El crítico se suele dar prisa. Parece como si se levantara más temprano que el creador. Así que muchas veces se sienta a la mesa antes que el creador, y lo que consigue es que la primera frase no salga nunca, porque será censurada siempre antes de ser escrita. La página que está frente al escritor empieza a ser una y otra vez una página en blanco, sin posibilidades de ser escrita. Al menos hasta que se calle de una vez el crítico. Que se calle durante un rato (sólo un rato, no para siempre).
Al crítico lo necesitaremos después, para corregir, evaluar, tachar, añadir… En realidad no es tan terco. Para muchos autores esta es la fase más divertida de la creación. Para otros no, claro. Para otros es la más aburrida. Pero es que eso es como en botica: siempre tiene que haber de todo.
¿Cómo resolverlo? Pues, para empezar, no dándole tanta importancia.
El bloqueo literario no es diferente de cualquier otro bloqueo creativo, en realidad forma parte de una misma manera de crear libros. Desde algún punto de vista interesante se puede ver el bloqueo literario como una forma de creatividad: en realidad lo que hace es impedir que escribamos tonterías que no deberíamos escribir.
Siempre se ha acusado a los escritores de no ser disciplinados. Yo no creo que sea verdad. Lo que sucede este su forma de trabajo no puede ser establecida con la misma medida que se utiliza para el resto de los trabajadores. Un escritor se levanta por la mañana, se ducha, desayuna, se sienta ante la mesa de trabajo, y empieza su jornada de trabajo. Eso no significa que se ponga escribir inmediatamente, sino que tiene la intención de hacerlo. La mayoría de la gente supone que nadie le va a pedir responsabilidades al escritor si no consigue escribir una sola palabra. Pero no es verdad. Los escritores tienen al jefe sentado subido sobre sus hombros, vigilando permanentemente cada gesto, leyendo cada palabra, intentando sacar el mayor rendimiento a su obrero. El jefe está dentro, y no hay manera de engañarlo.
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Más en el libro "Escribir. Manual de técnicas narrativas", Enrique Páez, Ed. SM, Madrid.
3 comentarios:
Amos Oz lo describe más o menos igual. Un trabajo de 9 a 2. Hay días que sale algo, los menos, y días que trancurren en la más absoluta sequía creativa, pero que hay que vivirlos, porque paradójicamente forman parte del proceso creativo. Un escritor siempre está escribiendo, pero sólo con un poco de disciplina plasmará su arte.
Un abrazo y felicidades.
Lo has descrito a la perfección, no podría ser de otro modo viniendo de ti. Te hablo de tú, amigo Enrique, porque acudo tantas veces a tu libro Escribir y lo recomiendo tanto, que es como si consultara las cosas contigo y tú me guiaras con tus consejos.
Pertenezco a un grupo literario de Málaga, puntoyseguido, y en nuestro primer año de reuniones, hicimos de cada capítulo de tu libro, una reunión, y como trabajo, consideramos, sus propuestas. Aprendimos bastante. Aún lo consultamos. Es un referente básico e imprescindible para nosotros.
un saludo, y gracias de nuevo.
Isa Merino
Muy cierto, muuuy cierto Enrique!
Cómo cuesta amigar a los dos
Saludo y gracias por la nota
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