenía de ver la vida. A veces la vida es tan dura que nos sentimos gusanos, o burros de carga, o cucarachas. Pues bien, Kafka hace que Gregorio Samsa no se sienta como una cucaracha, sino que directamente lo transforma en cucaracha (o en "monstruoso insecto", para ser exactos). La metáfora completa, la transformación total. Y como ese ejemplo, encontraremos miles. Si conociéramos a fondo el consciente y el inconsciente de todos los escritores, descubriríamos que todo son símbolos, metáforas de vivencias y visiones su propia mente. Pero no lo conocemos (ni es necesario tampoco). Ni siquiera el propio escritor sabe muchas veces por qué está utilizando un personaje, un conflicto o un objeto. Los usa porque intuitivamente sabe que debe usarlos, sin saber muchas veces de dónde nacen, ni qué significado exacto tienen en su propia vida. Y si hablamos de poetas, ya ni te cuento. Pero veamos cómo funciona ese proceso.
            A la hora de escribir una historia, pongamos que real, y puede que hasta autobiográfica, no conviene hacerlo de manera literal. No es posible. No existen traducciones literales de la realidad a la escritura. En el proceso de traducción, para ser fieles a la realidad, necesitamos cambiar algunas cosas, porque los lenguajes son diferentes. Incluso entre lenguajes naturales, como es el caso del español y el inglés, no es posible hacer traducciones literales, palabra por palabra, sin traicionar al sentido del texto. Los ordenadores por ahora, debido a eso, siguen siendo traductores torpes. Una traducción literal del encabezamiento de una carta comercial que diga "Muy señor mío", en inglés sería "Very mister mine", lo cual no tiene ningún sentido. Para que "Muy señor mío" esté correctamente traducido es necesario hacer algunos cambios, olvidarse de la literalidad de palabra tras palabra, y escribir "Dear sir". Y eso en la traducción entre dos lenguas escritas de un mismo origen indoeuropeo. Si la traducción se tiene que hacer de una realidad vivida, que no es sintáctica sino física, emocional y multiforme, a una lengua natural, con su vocabulario y sus normas gramaticales estrictas, la transformación que se exige es mucho mayor (si lo que queremos es, justamente, ser fieles a esa auténtica realidad). 

jueves, 23 de febrero de 2012

Ve a la caza de argumentos


PONTE A ESCRIBIR. Haz un viaje insólito sin salir de tu ciudad. Tu equipaje será un bolígrafo y un pequeño cuaderno para tomar notas. Con espíritu aventurero y visión de turista sube a un autobús que te lleve a un barrio en el que nunca has estado antes. Ve tomando apuntes de las personas que van subiendo y bajando de autobús. Imagina sus vidas ocultas. Busca y retrata con frases mínimas los pequeños rasgos que te llamen la atención, aunque no sepas muy bien porqué. ¿Dónde pasa sus vacaciones el conductor? ¿Podría alguna pasajera haber sido su amante? ¿Se ha escapado de casa uno de los hijos de ese hombre de la chaqueta gris? ¿Qué hay en el bolso de aquella mujer? ¿Se ha peleado con su novio esa chica? Ve a la caza de argumentos.

martes, 21 de febrero de 2012

Suelta ese bolígrafo de tu mano

Cuando tengas ganas de escribir, de contar algo, de protestar, de decirle algo a alguien, contente.
Cuenta hasta diez, respira profundamente, levántate de la silla, ve al salón, húndete en el sofá y enciende la tele.
No te dejes vencer por la tentación. Haz un esfuerzo para no pensar.
De lo contrario es posible que caigas, como tantos otros, en una espiral de autoconciencia destructiva, y tal vez  descubras que tu vida es tan absurda como la de todos los demás. Sabrás que todos te mienten. Todos: tu madre, el gobierno, tus hijos, tu novia, y hasta tú mismo. Deja que la tele te acune, interésate por Gran Hermano, hazte seguidor un un equipo de fútbol, de un partido político, de una serie de televisión. Vete de putas, por dios, pero suelta de una vez ese bolígrafo que tiembla en tu mano. Y tenle miedo, mucho miedo. 

lunes, 20 de febrero de 2012

El primer resplandor


Las historias que se pueden contar, que se pueden escribir, son infinitas. Hay más que granos de arena en el desierto, o gotas de agua en un océano. Pero aunque sean infinitas, cuando un escritor se sienta a escribir, se centra en una sola, en una única historia que, tal vez, represente a muchas otras, y al escritor mismo, y a muchos de sus lectores. Pero la pregunta que se le hace una y otra vez a distintos autores es: ¿Cómo hace para, de ese posible infinito de historias, escoger una sola? ¿Y por qué ésa precisamente, y no otra? ¿Qué sistema utiliza para saber que la historia concreta que se dispone a escribir es la más adecuada?

      Son muchos los escritores que ante estas preguntas contestan de una forma que parece un poco misteriosa, y que a algunos les parece que en realidad encierra una clave que no quieren desvelar. Algo así como un truco del oficio que no quieren compartir con los demás. García Márquez, Cortázar, Sampedro y un largo etcétera terminan diciendo que ellos no escogen las historias que se disponen a escribir, sino que son las propias historias las que los escogen a ellos. Y esto, dicho así, parece casi como de magia. ¿Tienen acaso esos escritores una facultad extrasensorial para descubrir la bondad de un argumento de la que carecen el resto de los mortales? Yo creo que no. Sí creo que tienen esa facultad, un poco intuitiva, para detectar qué historia es la buena (o, al menos, suficientemente buena), pero también creo que esa habilidad la tienen todos, o casi todos los humanos. Otra cosa distinta es que esté más o menos desarrollada. Y los buenos escritores la tienen muy desarrollada. Es una de sus características.

      Las historias que merecen ser escritas no son las mismas para todos, y ahí radica una de las claves de todo ello. Una buena historia para un escritor no necesariamente es buena para otro. Cada uno debe encontrar las que mejor le vengan, que más se acerquen a su modo de interpretar el mundo, y que resuenen en su interior con una fuerza desconocida. A eso se refieren con que "son escogidos por la historia". De algún modo que ni ellos mismos saben expresar, la historia aparece ante el escritor como un moscardón que no desaparece, que insiste en estar ahí, dando vueltas dentro de su cabeza, hasta que el escritor se decide a darle forma a través de las palabras. Neruda decía: "Mis criaturas nacen de un largo rechazo", porque finalmente hay que sacárselas de encima a través de un minucioso conjuro que tiene forma de escritura. Los personajes llaman a la puerta, marean, van tomando forma y terminan exigiendo del autor que se les dé vida. Piden nacer, y el escritor no tiene más remedio que ceder a sus demandas. Visto así, el escritor es en realidad una especie de intermediario, de catalizador, para unos seres fantasmales que habitan en su cerebro y exigen su carta de ciudadanía. "Escribo porque no me queda más remedio", vienen a decir algunos, y son los que reconocen que, de algún modo, la historia se cuenta desde dentro, se la cuentan los propios personajes, se escribe sola.

¿Qué mérito tiene entonces el escritor? ¿En qué consiste su trabajo? ¿Cómo decir que es en realidad un artista, cuando las historias le buscan a él y luego se cuentan solas? Ése es el último peldaño. Miguel Ángel no bromeaba cuando decía que en sus esculturas él sólo tenía que quitar lo que le sobraba al bloque de mármol. La escultura estaba ya dentro, y su trabajo consistía en ponerla al descubierto para que todos vieran lo que él ya había visto de antemano. El mérito consiste en saber qué es lo que sobra de una pieza de mármol para convertirla en Moisés o en David. Se precisa una sensibilidad especial, que se va creando con el tiempo, y una técnica muy depurada para quitar todo lo que sobra, pero sólo lo que sobra. Con la escritura para lo mismo: es preciso tener un oído muy fino para escuchar lo que el personaje quiere decir, qué historia quiere contar, y cómo la quiere contar. Lo dice no con palabras, sino con imágenes, estados de ánimo, intuiciones y sensaciones. Y es preciso tener una gran sensibilidad y pericia técnica para traducir ese mundo inmaterial a la sucesión de palabras que constituyen una historia.

“¿Cabría imaginar un videocasete miniaturizado, sin botones de mando ni consumo de energía; que comenzara a funcionar automáticamente en cuanto se le mirara, que parara de funcionar en cuanto se le dejara de mirar, que pudiera avanzar o retroceder deprisa o despacio con nuestra sola voluntad, a saltos o con repeticiones, a placer del usuario?”. Esa es la definición que Isaac Asimov da del libro. Un aparato, todavía, altamente sofisticado y con mayores prestaciones y facilidades de uso que cualquier ordenador. Y algo parecido podemos decir del bloc de notas.

Son muchos —incontables, tal vez la mayoría— los autores y autoras que llevan en algún bolsillo del pantalón un diminuto cuaderno: un bloc de notas. Es el pequeño ordenador personal del que siempre habla y siempre muestra José Luis Sampedro. En él se escriben pequeños relámpagos, ideas repentinas que, tal como vienen, se suelen ir. Una buena idea es demasiado valiosa para permitirnos olvidarla. Hay que retratarla, sujetarla con los hilos de las palabras para que pueda ser después recuperada. Una veces es un gesto, una forma de vestir, una voz de timbre inconfundible, el perfil de una nariz, un olor. En el bolsillo de Antonio Machado, al momento de morir en Colliure, encontraron un pequeño papel: el inicio —o el esqueleto— de un poema que hablaba de las tardes azules y del sol de la infancia.

Poco después de recibir el Premio Nobel de literatura, Kenzaburo Oé sorprendía a todos con unas declaraciones públicas en las que reconocía que desde hacía muchos años que no tenía nuevas ideas, que desde hacía ya bastantes años que la inspiración se le había terminado, pero que afortunadamente había atesorado una buena cantidad de ideas en un cuaderno —una especie de almacén de personajes y argumentos, acumulados de otros tiempos—, escrito en los momentos en que su imaginación era más fértil.

Paul Auster cuenta una y otra vez, siempre que le dan la oportunidad, cómo se hizo escritor el día que, ante el héroe del béisbol de su infancia que no pudo firmarle un autógrafo por no tener bolígrafo, decidió llevar siempre encima un lápiz, estuviera donde estuviera. Puede que al final se convierta en una comprobación rutinaria de lo esencial; antes de salir de casa: llaves, cartera, lápiz y cuaderno.

Los versos del capitán, uno de los mejores poemarios de Neruda, fue escrito en servilletas de bares, en momentos y papeles sueltos durante uno de sus viajes. Cualquier lugar, cualquier momento, cualquier papel nos sirve para fijar una idea. El escritor es escritor las veinticuatro horas del día, aunque tenga que vender su fuerza de trabajo a otros y se disfrace de contable, taxista o farmacéutico unas cuantas horas al día. El escritor lo es a tiempo completo, haga lo que haga; igual que el enamorado está enamorado todo el día, incluso cuando no está junto a su amada; aun cuando esté picando carbón en el fondo de una mina.


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 Más en "Escribir. Manual de técnicas narrativas", de Enrique Páez. Ed. SM, Madrid, 5º edición.

sábado, 18 de febrero de 2012

La cueva del escritor

El sueño de todo aquel que se plantea escribir es hacerlo en una casa grande con una hermosa vista sobre el mar batiendo sus olas a través de grandes ventanales, un perro muy peludo dormitando junto a una chimenea en el salón, una piscina en el jardín trasero y un par de caballos en la cuadra para dar paseos por el bosque circundante. Eso sería estupendo, qué duda cabe. Son las condiciones ideales para escribir, desde luego, pero también para pintar, o componer música. O para vivir, simplemente. Yo también lo quiero.

Pero hablamos de escribir, no de soñar despiertos. En una casa así imagino que se debe vivir muy bien pero, puedes creerme, no se escribe mejor. Y hasta es muy probable que, llegados a ese punto, nos digamos: "Ya está. Tengo la casa. Ya no quiero escribir. Ahora, a vivir". Y es más que comprensible. Quien espere tener esas condiciones mínimas antes de sentarse a escribir, en realidad no quiere escribir en absoluto. En la historia de la literatura, en las biografías de los escritores, encontraremos muy pocos autores que hayan trabajado o trabajen en esas condiciones.

Ahora bien, como dice el dicho: "Una cosa es una cosa, y otra es otra". Lo cual es aplicable a casi todo en esta vida. Y si hablamos de condiciones previas a la escritura, del lugar desde donde se escribe, hay que reconocer que hay lugares adecuados y los hay inadecuados. Muy bien. ¿Y cuál es el lugar adecuado, si puede saberse? Pues la verdad es que hay miles, casi infinitos, y cada cual tiene que buscar el suyo propio. Básicamente podría decir que el espacio físico adecuado para la escritura es el mismo que el espacio adecuado para estudiar. Tal vez de entre los mejores está el de una mesa ordenada, con algunos libros de consulta a mano (diccionario, libros de estilo, nuestro autor preferido...), un cuaderno agradable, una pluma o bolígrafo que escriba bien, a veces un ordenador, temperatura agradable (ni frío, ni calor), un foco de luz a la izquierda (o a la derecha para los zurdos), sin gente alrededor que nos distraiga y, por supuesto, sin un televisor encendido tratando de atrapar nuestra atención. Son los consejos que le daríamos a cualquier estudiante que quisiera mejorar sus hábitos de estudio. Y son lo que yo doy para mejorar las condiciones previas para la escritura. Siendo razonables, habrá que reconocer que este lugar es bastante más fácil de conseguir el primero, el de la casa junto al mar. Y no es peor en ningún aspecto relacionado con la creatividad o la posible calidad de lo que vayamos a escribir. Al contrario: es más real, más nuestro, más de verdad.

Hay ocasiones en las que ni tan siquiera podemos encontrar un lugar tranquilo en nuestra propia casa. Para esos casos hay que ser tan cabezotas como imaginativos. Existen bibliotecas, bancos en los parques, salas de espera en estaciones de trenes, autobuses y aeropuertos... Hasta los hospitales, iglesias y tanatorios, si llega el caso, pueden llegar a ser en algún instante lugares apropiados. Tendremos que buscar nuestro propio rincón.

Uno de mis alumnos vivía con sus padres en una casa muy pequeña. La madre y la abuela tenían encendida la televisión todo el día, y no tenía una habitación propia (dormía en el salón, en una cama sale del interior del sofá familiar). No había lugar en donde concentrarse. Finalmente se encerró en el cuarto de baño, puso unos cojines sobre la bañera, y se sentó en su interior, a salvo de todos, para poder escribir. Tal vez no sea el lugar ideal, pero si a él le servía para escribir, puede empezar a serlo. Me contaron también el caso de una mujer a la que su marido y sus hijos tomaban el pelo cada vez que se ponía a escribir: "¿Qué haces? ¿Por qué no dejas de escribir bobadas y perder el tiempo? ¿Qué vamos a cenar hoy? ¿Qué crees, que te van a dar el Premio Nobel?" Ella sabía que nunca iba a conseguir que respetaran su necesidad de escribir, así que buscó un lugar a salvo de las agresiones, fuera de la casa: se sentaba en una cafetería, y a veces en el interior de su propio coche, y escribía... Luego compraba rápidamente algo para cenar y al regresar a su casa decía que había tardado mucho porque las colas en el mercado ese día eran horrorosas. También vale.

En realidad, el lugar desde donde se escribe, una vez que estamos en el proceso, sólo está presente en las primeras líneas. Una vez que entramos en el mundo de la escritura, dejamos de estar ante esa mesa, o bajo ese árbol, o en el interior de la cafetería que nos acoge, y nos trasladamos al mundo en el que sucede la historia que estamos contando. Hay un momento, que muchos autores definen como "mágico", en el que las paredes que nos rodean desaparecen y nos vemos embarcados en un galeón pirata, en un bosque impenetrable, o suspendidos en el aire por un paracaídas.

Hay un espacio real, lógico, en el que vivimos. Es un mundo visible y objetivo, palpable, común, en el que nos movemos con cierta soltura. Pero también existe otro espacio, el de los sueños, que parece igualmente verdadero, al menos cuando estamos inmersos en él, pero que no podemos controlar. Ese espacio de los sueños, al que nos vemos arrastrados cada noche, funciona con la lógica que se nos escapa, es irreal, y habitualmente nos parece absurdo. Está ahí, sin duda, y aunque lo fabriquemos nosotros mismos, desde el inconsciente, apenas podemos entenderlo. Es otro mundo. Pero hay un tercer espacio que no es ni uno ni otro. O, mejor dicho, que es un poco uno y un poco otro. Es un lugar fronterizo entre la realidad y el sueño, un lugar intermedio, que el psiquiatra D. W. Winnicott llama "espacio transicional".

¿Y a qué viene esto? Pues a mucho, porque es justamente en ese lugar intermedio, transitorio entre la realidad tangible y el sueño impalpable en donde se sitúa la creación literaria. Ángel Zapata diría que es como el cuarto de juegos del escritor. El escritor, en el momento de la escritura, debe comportarse como un niño cuando juega: un zapato alzado sobre la mano y planeando es una nave espacial que viaja rumbo a Urano, la cama es un barco velero que va a la deriva tras un accidente... Si el niño no cree que las cosas sean así, se acabó el juego, dejará de ser divertido remar con la escoba al borde de la cama. Si el escritor no se sumerge, no se cree, no vive la historia que está escribiendo, deja de ser divertido, deja de ser creativo, deja de ser escritor. Puede fingir, muchos lo hacen, pero va a tener que hacerlo muy muy bien para engañar al lector. En todo caso a él mismo no se podrá engañar, así que dejará de jugar, dejará de escribir, muy pronto.

Escribir en ese "espacio transicional" no es sinónimo de estar loco (o todos los niños lo están). El niño, navegando en el barco-cama, sabe descender de él cuando su madre le llama para que se tome la merienda. Es un barco o es una cama, depende de si está jugando o está merendando. Ahí no hay esquizofrenia, sino desarrollo de la imaginación. Es el mismo mecanismo que usa el escritor cuando nos describe una trinchera asediada como si estuviera allí. Y es que está allí.
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Enrique Páez. Escribir. Manual de técnicas narrativas. Ed. SM, Madrid, 2001-2012 (5ª edición)

jueves, 16 de febrero de 2012

Otro artículo publicado en India sobre cuentacuentos

Let me Tell you a Story

Lisette Wouters and Will Stinson are mesmerized by the story telling workshops anchored by Geeta Ramanujam of Kathalaya and Spanish story tellers Enrique Páez and Beatriz Montero, founders of the International Storytelling Network, who believe that storytelling is an imaginative medium that can be seamlessly integrated into the classroom to make learning joyful and meaningful for both the teacher and the taught.
By Ameli Ziegler - Nijmegen, Netherlands.
Will Stinson - Cambridge, England.

Geeta Ramanujam
A teacher standing by the blackboard points her stick at the board. ‘Alexander the Great – ancient Greek king’, it says. With a high pitched voice she dictates: “Alexander the Great – ancient Greek king”. The children chorus: “Alexander the Great – ancient Greek king”. That’s all they learn about Alexander the Great. There are no stories, no pictures. There is no experience or empathy.
But there’s hope for the future. Geeta Ramanujam, a former history teacher from Bengaluru, wants to make a change. She introduces story telling in Indian schools. Instead of reciting the name of Alexander the Great, she tells amazing stories about him.
Teaching through Stories
“I was a teacher myself, I taught history. But I found the lessons were boring, and I noticed the children weren’t interested and motivated. There was a huge gap between the teachers and the children. So I started telling them stories. I asked the children: ‘What if you were a Greek king today? What would you do? Where would you go?’ Then I told them: ‘You know who this king was? He was Alexander the Great.’ That way, the children could empathize with the king, get to know him and become fascinated by him. That’s how I made learning fun and interesting.”

Beatriz Montero the storyteller

Geeta Ramanujam gives the workshop
Geeta became a popular teacher, but the school management wasn’t very happy with her way of teaching. “One day I got a call from the director, he told me I had to work as a librarian from that moment on.” But she didn’t give up. “In the library, I noticed how children brought back books without even reading them. So I started to read the stories for the kids, because I loved reading myself. After a few pages, the children were really into the book, and didn’t want me to stop. But I did stop, and told the children, ‘If you want to know how the story goes, rent the book and read it.’ That’s how I started to stimulate reading.”
One day, one of the parents suggested to Geeta about the possibility of her doing storytelling workshops.
“I had been in education for 27 years then, and found this an interesting idea. With three others, I set up an organization called Kathalaya and started experimenting with storytelling. At first, schools were not interested. They were already overburdened with the curriculum and story telling didn’t figure in the exams. So I took a chance and said, “We will work for free for three months. After that, you decide if you want to take us on or not.” It was very difficult to open the teachers to a whole new way of teaching. But it’s amazing how some schools did believe in us eventually. We trained those teachers first, and they told the others about their experience.”
Currently, Geeta has trained over 50,000 teachers. But she didn’t do it alone. “Finance also played a large part. I got help from the Ashoka fellowship 2000 and the Indian Foundation for the Arts. They helped make Kathalaya possible.” Now Geeta travels around the world, to train teachers and set up academies for storytelling.
A Slice of Life
One of the schools that has supported Geeta’s storytelling vision is the Mahatma Montessori School in Madurai. Geeta has brought Kathalaya to this school in the past, but today, she is joined by Spanish story tellers Enrique Páez and Beatriz Montero, founders of the International Storytellers Network. Their collaboration with the Kathalaya Trust is enabling their shared objective of establishing storytelling as an effective educational and cultural tool in all spheres of education.
Geeta, Beatriz and Enrique found each other on the Internet. Two years ago, Enrique and Beatriz founded a storytelling network, to connect storytellers from all over the world. At this moment, the network has 920 story tellers. They are not just story tellers, but also writers, illustrators, researchers, and other allied professionals. The network also organizes festivals, to spread information and meet each other. In 2010, at a festival in Brazil, they met Geeta, who was the first story teller to come all the way from India. They clicked immediately. Enrique and Beatriz are in India for the first time, to join Geeta in her storytelling workshops.
The storytelling trio, through a series of imaginative workshops, showed teachers how to use story telling as a teaching tool to teach all subjects and thereby make it more enlivening and interesting for the children. Sitting as quietly as their students, the teachers listened attentively to Enrique Páez as he reveals the common pitfalls of creative writing. Enrique had asked the teachers to prepare a short story each, which they are invited to read aloud to their colleagues. After this, he provided feedback on how the narratives may be edited to create more coherent pieces. Creative writing, Enrique’s field of expertise, is the basis of story telling. Sometimes, a teacher may want to tell a story but does not know how to express this to students effectively. Enrique showed them how to express themselves in writing using a structure, giving them the freedom to be creative within a limited framework. This was a strong foundation for the teachers to introduce performance of the story through voice and body language.

Children of the Mahatma school

Enrique Paez, Writer
She tells them, “Pick an imaginary apple from an imaginary tree, eat it, throw it away and stamp your feet!”
Creating and refining the written story is only the beginning of story telling. In order to instruct the teachers on how to express a story using their voices, Geeta takes the floor. Asking the teachers to stand in a circle, Geeta starts leading the group in vocal exercises. Woops, growls and screams echo around the room as Geeta requests the voices of a tiger, a mosquito, or the sound of a babbling brook. These noises are the basis of telling a story in a dynamic and engaging way. In order to excite their students in the class room, the teachers must exploit their voices creatively and without restraint. By using different voices for different characters, the teachers learn how to make sounds using the belly. This will create a richer sound that the children are more likely to respond to. Being told a story is an experience; making children laugh is the sign of an effective and engaging story teller. The sounds that fill the room slowly morph into a surprisingly harmonized and competent choir. As this beautiful sound slowly swells and fills the room, there are no longer teachers, instructors or journalists present. This harmony epitomizes the notion of story telling as freedom within limits; the only limit is the self. How loud are you willing to shout? How high can you squeak? Why not wail as if your own mother had died? It is when reality is brought to the classroom, instead of textbooks and exams, true education can begin. Geeta knows this, and this message did not need to be spoken; each teacher discovered it for themselves when they discovered their voices.
Bonding through Stories
Kathalaya is not only focused on training teachers how to tell a story as a way of education; reaching the children through story telling is just as essential. The next morning, in the same room as the teacher’s harmonic epiphany, hundreds of students gather from the younger grades to be inspired by Geeta and Beatriz Montero. Geeta tells three stories to the children, using all the skills she showed the teachers the day before. After her stunning performance, using the most incredible voices for the characters of birds, lions and spiders, Beatriz begins. As a Spaniard, Beatriz has chosen to incorporate Flamenco into her performances. This traditional Spanish dance is fiery, energetic and stimulating for both the performer and audience. Today, there is no audience; as soon as Beatriz takes to the stage, she shouts “Wa!” and demands a response of “Ah!” from the children. Singing a Spanish song, stamping her feet and clapping, Beatriz bellows, “Wa!” and a deafening roar of “Ah!” is returned. The song finishes and Beatriz begins to clap a Flamenco rhythm. The children join; Beatriz shouts “Olé!” and the children holler it straight back to her. As the rhythm continues, Beatriz gets the children on the feet. She tells them, “Pick an imaginary apple from an imaginary tree, eat it, throw it away and stamp your feet!” The children eagerly oblige as Beatriz continues to clap and stamp her feet. This is the final sphere of story telling: body language. Beatriz’ use of Flamenco engages children, and this is easily transferable to the classroom. The shouts and clapping are coordinated and controlled by Beatriz at all times. When she tells them, the children are quiet. This performance brilliantly shows Kathalaya’s alternative way of reaching children and involving them in an exciting yet controlled manner.
Currently, Kathalaya is establishing story telling academies all over the world. They aim to offer adults the opportunity to come into contact with story telling. This shows that, for Geeta and the International Storytellers Network, story telling is a way of living, not just a way of education.
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Fuente: Madurai Messenger

martes, 14 de febrero de 2012

Beatriz Montero lleva 6 meses contando cuentos en TV

Beatriz Montero cumple ya 6 meses contando cuentos en el espacio del programa "La Merienda" en El Día Televisión, Tenerife.

Y lo festeja subiendo a Youtube uno de los cuentos emitidos esta semana en el programa: "¿Has visto al león?", de Armando Quintero Laplume.



http://youtu.be/0hGLGv6zD6Y

Vídeo-cuento "¿Has visto al león?" de Armando Quintero, ilustradora Géraldine Alibeu, OQO editora.
Narra Beatriz Montero en el programa "La Merienda" de El Día Televisión, Tenerife, España, enero 2012.

www.beatrizmontero.com

Podéis ver otros 25 vídeos suyos en su canal de Youtube:

http://www.youtube.com/user/BeatrizMontero

¡Muchas felicidades, guapa!

viernes, 10 de febrero de 2012

100 beneficios de la lectura

1. La soberbia se alivia leyendo un gran libro.
2. La tristeza revela su inagotable riqueza a la luz de la lectura de un gran libro.
3. La lectura mejora la visión de las cosas y permite ver lo que antes nunca se había visto.
4. La lectura brinda experiencias en mente propia.
5. La lectura es dinamita pura para la imaginación.
6. La lectura nos permite estar siempre acompañados, aunque también respeta nuestra soledad.
7. La lectura nos dota de las palabras para expresar nuestros sentimientos, emociones, creencias.
8. La lectura nos acerca cada vez más a la autocomprensión.
9. La lectura es constructora de sociedades y de sueños.
10. La lectura es algo que podemos hacer en todas partes.
11. La lectura enseña que el mundo entero puede ser como un libro.
12. En 20 o 30 años, la frase anterior deberá decir: La lectura enseña que el mundo entero puede ser como una computadora.
13. La lectura brinda beneficios económicos: entender las cláusulas de los contratos ahorra dolores de cabeza y juicios.
14. La lectura nos transporta gratuitamente a través de todo el espacio y todo el tiempo.
15. La lectura nos da una voz.
16. La lectura es lo más cercano a la telepatía y a la mediumnidad.
17. La lectura nos da el placer de ver cómo nuestra mente crea universos.
18. La lectura sirve también como un espejo.
19. La lectura es como una hermosa melodía sin instrumentos, o cuyo único instrumento es la palabra.
20. La lectura puede ser, para un niño, un juego perfecto.
21. La lectura es mejor —pero mucho, mucho mejor— que el cine y la televisión.
22. Cuando leo, lee el universo.
23. A veces, cuando leo, descubro lo que pienso.
24. La lectura evita infracciones de tránsito.
25. Los malos gobiernos temen a los buenos lectores.
26. Los tiranos no soportan a los lectores que se empeñan.
27. Los olvidadizos tienen en la escritura y la lectura su mejor herramienta.
28. La lectura eleva el alma.
29. La lectura rejuvenece a la vez que nos hace sabios.
30. Se puede leer cómo es morirse, sin haber muerto o morir al hacerlo.
31. Leer es dejar que el amor suceda.
32. Leer es viajar sin pagar nada.
33. Leer nos guía a través del mundo.
34. Leer las palabras de un padre, o de una madre, escritas hace tiempo, los vuelve vivos.
35. Leer el escrito de un niño, obliga a redescubrirlo todo.
36. Leer es una escuela, un templo, un hospital: me educo, me elevo, me repongo.
37. Leer es una riqueza que se lleva a todas partes sin ostentar.
38. Leer cultiva la humildad.
39. Leer nos conduce a paradojas y se hace imposible aburrirse.
40. Leer acaba por volverse una actividad de tiempo completo.
41. Leer en sueños: ojalá se pudiera recobrar todo lo así leído.
42. Leer en una biblioteca, es como un safari en la selva pero sin víctimas.
43. Leer enriquece los sueños.
44. Leer cambia vidas.
45. Leer salva.
46. Leer es un examen.
47. Leer nos permite ver la inmensidad de nuestra ignorancia.
48. Leer brinda un gozo que, cultivado, puede durar toda nuestra vida.
49. Leer —esto lo escribió otro— es hablar con los muertos por los ojos.
50. Leer evita enfermedades, intoxicaciones y envenenamientos.
51. Leer evita costosas reparaciones y composturas.
52. Leer es algo sumamente productivo.
53. Leer es siempre perfecto.
54. Leer da temas de conversación.
55. Leer, a veces, espanta.
56. Cuando leer algo nos horroriza, somos afortunados.
57. Leer la prensa es toda una escuela: se descubre la mentira y el engaño pero entre líneas siempre está la realidad.
58. Leer las palabras ayuda a leer los síntomas, los rasgos, el clima, los rostros, las estrellas.
59. Leer poesía es reinar en uno mismo, o en otro.
60. Leer frenéticamente y en vehículos en movimiento, puede ocasionar mareos (éste no es un beneficio).
61. Releer es un placer supremo.
62. Leer es el máximo placer casto.
63. Leer a otros es encarnar las palabras.
64. Leer tiene mucho de ser llevado, pero sin tiranías, por mundos desconocidos y hay un arte en ese viaje.
65. Leer es descubrir.
66. Leer es explorar.
67. Leer nos exige lo mejor de nosotros mismos.
68. Leer es escuchar.
69. Leer enriquece insospechadamente.
70. Leer es una herencia magnífica.
71. Leer buenos libros es un arte que cultivan pocos.
72. Ejercer el derecho de leer es el principio de la sabiduría.
73. Un gobierno que no alienta lectores, alienta fracasos.
74. Un gobierno que no alienta lectores, no tiene esperanza.
75. Leer es la savia de la democracia.
76. Leer es un lujo que todos debemos darnos.
77. Leer debe reducir la pobreza, la marginación, la exclusión y la injusticia.
78. Leer abre innumerables puertas e ilumina incontables caminos.
79. Leer nos da alas, aletas, agallas y vista de rayos X.
80. Leer nunca es tiempo perdido.
81. Leer nos hace amigos y nos da amigos.
82. Leer educa la mente, la memoria y la imaginación.
83. Leer obliga a escribir.
84. Leer obliga a aprender a escuchar.
85. Leer nos hace pensar severamente en los otros.
86. Leer humaniza.
87. Leer libera.
88. Leer alimenta la autoreflexión.
89. Leer eleva la autoestima.
90. Leer nos abre el mundo.
91. Leer nos da un sentido de anticipación.
92. Leer manuales nos impide ser engorrosos.
93. Leer es siempre una lección de humildad y humanidad.
94. Leer ilumina.
95. Leer es arriesgarse, exponerse, aventurarse.
96. Leer es correr el riesgo de cambiarlo todo.
97. Leer es una de las formas más nobles del amor.
98. Leer es recibir mucho a cambio de casi nada.
99. Leer es un excelente negocio.
100. Leer transforma el mundo.

Autor: Carlos Alberto Sánchez Velasco

jueves, 9 de febrero de 2012

"¡Fuera franquistas del Supremo!"

El grito más repetido en la Puerta del Sol después de la condena del Tribunal Supremo de España a Garzón era ese: "¡Fuera franquistas del Supremo!"
¿Qué delito cometió Garzón?
Investigar a los políticos corruptos de la trama Gürtel.
Yo no respeto a los jueces fascistas de ese Tribunal manejado por la ultraderecha. Ahora resulta que Camps y sus colegas corruptos del PP salen absueltos, y Garzón condenado. Pinochet estará contento. Y Franco también.

¡Qué vergüenza!

Habría que sacar a empujones de la judicatura a todos esos jueces franquistas.

¡Pandilla de fachas!

Están manejados por asociaciones y políticos fascistas, y con esa sentencia que inhabilita a Garzón lo único que hacen es demostrar que solo saben vomitar pura mierda por sus gargantas pútridas.

¡Qué asco me dan!

Desde este blog yo les escupo: Sois una vergüenza para todos los demócratas.



jueves, 2 de febrero de 2012

Fallo de la tercera edición de “Cuento en corto”

Todos los vídeos se pueden ver en la web www.cuentoencorto.com

Acta del concurso: a 30 de enero de 2012

Fallo de la tercera edición de “Cuento en corto”

Reunido el jurado del III Concurso Internacional Cuento en corto para narraciones orales en vídeo, compuesto por los profesores de la Escuela de Escritores y los coordinadores y miembros de la Red Internacional de Cuentacuentos:

Javier Sagarna (España),
Germán Solís (España),
Ángeles Lorenzo (España),
Martin Ellrodt (Alemania),
Paco Abril (España),
Benita Prieto (Brasil),
Alicia Barberis (Argentina),
Juan José Mera (España),
Armando Quintero (Venezuela),
Diego Parra (Colombia),
Armando Trejo (México),
Niré Collazo (Uruguay),
Jota Villaza (Colombia),
Beatriz Montero (España)
y Enrique Páez (España).

Analizados y evaluados los 135 video-cuentos presentadas al concurso, el jurado acuerda:

Conceder la categoría de finalistas a los siguientes nueve vídeo-cuentos que compitieron en la última ronda de votaciones establecidas por el jurado:

Vídeo nº 56: Florita
Narra y escribe: Mercedes Hernández (México)

Vídeo nº 124: Alibebe
Narra: Roberto de Freitas (Brasil)
Escribe: Cuento tradicional

Vídeo nº 109: Destino
Narra y escribe: Oskar Corredor Amaya (Colombia)

Vídeo nº 139: El trabajador
Narra y escribe: Francisco Oriol (Argentina)

Vídeo nº 95: Sapo dando sopa
Narra: Carmélia Cândida (Brasil)
Escribe: Flávio de Souza

Vídeo nº 140: La historia de los contadores de historias
Narra y escribe: Martín Corona Alarcón (México)

Vídeo nº 54: El burro saxofonista (Fábula en blues)
Narra y escribe: Ana García-Castellano (España)

Vídeo nº 50: Dª Margarita y la Luna
Narra y esribe: Andrea Bayer Lloves (España)

Vídeo nº 17: Gustos pupilares
Narra y esribe: Rosa Vilà Font (México)

Conceder una mención especial del Jurado con categoría de primer premio por su alta calidad al video-cuento finalista:

Vídeo nº 92: A história da Velha
Narra: Elsa Serra (Portugal)
Escribe: Tradición Oral

Conceder el Premio al mejor Cuento en Corto dotado con 500 euros y un curso trimestral en la Escuela de Escritores, al vídeo-cuento:

Vídeo nº 98: Me contaba mi abuela que...
Narra y escribe: Tamara González (España)

Para la concesión del premio, el jurado valoró la calidad artística de los vídeos presentados, y en el caso del primer premio quiere resaltar el modo en que la narradora y escritora enlaza los modelos de narración tradiciones acumulativas y de retahílas, tan frecuentes en los cuentos para niños muy pequeños, con las formas contemporáneas de reescritura de textos y narraciones cinematográficas, creando al fin una historia de sucesiones temporales, con un giro inesperado al final.

El jurado quiere felicitar calurosamente a la ganadora del Concurso, Tamara González, a los diez finalistas y a todos los participantes en el Concurso por la calidad y la calidez de las obras presentadas, y les invita a todos a participar en la cuarta convocatoria del Concurso Internacional Cuento en corto que se convocará durante el último trimestre de 2012.

Contacto
Para cualquier duda o pregunta puedes ponerte en contacto con nosotros en el correo info@cuentoencorto.com.