Cada día, cuando se despierta, Bruno Avendaño, un profesor de autoescuela casado y con dos hijas, descubre que se ha convertido en una nueva persona: un adolescente de 16 años en conflicto con su primera novia; una anciana huraña encerrada en un asilo; un inmigrante sin papeles en una chabola de las afueras; un enfermo terminal en el pabellón de oncología; una violinista en una orquesta de cámara centroeuropea... Cada día, antes de desayunar, Bruno se entera por la decoración del lugar, el interior de los armarios, y los datos que le ofrecen los que le rodean, de quién es él en cada ocasión; y no le extraña que nadie se extrañe, porque todos andamos medios dormidos nada más despertarnos. Bruno ya está casi acostumbrado. Siempre ha sido así, aunque nunca le ha tocado ser Bruno, profesor de autoescuela. Y nadie lo sabe, excepto su mujer y sus hijas, con las que se encuentra cada noche, cuando está dormido.
1 comentario:
Es como una reencarnación diaria, sin el penoso trámite de la muerte. Me recuerda a una serie de televisión en la que el protagonista "despertaba", cada cierto tiempo con una identidad diferente, pero con el añadido de que ese despertar era el comienzo de una misión que debía desempeñar con final feliz. Estresante, sí, pero no muy distinto a lo que deben de sentir muchísimas personas a las que el destino no les ha reservado una vida mínimamente previsible y han de sobrevivir cada día.
Un abrazo,
Luis
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