lunes, 28 de enero de 2008
No es verdad que seas feliz
No es verdad que seas feliz. No te levantas por las mañanas con ganas de volver a vivir la misma vida, una y otra vez. No cantas como antes. La pasta de dientes ya no te sabe a besos robados. No coleccionas postales de los lugares que visitas. No te apetece adoptar un perro. Hace años que no abres un libro de poemas al azar. No eres feliz, y se te nota. No te entra taquicardia cuando suena el teléfono, ni cuando no suena. No vas al cine a ver películas extrañas. No cierras los ojos, en plena calle, para detener el tiempo. No te sorprende tu sonrisa al otro lado del espejo. No das vueltas como un molinillo con los brazos en aspa. No quieres regresar a Venecia, ni a dormir en una tienda de campaña. No te ríes cuando estornudas. No sabes qué te pasa. Dices que te haces viejo, pero no es eso. Debe de ser otra cosa. Puede que hayas dejado de ser un niño, que el ratoncito Pérez no te traiga una moneda cada vez que pierdes otro diente, pero ese no es motivo para ser desdichado. El sabor a derrota en la garganta tampoco. Tu padre ya no es Dios, y Dios ya no es tu padre. Te han expulsado del patio de recreo, y ahora no sabes dónde estás. Vale, tal vez no seas feliz, pero no seas tonto: la vida empieza ahora. Lo anterior solo era el ensayo de la vida plena.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
El laberinto de la blogosfera me ha traído hasta aquí y me ha encantado leerte. Este post es un regalo. Saludos.
Bienvenido, Arturo.
Estás en tu casa.
Abrazos.
Me ha encantado este texto, le daré mi propia forma o lo plagiaré como el que no quiere la cosa. Gracias.
Publicar un comentario