Los que salen en la foto no son bestias, pobrecitos míos, sino alumnos del Taller de Escritura de Bestiarios, procedentes de la Universidad de Rabat, en Marruecos. Abajo, a la izquierda, se asoma Marta, la profesora de español.
Rabat es un poco más abierto, menos fundamentalista que el resto de Marruecos. Las chicas a veces (una de cada diez) van con el pelo suelto. Más de la mitad se tapa con un panuelo, y el resto, con coleta. Los niños no agobian a los turistas ni a los que tienen aspecto de europeos. Marruecos ha cambiado en los últimos 30 años, desde luego. Nosotros también, qué remedio, o qué suerte, depende de lo pesimista/optimismta que sea cada cual.
Les hablé, antes de empezar a escribir, de Homero y las edades de la escritura, del sexo escrito, de la pulsión y la genética masculina/femenina en la escritura, y algunos (ellos más que ellas) enrojecían por momentos. Tampoco quería martirizarles, solo abrirles un poco la cabeza (mentalmente, no con un piolet, que yo no soy Ramón Mercader, ni ellos eran Trotsky). Pero al hablar de monstruos, algunos los encontraron cerca, viviendo en la misma ciudad. Cosas de la imaginación, claro. Algunos tenían pesadillas con la policía.
La medina de Rabat huele a canela.
Nos fuimos a cenar con el director del Instituto Cervantes, Federico, y la responsable de Cultura, Ana Vázquez. A lo largo de la cena descubrimos que teníamos varios amigos comunes, muy cercanos, y también algunos enemigos. Es que eso de los Bestiarios une mucho.
2 comentarios:
Es brutal la consciencia de tanta lejanía, y más lejano y más inasible es el universo que se abre con un simple apretón de manos. La cultura marca, condiciona y hasta destruye, sobre todo cunado es otra, inaprensiblemente otra.
A qué te refieres con Fundamentalista?
Conoces mucho Marruecos?
Por tus palabras pareciera que no
que la cosa va más bien de oídas.
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