viernes, 18 de enero de 2008
La venganza de Miranda
Roberto estrangula a Miranda, su mujer, y la entierra en el jardín, bajo el manzano, a dos metros bajo tierra. No le dice nada a nadie. Es un hombre con malas pulgas, un bocazas. La muy puta se fue, y me dejó aquí tirado, como a un perro. En primavera Miranda se pudre, se la comen los gusanos, abona la tierra, y el manzano da unas manzanas lustrosas, que da gusto. Roberto ríe. Así eran las manzanas del paraíso, así de ricas, dice el matarife, y muerde una manzana de piel roja, como las mejillas de Miranda. Pero en la manzana habita un gusano vengador, un gusano que lleva en sus anillos el fermento pútrido del cuerpo de Miranda. Un gusano que repta, asciende por el paladar hasta el cerebro de Roberto, y allí se enquista, se atrinchera, se multiplica, y estalla como una granada lanzando un ejército de gusanos carroñeros que devastan a Roberto de dentro afuera. Tres meses más tarde Roberto muere, y lo sepultan en un féretro de acero blindado, para que los gusanos mutantes no abandonen su cuerpo.
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