Como en muchos otros lugares del mundo, los artesanos de Bangkok se agrupan por calles. Cerca de la estación central de trenes, en Chinatown, hay una calle ocupada por fabricantes de ataúdes. Bea y yo estuvimos allí. No son ataúdes como los occidentales, de madera oscura, aristas recias y una cruz coronando la tapa, sino féretros casi antropomorfos de madera clara, más redondeados, con bajorrelieves florales y ornamentales por los costados y la cubierta. Los artesanos, que tienen locales pequeños y fabrican cajas grandes, sacan los féretros a la calle, y allí van tallando la madera a la vista de todos. Es un oficio noble, y los clientes pueden hacer encargos a medida, y sugerir distintas filigranas para su último refugio.Guadalupe Urbina, la cantante costarricense, me contó cuando pasó una temporada en mi casa de Manuela Malasaña, que durmió con su abuela en una cama grande durante toda su infancia en Guanacaste. Guadalupe tenía pesadillas todas las noches, porque bajo la cama, a buen recaudo, su abuela guardaba el féretro con el que quería ser enterrada. Una vez a la semana lo arrastraba hasta el centro de la habitación, lo enceraba con esmero, y se reclinaba en el interior tapizado de seda color marfil, para asegurarse de que seguía siendo cómodo.
--¿No quieres probarlo, Lupita? Anda, ven, túmbate aquí dentro, verás qué mullidito está.
--No, gracias, abuela, que igual me hago pis y te lo ensucio.
No fue la abuela la que lo compró, nunca tuvo tanto dinero junto, sino su marido como regalo de boda, cuando se casó por primera vez a los diecinueve años. Era un buen ataúd, de pino de Idaho, no como esos de madera de chopo que se deshacen antes de llegar al fondo de la fosa. Quince años más tarde, el segundo marido tuvo que reconocer, a regañadientes, que aquel había sido un regalo de altura, con buen gusto y visión de futuro.
2 comentarios:
Se hara lo que se pueda. Aunque te advierto que el thailandes se escribe con otro alfabeto y mi velocidad de lectura es de una palabra por minuto.
En cuanto a la nacionalidad de mi mujer... Si ya me costaba entender a las mujeres espanolas, imaginate ahora.
Lo peor es que tambien tengo una hija que me va a salir asiatica. No se le hace raro desayunar arroz.
¡Ay, qué repelús me ha dado lo del feretro de la abuela! Pedazo de visión de futuro, ya te digo.
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