Al principio empezó a comerse las uñas. Era algo inconsciente, automático. Luego siguió con los pellejos, las pieles duras y los padrastros. Tal vez fuera el hambre, o tal vez solo capricho, pero no podía dejar de hacerlo. A veces se hizo sangre, pero chupaba el líquido caliente, y poco a poco la llaga cicatrizaba. Un día, esperando un autobús que nunca llegó, se comió sin querer un dedo, la mano, el brazo, y el cuerpo entero. Cuando quiso darse cuenta se había dado la vuelta a sí mismo. Desde entonces no necesitó más alimento. Acababa de nacer el catoblepas.
Foto: Chema Madoz
10 comentarios:
Me ha recordado al monólogo ese de Gila en el que un hombre tiene un padrastro en un dedo, empieza a tirar y a tirar y se acaba pelando todo el cuerpo. Me ha gustado tu micro.
A mí también me ha recordado lo mismo.
Ha estado bien.
Abrazo.
Siempre acabamos devorándonos a nosotros mismos.
pd. preciosa la foto de Chema Madoz. Es un fotógrafo por el que tengo debilidad.
Saludos
Autodevorarnos, lo hacemos sin parar. Y a veces sin darnos cuenta. Un milagro que sigamos operativos. Precioso texto y preciosa foto, Enrique.
Manuel, María Jesús: No conocía el monólogo de Gila. A veces uno plagia aunque no quiera. Lo que sí recordaba era un monstruo amarillo que se devoraba a sí mismo desde la cola en la película Yellow submarine, de los Beatles.
Arilena: Gracias por el dato de Chema Madoz. Conocía muchas de sus fotos, pero esta no (la capturé de modo anónimo como si fuera huérfana en Internet). Ahora puedo decir: Gracias, Madoz.
Herman: Bienvenido de nuevo. Un abrazo.
Algún dia me pasará eso a mi, esperando el bus además :)
Besicos
Empiezas por las uñas y acabas dándote la vuelta. Como el tigre del cuento en Brasil ;)
Entre la metamorfosis de Kafka y los Expedientes X. "...Llamen al agente Molder, urgente"
Che, éste me dolió.
En el fondo, todos tenemos tendencias autodestructivas. El mundo está lleno de catoblepas, me temo, aunque muchos no lo saben.
Un placer recalar por aquí, por cierto.
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