martes, 29 de enero de 2008

Ten mucho miedo

Hay una ideología carnicera que hace del dolor ajeno una mística. Parirás con dolor a tus hijos, crecerás en un valle de lágrimas, y al final morirás como Cristo, en una agonía lenta y provocada. Leo en el libro La eutanasia, de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que “No debe maravillar si algunos cristianos desean moderar el uso de los analgésicos para aceptar voluntariamente al menos una parte de los sufrimientos y asociarse así de modo consciente a los sufrimientos de Cristo crucificado (cfr Mt 27, 34)." Eso más que una pastoral son instrucciones de uso para torturadores.
Hace tres años el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Manuel Lamela, destituyó al jefe de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés, y tramitó una denuncia anónima contra él y todo su equipo médico por sospechas de sedaciones abusivas a enfermos terminales. En Leganés los enfermos morían sin dolor, y eso no era decente. No comulgaban con Cristo. No era martirologio. El doctor Montes fue despedido y difamado. Ahora, la Audiencia Provincial de Madrid le da la razón al doctor Montes, no ve delito en sus actos, y exige que su nombre y el de todo su equipo sea limpiado. Mientras tanto, desde hace tres años, los que han muerto en Leganés o en otros hospitales controlados por los beatos seguidores de la Conferencia Episcopal mueren como Cristo, en un éxtasis de dolor, con plena conciencia de que les están ahorrando analgésicos y prolongando el sufrimiento. Yo espero que exista una venganza de ultratumba, y que se ensañe con los políticos fariseos y los médicos sádicos que nos administran la agonía de morir crucificado. A mí que me lleven junto al doctor Luis Montes, por favor. Y con sus colaboradores Frutos del Moral, Miguel Ángel López Varas y Joaquín Insausti. Quiero ser su amigo.
Habrá un día en tu vida que será el último. Lo sabes, aunque no quieras pensar en ello. Morirás de cáncer, de bronconeumonía, de politraumatismo, de asfixia, de cirrosis hepática. Aún no lo sabes. Y es posible que suceda en un hospital regido por beatos de moralidad confusa. Los dolores serán inhumanos, y pedirás calmantes. Ojalá no te toque un médico melindres, un meapilas sanguinario, porque será él quien decida cuándo vas a morir, y cuánto vas a sufrir. En esos momentos, casi sin habla, con los ojos anegados por las lágrimas y el dolor, pedirás clemencia, suplicarás que te alivien el dolor, y tal vez el médico te diga que no, que eso va contra las normas, que seas fuerte, carajo, que el Nolotil y la morfina te debilitan la mente, y quizá aceleren tu muerte, y eso sí que no, porque tú te morirás cómo y cuando Dios y el médico decidan. Prolongarán tu agonía meses, tal vez años, porque la medicina avanza. Te podrán resucitar mil veces. A cambio, eso sí, esos santurrones carniceros te rezarán un padrenuestro y tres avemarías.
Ten mucho miedo. La inquisición y la hoguera están de vuelta.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tú no te preocupes, que tu vas a tener una eutanasia, si es necesario. De eso me encargo yo. Y que la Espe y sus amigos se queden con la muerte larga y agonizante. Y sin drogas, no vaya ser que se hagan adiptos una semana antes de su muerte.

Enrique Páez dijo...

Gracias, Bea.
Antes de compartir cuarto con la Espe y Ana Botella, prefiero estar acompañado por Cruella de Vil y Lucrecia Borgia.
Un beso.

Ruth dijo...

Tiemblo, ya te digo que tiemblo, de pies a cabeza.
En los hospitales tenían que preguntar la ideología de cada uno. ¿Cristiano? Pues hala, a morir como Cristo. ¿Ateo? Chute de calmantes. Sería más ecuánime, ¿no?

La Maga dijo...

Tema peliagudo el de la eutanasia. A una amiga mia se le murió su perrita. En la clínica veterinaria le dijeron que ya no podían hacer nada más, que le estaban alargando inutilmente la agonía. No dudó en aceptar la propuesta de su veterinario de una inyección letal. ¿Las personas nos merecemos sufrir y los perros no?