martes, 6 de junio de 2023

La granja de los animales (Fábulas en verso)

La fábula es uno de los géneros literarios más antiguos de la historia. El primer fabulista conocido, y siempre imitado, fue Esopo, que vivió en Grecia seis siglos antes de Cristo. Luego siguieron Fedro, La Fontaine, Samaniego o Monterroso, cruzando 26 siglos de historia de la literatura. Aún hoy, a comienzos del siglo xxi se siguen escribiendo fábulas, y también lo harán en el siglo xxii, puedes estar seguro. 

Nadie sabe bien cuál es el secreto para gozar de una vida tan larga y saludable. La fábula, ya desde su origen, no es más que una narración literaria, generalmente en verso, con personajes animales que hablan y actúan como las personas. De las historias que se cuentan casi siempre se pueden entresacar algunas enseñanzas prácticas. Esas son casi las únicas leyes de la fábula. Y a pesar de eso las variaciones son casi infinitas.

Alguna vez deberías leer, si no lo has hecho todavía, La granja de los animales, de George Orwell. Es una novela corta magnífica. De fábula. Seguro que te gusta. Y diría aún más: si no te gusta, vuélvela a leer tantas veces como sea necesario hasta que te guste. Lo digo en serio.

 


 

Las Ranas pidiendo Rey

 

Sin Rey vivía, libre, independiente,

el pueblo de las Ranas felizmente.

La amable libertad sólo reinaba

en la inmensa laguna que habitaba;

mas las Ranas al fin un Rey quisieron,

a Júpiter excelso lo pidieron;

conoce el dios la súplica importuna,

y arroja un Rey de palo a la laguna:

debió de ser sin duda buen pedazo,

pues dio su majestad tan gran porrazo,

que el ruido atemoriza al reino todo;

cada cual se zambulle en agua o lodo,

y quedan en silencio tan profundo

cual si no hubiese ranas en el mundo.

Una de ellas asoma la cabeza

y, viendo a la real pieza,

publica que el monarca es un zoquete.

Congrégase la turba, y por juguete

lo desprecian, lo ensucian con el cieno,

y piden otro Rey, que aquel no es bueno.

El padre de los dioses, irritado,

envía a un culebrón que a diente airado

muerde, traga, castiga,

y a la mísera grey al punto obliga

a recurrir al dios humildemente.

—Padeced —les responde— eternamente;

que así castigo a aquel que no examina

si su solicitud será una ruina.

 

Félix María Samaniego: Fábula xvi

 

 

En la fábula de Samaniego, cuyo argumento copia de La Fontaine y Esopo, casi todos los versos son endecasílabos, y riman en pareados consonantes de principio a fin. No es esa la única forma de hacerlo: tú puedes tomarte algunas libertades, como dejar el metro y la rima libres.

Pero eso no te libra de intentarlo. Las fábulas te esperan, y no puedes pasar a la siguiente fase de tu escritura sin al menos haber intentado plagiar a los clásicos.

 

© Enrique Páez 

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