domingo, 30 de mayo de 2010

Taller de microrrelato

Acabamos de regresar de pasar una semana en La Valetta, Malta, pasando por Barcelona. De isla en isla.

En Barcelona, primera parada dal viaje, nos encontramos en Cristina Salvador, peleando aún las actuaciones y el local de Valentina. También nos tomamos un café en el Zurich, en la plaza de Cataluña, con Rubén Martínez, que ya tiene bien perfilado su Festival de narradores en Barcelona.

La semana en Malta, y en sus islas hermanas de Gozo y Comino, ha sido un descanso necesario. Lástima que no conduzcan por la izquierda, y que tengan todos los coches con el volante a la derecha, porque cambiar de marcha con la mano izquierda es una tortura para aquellos que no estamos acostumbrados.

Mañana, lunes 31 de mayo, impartiré un Taller de microrrelato en la Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife, a las 11:30 am. Vuelta al trabajo. Os espero.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Los secretos del cuentacuentos

Acaba de salir publicado el libro teórico para aprender a contar cuentos “Los secretos del cuentacuentos”, escrito por la coordinadora de la Red Internacional de Cuentacuentos Beatriz Montero.


Páginas: 240.

Formato: 17 x 24 cm.

ISBN: 978-84-9842-590-1

Editorial: CCS (Madrid, España)

Colección: 182 TALLERES Nº 21.

Precio con IVA: 13,50 €.


Los secretos del cuentacuentos muestra el camino y las técnicas necesarias para aprender a contar cuentos, y desvela los secretos para ganar el corazón de los oyentes a través del hechizo de los cuentos.

Este manual descubre las claves para llegar a ser un encantador de historias, cuáles son los instrumentos del narrador, qué cuentos integran el repertorio adecuado, y cómo mejorar la técnica de contar cuentos.

Es un libro imprescindible para narradores orales, educadores, bibliotecarios, padres y madres, y para todo aquel que quiera iniciarse y profundizar en el arte de contar cuentos a niños y adultos. Dentro de sus páginas Beatriz Montero proporciona un gran número de recursos prácticos, ejercicios creativos, y consejos expertos de Maga Trapisonda.

Beatriz Montero es cuentacuentos, filóloga, escritora. Desde hace diez años imparte cursos de narración oral en la Universidad Popular Rivas-Vaciamadrid, la escuela teatro Ensayo 100, el Taller Fuentetaja, la Escuela de Escritores, Taller de Escritura de Madrid, Centros de Profesores y Bibliotecas Públicas. Formó parte de la Compañía de la Imaginación, y creó el grupo Trapisondos cuentacuentos. Ha contado en festivales internacionales de narración oral en México, Argentina, Brasil, Costa Rica, Canarias, Madrid, Guadalajara, León y Santander, así como en centenares de teatros, bibliotecas, colegios y centros culturales. Tiene publicadas dos novelas infantiles: Tengo tres mamás y Hay un monstruo en el colegio (Ediciones La Librería), además de relatos breves en varias antologías. Desde 2009 coordina la Red Internacional de Cuentacuentos (International Storytelling Network), www.cuentacuentos.eu , una asociación que agrupa a más de 700 narradores orales profesionales de 41 países en los cinco continentes. Tiene su propia página web www.beatrizmontero.com


El próximo jueves 3 de junio firmará su libro “Los secretos del cuentacuentos” en la caseta 140 (Editorial CCS) de la Feria del Libro de Madrid (Parque del Retiro). Esperamos verte allí.

Si quieres comprar el libro directamente a la editorial a través de Internet, escribe al email de la editorial o entra en su web (tienen pasarela de pago electrónico, pero solo funciona con el navegador Explorer de Windows):

Pedidos por Correo electrónico: apedidos@editorialccs.com

Teléfono Editorial CCS: (34) 91 725 20 00

Web de la editorial: http://www.editorialccs.com/ (haz clic en el enlace de “Novedades” que aparece en la parte superior y busca el libro para comprarlo online).

domingo, 16 de mayo de 2010

Mala muerte

Andrea llenó la bañera hasta más de la mitad con agua caliente, pero sin llegar a quemar. Vertió en el agua lo que quedaba de la bolsa de bolitas de espuma de lavanda. Enchufó la radio y sintonizó Kiss FM. Una antigua canción de Tom Jones comenzó a sonar con fuerza. Cerró la puerta, se desnudó y se sumergió en el agua. La última sensación, al menos, sería de felicidad. Cerró los ojos e intentó relajar todos sus músculos. No lo consiguió, porque cada vez que dejaba la mente en blanco le venía a la cabeza la imagen de Rubén besando a Nuria junto al parking del Morocco. Después de unos minutos abrió los ojos, estiró el brazo fuera del agua y alcanzó el cúter. Lo abrió, palpó el filo con la yema del pulgar, y comprobó que estaba afilado. Sujetó el cúter con la mano derecha, lo hundió en el agua, y se hizo un corte profundo en la muñeca izquierda. Apenas le dolió. Luego cambió el cúter de mano, y se rajó la muñeca derecha. El agua se empezó a teñir de rojo alrededor de las muñecas, formando una nube roja alrededor de la cintura. Dejó caer el cúter dentro del agua y cerró los ojos. En la radio empezó a sonar "Bulería", de David Bisbal. Andrea abrió los ojos asustada. "No me puedo morir escuchando una horterada", pensó. Sacó el brazo derecho ensangrentado fuera del agua, cogió el transistor y lo hundió en el agua cuidando de no desenchufarlo. No le dio tiempo ni a desangrarse.

viernes, 14 de mayo de 2010

Vergüenza judicial

El poder judicial, el poder jodicial, el poder jodiencial ha inhabilitado al juez Garzón. Los fascistas de la judicatura, el consejo superior del poder judicial, a los que nadie a estas alturas puede tener el menor respeto, me hacen sentir vergüenza, como en la época en que Franco humillaba a los españoles.
Diré lo que me sugieren esos jueces franquistas que quieren hacer valer sus privilegios de casta por encima de la más elemental democracia: sonrojo, bochorno, degradación, ignominia, obscenidad, inmoralidad, afrenta, ultraje, descrédito, desprestigio, deshonor, indecencia, descaro, desvergüenza.
Solo merecen desprecio.

jueves, 13 de mayo de 2010

En Madrid, con mucho cuento

Aterrizamos en Madrid el lunes, mientras nos pisaba los talones la nube de ceniza de ese volcán islandés que no me atrevo ni a escribir ni a pronunciar, porque suena a conjuro de invocación al maligno. Nos dio un mordisco en el fuselaje del avión, pero aterrizamos a tiempo en Barajas. Por la tarde el aeropuerto del que habíamos salido, Tenerife norte, ya estaba cerrado. Los que no madrugaron ese día, se quedaron en tierra.

Por la tarde de ese mismo lunes Bea ya estaba contando cuentos en Madrid en las Bibliotecas Públicas municipales. Y lo mismo el martes, el miércoles, ahora mismo (jueves), y mañana viernes.

Quedamos con Wayqui en la puerta de la Fnac de Callao, y nos fuimos con él a comernos dos tortillas de patatas con bravas en el callejón de Álvarez Gato, como Valle Inclán manda.

A la noche nos volvimos a encontrar en casa (Iguana Home) de Nelson Calderón, que nos había preparado un sancocho tan rico que hasta las Farc renunciarían a la guerrilla por sentarse a la mesa. Wayqui asegura que él había pelado las patatas y la yuca, y Lucía puso el cilantro. Nosotros (Bea y yo) el vino. De casa de Nelson salimos con un CD de Hablapalabra, de cuenteros peruanos, editado por Wayqui.


Al otro día quedamos con Elías. Ha adelgazado quince kilos, y está mejor que nunca. Nos contó todas las maldades que pueden hacer tres friquis informáticos cuando se cabrean. Temblad, malditos.

También nos vimos con Armando Trejo, mijo, en casa de Santi. Una casa preciosa, decorada con vacas de todos los colores. Armando nos regaló cuatro CDs que habían grabado en México, y un libro a punto de salir de la imprenta.

Cerca del mediodía estuve en la sede de Páginas de Espuma, con Juan Casamayor, el mejor editor de cuentos de España. Quien no tenga un libro de Páginas de Espuma en su casa, no conoce a los mejores escritores de cuentos contemporáneos.


Por la noche el Atleti ganó la copa de la Uefa, y Bea y yo de golpe nos hicimos cochoneros en la Plaza de Neptuno, a eso de la una de la madrugada.

Y ahora me voy corriendo a escuchar a Lilina Cinetto, esa argentina escritora y narradora que va a contar esta noche en La Rochela de Madrid. Allí nos vemos.

domingo, 9 de mayo de 2010

La confusión reinante

A finales de 1978 Franco llevaba tres años muerto, y en la Zarzuela estaba instalado su sucesor, escogido a dedo, Juan Carlos I de España y nada de Alemania. En una buhardilla de la Plaza de Oriente, entre tanto, José Bergamín estaba a punto de cumplir 83 años, y seguía tan lúcido y tan republicano como siempre. Casi muerto de hambre, como Corpus Vargas, después de una vida entera dedicada a la escritura. Toda la vida resistiéndose al fascismo para llegar ¿a dónde?
La respuesta fue un artículo demoledor en la revista Sábado Gráfico: "La confusión reinante".
Y otra vez a comisaría, a responder por sus escritos. Y otra vez despedido de otra redacción. Mientras tanto, en el palacio de Oriente, frente a su casa, la confusión reinante. Nunca un título me ha pareció más exacto y más republicano. El rey era entonces el mismo que ahora está enfermito en Barcelona, pobrecito, sana, sana, culito de rana, y que pocos años antes había jurado sobre la biblia defender los principios fundamentales del sagrado Movimiento Nacional (sí, el Movimiento, el de Franco, ¿cuál si no?). Compartiendo despachos con el rey, estaba el presidente Adolfo Suárez, que tenía como mayor currículum el haber sido Ministro Secretario General del Movimiento (el mismo Movimiento, ¿cual si no?), en la época de Carlos Arias Navarro, más conocido como "el carnicero de Málaga".
La memoria es muy mala, porque a veces retiene lo que muchos otros tratan de olvidar.
Yo era republicano antes de morir Franco, y lo seguiré siendo hasta que los borbones salgan de la Zarzuela a un nuevo exilio.

sábado, 8 de mayo de 2010

Las debilidades de los grandes

A veces uno piensa que los personajes a los que admira no tienen debilidades. Y se equivoca.
Supe hace un tiempo que Vázquez Montalbán sufría por su exceso de kilos, y que con frecuencia se ponía a dieta para rebajar la cintura ecuatorial que le rodeaba. No lo consiguió, y murió sentado en una silla de plástico en el aeropuerto de Bangkok en la medianoche del 17 de octubre de 2003, aguantándonse las ganas de comerse un toblerone.
También supe que John Lennon se ponía furioso cada vez que Paul McCarthey sacaba un nuevo disco y aparecía su nombre en la prensa de todo el mundo. ¿Por qué le hacen más caso a él que a mí, si yo soy mucho mejor?, le gritaba a Yoko Ono.
Ni los grandes escritores ni los músicos consagrados se libran de las pequeñas miserias ni de las envidias de corrala que nos envenenan a todos.

jueves, 6 de mayo de 2010

Arqueología de la narración

Antes de que existiera la narración de historias en imágenes a través de la televisión y el cine, las historias se contaban a través de la escritura.

Antes de la escritura existió la narración oral.

Y aún antes, los hombres de las cavernas contaban historias visuales con pictogramas.

Parece que la historia se repite, y está a punto de cerrar el círculo.

Somos la prehistoria de un futuro tan difícil de imaginar como lo fue este presente para los hombres de las cavernas.

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Foto anónima capturada con Google. Si es tuya dímelo y te cito, o la borro.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Haiku oscuro


Noche en Mauthausen.
Un padre salva a su hijo
asfixiándolo.

Las palabras moribundas

Uno sabe que envejece porque los espejos le devuelvan una imagen cada vez más cargada de hombros, con arrugas en cara y manos, barriga creciente, aumento del número de lunares, músculos flácidos, papada en el cuello, bolsas bajo los ojos, dientes que amarillean, piel blanda, calvicie, aumento del número de enfermedades y otros regalos envenenados que nos va haciendo el tiempo en cada cumpleaños. Pero no solo por eso. También nuestro lenguaje envejece, y de pronto un día notamos que hay una parte de nuestro vocabulario en uso que para el resto de la población ya ha dejado de estar en circulación. Palabras descontinuadas, dirían en México. Obsoletas (como la propia palabra “obsoleta”).

Incuso nosotros mismos intentamos no usar ya esas palabras, que nos relegan a un mundo anterior, ya extinguido. A los 14 y 15 años para mí las cosas agradables eran molonas, o fetén; poco después serían dabuten. A los chicos nos salía lefa del berroncho cuando nos hacíamos pajas. Josema y Marisa salían (no eran novios, esa palabra estaba prohibida) y no se morreaban, sino que mordían.

Muy a finales de los sesenta, un día una vieja me paró en la calle, y me dijo que nunca se me ocurriera ser un chico ye-yé. Que los ye-yés eran una vergüenza y una indecencia para España. Estábamos Jaime y yo a las puertas de La Mallorquina, en la Puerta del Sol. Yo le contesté que no se preocupara, porque nunca seríamos ye-yés, ni Jaime ni yo. No mentí, porque los ye-yés habían dejado de existir hacía varios años.

Es muy probable que aquella mujer fuera una chica topolino de su época, de las que iban a los parties y bailaban yenkas con un pick-up, y cada vez que se encontraba a solas con su novio, hacían petting en lugar de meterse mano. Nosotros, en cambio, organizábamos guateques en los que la aguja del tocadiscos se rompía siempre, y era sustituida por un alfiler doblado sacado de la caja de la costura de nuestras madres. Si no había lugar para guateque, nos íbamos a la boîte. Las chicas feas eran fetos y callos malayos, y las guapas ern de bandera o estaban como un camión. Los tontos eran mongoles. Lo políticamente correcto no existía. Éramos “modelnos”, los caraduras eran jetas, meábamos en el waterclós o en el clóset, y en los cines de sesión continua veíamos los films. Las chicas acusaban a los chicos de no saber tratarlas, y ser unos bastos.

En la universidad a mediados de los setenta los policías eran grises, aunque luego fueron maderos, también por el color de sus uniformes. A los progres no nos gustaba que nos llamaran progres. Es algo parecido a si a un hippy le llamas hippy, a un friqui friqui, o a un facha facha. Nunca es fácil identificarse con etiquetas, aunque para todos los demás sean obvias. Los progres de entonces podían ser trotskistas, maoístas, peceros o anarquistas. Socialistas no, de eso no había. Estaban de vacaciones. Había falangistas hedillistas, que querían a toda costa hacerse amigos de los anarquistas, pero para los anarquistas ese era un pacto imposible. No pactaban ni con ellos mismos. Para predicar con el ejemplo, su lema suicida era: Ni Dios, ni Rey, ni CNT.

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Imagen anónima capturada con Google. Si es tuya dímelo y te cito, o la borro.