sábado, 27 de febrero de 2010

Si el corazón pensara

Leer novelas de amigos escritores siempre me produce una extraña inquietud. ¿Y si no me gusta, qué le digo? Porque un amigo puede ser muy buen amigo, y al mismo tiempo ser un mal novelista, y un excelente jugador de mus, y un pésimo ciclista, y un magnífico catador de vinos, y un cantante que desafina. Los amigos, y los hermanos, y los amores, son como son, son lo que son, y en algunas tareas funcionan bien, y en otras mal. No hay que pedirle peras al olmo.

Pero cuando me leo la novela de un amigo, y me gusta, me pongo contento. De pronto me veo liberado del penoso ritual de tener que decirle: “Mira, qué quieres que te diga, a mí me parece que tu novela hace aguas de cuando en cuando, aunque hay momentos brillantes, desde luego”. Porque si no tiene siquiera algún que otro momento brillante, entonces mi amigo novelista no solo no es novelista, sino que ni siquiera se da cuenta de que no lo es. O sea, que ni tiene madera de novelista, ni de crítico.

Es algo así como aquello que nos decíamos en el patio del colegio: “Chaval, tú eres tonto, y en tu casa no lo saben”. Un mensaje hermético para muchos. Yo siempre me quedaba pensando: “¿En mi casa no lo saben porque también son todos tontos? Pues vaya una familia de mierda que tengo. O a lo mejor es que no lo saben por otro motivo que, como yo soy tonto, no se me alcanza.” Dudas metafísicas que me hacían regresar a clase taciturno y enfurruñado.

La novela de mi amigo Antonio Rodríguez Almodóvar, “Si el corazón pensara” (Ed. Alianza) me ha gustado, aunque no sea perfecta. Gracias a Homero, profeta de los novelistas, la novela perfecta no existe. Si existiera sería como el jardín de los senderos que se bifurcan borgiano, y englobaría en su texto a todas las novelas del mundo. A la novela de Antonio Rodríguez Almodóvar le veo algunas fisuras, alguna que otra vía de agua, que no hunde el cascarón de su proyecto. Esa es una de las ventajas de las novelas largas (467 páginas) sobre los cuentos o relatos: el ritmo va marcado por mareas, y no por olas (por párrafos, y no por frases). Además se pueden permitir digresiones antinarrativas sin que su conjunto quede herido de muerte, cosa que no sucede con los relatos, obligados a ser mucho más técnicos, más milimétricos. El cuento, ya lo dijo Poe, comparte más características con el poema que con la novela.

¿Qué pasaría “si el corazón pensara”? La respuesta está antes de las dedicatorias, muy al comienzo del libro, y es una cita de Fernando Pessoa: “Si el corazón pensara, se detendría”.

Antonio quizá no lo sabe, pero es un gran novelista que aún está constreñido por el pensamiento. De algún modo la frase de Pessoa que le da el título a la novela, se aplica a la novela misma, de modo que cada vez que el narrador, Antonio, piensa, la novela decae, casi se detiene. Si el novelista pensara, su novela se detendría. Y así es. Los momentos más brillantes son justamente todos aquellos (afortunadamente la mayoría) en los que el novelista no piensa, el narrador se olvida de analizar o de hacer historia, y se deja arrastrar por el corazón desbocado de Rosa, Currito y Amparo. Entiendo perfectamente que Antonio Rodríguez Almodóvar haya gozado despellejando a Franco, a los falangistas, a Queipo de Llano y a cuanto obispo y/o fascista se le pusiera a tiro de sintagma. Son deudas históricas, y alguna vez tenía que cobrarlas. Poder llamar a Franco Gran Sapo, Tirano, Gran Genocida, general Ísimo de Moros Hambrientos y Legionarios Avarientos, Jefe de la Manada, Sumo Traidor, y otras tantas verdades más tiene que dar mucho placer, aunque la novela se resienta. “Ande yo caliente, y ríase la gente”, parece decir Antonio, que de seguro sabe que ese narrador subjetivo no es el más adecuado para narrar una novela, pero es que da tanto gustito…

Hay muchos momentos gloriosos. Mucho sexo. Mucha historia. Fútbol, putas, políticos, extraperlo, monjas, sindicalistas, policías, falangistas, obispos y anarquistas. Y unos personajes que crecen cada vez que pierden la cabeza y amordazan al narrador a golpes de corazón. Y grandes metáforas. Como la de ese sargento negro norteamericano, dueño de unos “grandes ojos de dinosaurio rezagado en la evolución natural de las especies.”

Antonio Rodríguez Almodóvar es el mayor folclorista de España, por no decir el único. Sus “Cuentos al amor de la lumbre” y los “Cuentos de la Media Lunita” reúnen la mejor y mayor colección de cuentos de tradición oral existente en la actualidad. Al final de la novela, como recordatorio de su trabajo de décadas en torno a la tradición oral, aparecen El Medio Pollito, el Gallo Kirico que se fue a las bodas de su tío Perico, y la historia de La hormiguita presumida y el ratón Pérez.

El final de la novela es uno de los grandes aciertos, muy al contrario de lo que le suele ocurrir a Arturo Pérez Reverte. El final de “Si el corazón pensara” es digno de un gran conocedor de las estructuras novelescas. El lector no quedará defraudado lo más mínimo (prohibido leer las últimas páginas por adelantado).

lunes, 22 de febrero de 2010

En Madrid, con humo y bebecuentos

Estoy en Madrid, y siento cualquier cosa menos añoranza. No hay emoción de regreso del exilio. No hay sonrisa boba al pasar por delante del portal de mi antigua casa. Supongo que me he ido asilvestrando, y ya el humo de la ciudad me marea. También es verdad que Ángel Zapata e Inés fuman mucho, y no es un humo surrealista ni cenetista, sino humo de tabaco negro, que hace años tenía sabor a besos, y ahora solo sabe a cenicero.

El sábado estuve dando una clase de cuatro horas a los alumnos del máster de narrativa de la Escuela de Escritores. Les puse la cabeza como un bombo, pobres, entre palimpsestos y haikus deconstructivos. Hay que espabilar, que si no a la que te descuidas Belén Esteban y Ana García Obregón se escriben una novela tridimensional con cuatro tetas de silicona, y se funda una nueva poética de la postmodernidad. Cuando te sientes a escribir, antes métete una guindilla por el culo, verás cómo hay más movimiento en tus argumentos y los personajes tienen más chispa. Es la escritura orgánica, vegetal, atávica. Verás que risa.

Bea estuvo contando Bebecuentos en el auditorio de la Casa de América, en Cibeles, y provocó un atasco de cochecitos en los pasillos del palacio de Linares. Más de 300 asistentes, entre bebés y padres, sentados incluso en el escenario, rodeándola por completo. Canciones de cuna, pompas de jabón, besos con babas. Una fiesta.

Y muchos amigos, eso sí. Pero a la próxima nos vemos en Tenerife

viernes, 19 de febrero de 2010

La lluvia horizontal

Hoy se puso a llover de abajo arriba. No, yo no estaba haciendo el pino, solo estaba asomado al balcón, de cara al mar, con el barranco de las breñas por delante. Primero empezó a solplar el viento. Viento del norte. El que trae la lluvia. La vi venir, llegaba desde La Palma, pero el viento cada vez soplaba más fuerte, a ras de mar, haciendo borreguitos sobre las olas. Al llegar a las rocas de la costa, el viento empezó a escalar los riscos y a arañar las chumberas. Y llegó la lluvia, y las gotas escalaban la torrentera hasta llegar al balcón de casa, de abajo arriba. Si llevara faldas, se me mojarían las bragas.

Luego empezaron a volar las tejas. Más de cuarenta.

Después tuve que ir a buscar los canalones de recogida de agua de lluvia al jardín del vecino.

Tres camisetas de manga corta en la antena de la televisión.

El cartero sobrevolaba los dragos.

Mañana nos vamos a Madrid, pero regresaremos el domingo.

domingo, 14 de febrero de 2010

Carnaval 2010

Hace diecinueve años, cuando publiqué mi primera novela, "Devuélveme el anillo, pelo cepillo", escribí en el prólogo: "Me gusta disfrazarme. A todos los escritores nos gusta."

Es evidente. Escribir es vivir otras vidas, ponerse en la piel de los personajes, ser otros. O sea: disfrazarse.

Son disfraces sintácticos, cosidos con lexemas y morfemas, que transportarán a los lectores a otros mundos. Pero antes que a los lectores, lo hace con los escritores.

En eso somos como niños. El espacio transicional desde donde los autores escriben, es el cuarto de juegos de los escritores. Hay mucho de infantil en la escritura: pasión, emoción, credibilidad, inmersión, empatía... hasta el punto que Baudelaire decía que "el genio es la infancia recuperada".

Así que de pronto, si este escritor que escribe esto, de pronto vive en Tenerife, se encuentra con que medio millón de personas deciden una vez al año disfrazarse, bailar, transgredir y vivir por unas horas, por unos pocos días, otras vidas, otros mundos, otras pieles.

Este año yo me convertí en cardenal purpurado, con bonete y mirada torcida.

Bea es una diablilla sexy, un súcubo: un demonio en forma de mujer sensual, una perdición, la carne que tienta al débil (qué suerte ser débil y caer en las tentaciones).

Entre los habitantes de Tenerife, hay división de opiniones: a favor o en contra de los carnavales. Pero eso solo sucede si has nacido y vivido aquí, y de pronto toca rebelarse contra lo que se ha mamado desde la cuna. Rebelión o sumisión, ese es el dilema de los chicharreros. Los hay que huyen de la isla, se van a la Gomera, o a Güimar; y los hay que se entregan a la fiesta, ese rito pagano que ni siquiera Franco pudo erradicar de Canarias.

Los que venimos de fuera, o estamos instalados desde hace poco, nos dejamos vencer por las tentaciones. Llevamos décadas de atraso en los asuntos de la risa y los disfraces.

martes, 9 de febrero de 2010

Fallo del Primer Concurso Internacional “Cuento en corto” de narraciones orales en vídeo

Reunido el jurado del I Concurso Internacional “Cuento en corto” para narraciones orales en vídeo, compuesto por profesores de la Escuela de Escritores de Madrid y coordinadores y miembros de la Red Internacional de Cuentacuentos:

Enrique Páez (España), Javier Sagarna (España), Beatriz Montero (España), Armando Quintero (Venezuela), Germán Solís (España), Alicia Barberis (Argentina), Martin Ellrodt (Alemania), Benita Prieto (Brasil), Diego Parra (Colombia), Jota Villaza (Colombia), Ángeles Lorenzo (España) y Armando Trejo (México).

Analizados y evaluadas las 154 obras presentadas al Concurso, el jurado acordó lo siguiente:

Conceder una mención especial con categoría de finalistas a los siguientes vídeos que compitieron en la última rondas de votaciones establecidas por el jurado:

Título: El cuento de la princesa y la rana
Narra: Djeliba Baba el Cuentacuentos (USA)
Escribe: Djeliba Baba el Cuentacuentos
(Vídeo nº 81)

Título: Venganza
Narra: Mauricio Grande (Colombia)
Escribe: MAURICIO Grande
(Vídeo nº 148)

Título: El niño godiño pericondiño
Narra: Fernando Cárdenas Caballero (Colombia)
Escribe: Fernando Cárdenas Caballero
(Vídeo nº 45)

Título: El escritor
Narra: Edgardo Franzetti (Argentina)
Escribe: Edgardo Franzetti
(Vídeo nº 7)

Título: Piedrita bajo la almohada
Narra: Laura Dippolito (Argentina)
Escribe: Giselle Rattaus
(Vídeo nº 75)

Título: Yacoub, el narrador de cuentos
Narra: María Laura Vélez Valcárcel (Perú)
Escribe: Cuento popular
(Vídeo nº 115)

Título: La niña buena
Narra: Rodolfo Castro (Argentina - México)
Escribe: Hector Hugh Munro
(Vídeo nº 94)

Título: Un hombre sabio
Narra: Fernando Cárdenas Caballero (Colombia)
Escribe: Fernando Cárdenas Caballero
(Vídeo nº 58)

Título: La rana juana
Narra: Marcela Romero (México)
Escribe: Tradición popular
(Vídeo nº 93)

Conceder el Premio al mejor Cuento en Corto dotado con 500 euros y un curso trimestral en la Escuela de Escritores, al vídeo:

Título: Future Folklore part 1
Narra: Dan Yashinsky (Canadá)
Escribe: Dan Yashinsky
(Vídeo nº 154)



Para la concesión de este premio, el jurado valoró la calidad literaria, la originalidad del tema, la adecuación de las texturas de la voz del narrador al contenido del cuento, la expresividad gestual, las aportaciones artísticas al arte de la tradición oral, la puesta en escena y la calidad técnica de la obra presentada en vídeo.

El jurado quiere felicitar calurosamente al ganador del Concurso, Dan Yashinsky, a los nueve finalistas, y a todos los participantes en el Concurso por la calidad y la calidez de las obras presentadas, y les invita a todos a participar en la próxima convocatoria del Concurso Internacional “Cuento en corto” que se convocará en el último trimestre de 2010.

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Winners of First International Video Short Story Contest in oral narratives

The Jury composed for teachers of the School of Writers in Madrid and coordinators and members of the International Storytelling Network:

Enrique Paez (Spain), Javier Sagarna (Spain), Beatriz Montero (Spain), Armando Quintero (Venezuela), Germán Solis (Spain), Alicia Barberis (Argentina), Martin Ellrodt (Germany), Benita Prieto (Brazil ), Diego Parra (Colombia), Jota Villaza (Colombia), Ángeles Lorenzo (Spain), Armando Trejo (Mexico),

analyzed and evaluated the 154 works submitted to the Competition. The jury agreed:

To grant a special mention category finalists to the following nine videos that competed in the final rounds of voting established by the jury:

(81) El cuento de la princesa y la rana
Narra: Djeliba Baba el Cuentacuentos (USA)
Escribe: Djeliba Baba el Cuentacuentos
(Vídeo nº 81)

Venganza
Narra: Mauricio Grande (Colombia)
Escribe: MAURICIO Grande
(Vídeo nº 148)

El niño godiño pericondiño
Narra: Fernando Cárdenas Caballero (Colombia)
Escribe: Fernando Cárdenas Caballero
(Vídeo nº 45)

El escritor
Narra: Edgardo Franzetti (Argentina)
Escribe: Edgardo Franzetti
(Vídeo nº 7)

Piedrita bajo la almohada
Narra: Laura Dippolito (Argentina)
Escribe: Giselle Rattaus
(Vídeo nº 75)

Yacoub, el narrador de cuentos
Narra: María Laura Vélez Valcárcel (Perú)
Escribe: Cuento popular
(Vídeo nº 115)

La niña buena
Narra: Rodolfo Castro (Argentina - México)
Escribe: Hector Hugh Munro
(Vídeo nº 94)

Un hombre sabio
Narra: Fernando Cárdenas Caballero (Colombia)
Escribe: Fernando Cárdenas Caballero
(Vídeo nº 58)

La rana juana
Narra: Marcela Romero (México)
Escribe: Tradición popular
(Vídeo nº 93)


Grant Award for Best Video Short Story in endowed with 500 Euros and a three months online course in the School of Writers (Madrid), the video titled:

Future Folklore part 1
Narra: Dan Yashinsky (Canadá)
Escribe: Dan Yashinsky
(Vídeo nº 154)

For granting this prize, the jury valued the literary quality, originality of the theme, the adequacy of the textures of the voice of the storyteller, the expressive gesture, the artistic contributions to the art of oral tradition, and staging technical quality of the work presented in video.

The jury warmly congratulates the winner of the contest, Dan Yashinsky, the nine finalists, and all participants in the contest for the quality and warmth of the works, and invites to them all to participate in the next edition of the International Competition "Story in short" to be convened in the last quarter of 2010.

jueves, 4 de febrero de 2010

Crónica del Festival de Agüimes

Desde la isla de enfrente, Gran Canaria, Antonio Lozano nos hizo señales con un pañuelo rojo: “Veníos al Festival, que celebramos 20 años y habrá tarta, piñata, cuentos, y ron Arehucas”. Y allí nos fuimos, Bea y yo, con coche y todo dentro del barco Bencomo Express.

En el hotel Villa de Agüimes Viviana nos recibió, y nos dio la habitación 6. Pero esa tenía cuatro camas individuales, así que se la cambiamos a Elena Castillo, nuestra vecina de Santa Cruz, por la suya, la número 5.

--Cuidado, que dicen que en esta habitación se alojó Garzón Céspedes cuando era él el que programaba el Festival --nos advirtieron bajando la voz.

No somos supersticiosos, pero antes de dormir miramos debajo de la cama por si se hubiera escondido allí. Y luego dentro del armario. “Sal, Francisco, que no te vamos a hacer nada”. Pero Garzón no estaba, así que nos echamos a dormir tranquilos.

El viernes 22 de enero abrió la función inaugural Antonio López, con su guitarra al hombro, mientras Fele, su mujer, lo miraba con ojitos tiernos. Beatriz Montero contó la mejor versión del Medio Pollito que jamás se haya oído nunca. Siguió el canadiense Marc Laberge, the quiet man, director del Festival interculturel du conte du Québec, con cuatro cuentos breves. Luego Ana Griot (León), Elena del Castillo (Tenerife), Jean Michel Hernández (Francia) y Coralia Rodríguez (Cuba). Todos muy guapos, con tablas y con buen repertorio. Para mi gusto, la mejor función de todo el Festival, y eso que después hubo muchas y sabrosas.

Según pasaban los días empezaron a gotear narradores de cuentos de todos los colores: Boniface Ofogo, Boni, con una película sorprendente bajo el brazo, filmada en el funeral de su padre unos meses antes en Camerún. Antonio González (un lobo y un ratón escondidos en su garganta) y Ana Torrellas (Benedetti en escena), de La Carátula de Elche, medio valencianos medio venezolanos, junto con Nazario, hermano de Antonio González, especialista en escenografía, luces y sonido. Grandes bebedores de ron. Vidas enteras guarecidas en los escenarios.

Nicolás Buenaventura y Pilar llegaron desde París con un espectáculo de cuentos zen, “Maestra palabra”, mínimo, exquisito y bien modulado. Hola y adiós, porque al día siguiente se fueron al carnaval de Barranquilla, en Colombia. Buena suerte, compañeros.

Coralia, la bella mulata, arrancó leyendas de reinas yorubas del interior de la tierra. “Había una vez un cocodrilo verde” que se llamaba Cuba, mi hermano, tú ya sabes mi amol. Bea y yo le compramos en la calle Triana de Las Palmas una camisa para su compañero Michel, un rubio de dos metros que le esperaba en Suiza. Días después Coralia asistió como alumna a mi Taller de Escritura, y se descolgó con un monólogo excelente, una voz propia irreductible. Espero que siga escribiendo. Y contando, claro.

Cuando llegó a Agüimes mi amigo Alberto Pérez, los que estábamos allí ya nos habíamos bebido unas cuantas botellas de Arehucas. Alberto, con su orquesta volátil flotando en el aire y un catarro de los de suspender espectáculos, hizo un esfuerzo titánico para contar y cantar un rock and roll. Mítico. La propuesta músico-narrativa más novedosa de todo el Festival, sin duda.

Durante el segundo fin de semana llegó el diluvio de narradores: Félix Albo (Valencia), Magdalena Labarga y Masissa Amado (Palique), Alekos acompañado por su tiple y el Conde Sisebuto, Bonai Capote (Guinea), Pep Bruno (un poco despistado, algo perdido), Antonio Abdo con Pilar Rey (La Palma), el Taller de Juglares de Gran Canaria, Oswaldo Pai (Zaragoza) con sus bolas malabares, y Kiko Cadaval con culito de oro, un bebé nonato flotando en formol, y todo Galicia en la mochila.

Y todos los que no se subían al escenario, pero estaban por allí: Carlos Gil Zamora de Artezblai (Bilbao), Cristina G. Temprano (Lanzarote), Francis, Mario, María Jesús, Viviana, Fele, Pino y Antonio Lozano (Agüimes), el novelista Pablo Martín Carbajal (Tenerife), Lola López del Instituto Cervantes de Marrakech, y algunos más que si se me olvidan no es por malicia, sino por alzheimer.

Volveremos, cómo no, todas las veces que Antonio Lozano quiera. Sus “Cenizas de Bagdag” se vino conmigo en la maleta, y muy pronto se convertirá en una aventura compartida gracias al misterio de la lectura y el pacto de suspensión de la incredulidad.

(Todas las fotos son de Enrique Páez y Beatriz Montero. Haz clic sobre ellas para verlas más grandes)

martes, 2 de febrero de 2010

La estafa de Asisa

Llevo asegurado en la compañía médica Asisa desde hace 25 años. Ahora, con la crisis, me resulta imposible pagar los recibos mensuales que me pasan al cobro cada dos meses, por lo que el pasado 19 de enero solicité por escrito que me dieran de baja de manera inmediata.

La asombrosa respuesta de Asisa es que, gracias a una cláusula escondida (tanto que yo aún no la he podido encontrar) en el contrato de 20 páginas que me hicieron firmar, ellos tienen derecho a obligarme a seguir pagando hasta el 31 de diciembre de 2010 (un año entero), quiera o no quiera, aunque esté en paro, aunque esté arruinado, aunque viva en el extranjero. Esa obligación nace de una interpretación sesgada de una cláusula engañosa en un contrato escrito con lenguaje premeditadamente oscuro, redactado por algún abogado especializado en desorientar al cliente y en retorcer el lenguaje jurídico para que a través de la letra pequeña y 20 páginas de texto, el cliente no sepa nunca que darse de baja en el futuro le costará el pago de las mensualidades de un año entero, para mayor gloria y beneficio de los grandes accionistas de Asisa. Alguna vez un abogado me dijo que esas eran las llamadas cláusulas abusivas de la letra pequeña, y que anulan los contratos por sí mismas. Ojalá, porque Asisa, para evitar que alguien de la orden al banco de no pagar, renueva sus recibos cada dos meses para que parezca una orden renovada y diferente cada vez.

Al firmar la póliza de seguro de pago bimensual, nunca me informaron esa artimaña de tener que pagar un año extra al solicitar la baja. Es más, el pago bimensual sugiere que uno puede darse de baja avisando con 15 días de antelación, tal y como ocurre con los suministros de teléfono, gas, electricidad, agua, alquiler de vivienda, arrendamiento de local comercial, o cualquier otro servicio que se anuncia, se contrata y se paga con periodicidad mensual o bimensual.

A mí me recuerda mucho a la historia de David contra Goliat: una corporación gigante que de modo opresivo obliga a seguir pagando a los ingenuos asegurados que creen que pueden darse de baja para poder sobrevivir a la crisis. Sería un buen argumento para revisar ese mito de David y Goliat, Ulises contra el gigante Polifemo, el estudiante débil contra el capacobardes del patio del colegio, la mujer prostituida contra su proxeneta, Caperucita y el lobo, Yoyes contra ETA, Atahualpa frente los conquistadores, los judíos contra Hitler, Aminetou Haidar contra la ocupación del Sáhara occidental, los secuestrados contra los secuestradores. Todas las historias son la misma historia: el mito se renueva y se reinventa a sí mismo a través de las acciones de los hombres.

La crisis nos afecta a todos, pero a unos más que a otros. Para salir de la crisis se precisan soluciones imaginativas, pero una de las más mezquinas de todas es obligar al débil a pagar en contra de su voluntad y sin contraprestaciones (no, no hay contraprestaciones, yo he renunciado a los servicios médicos de Asisa, así que no recibo nada a cambio), y con la amenaza de un bufete de abogados especializados en el engaño, un ejército de juristas armados con contratos de cláusulas afiladas, a las órdenes de la Gran Compañía, y pagados con el botín de las primas de los asegurados descontentos.

Yo solo soy un número de asegurado, es verdad, y no tengo tanto dinero como Asisa. Ellos tratan de quitarme, prolongándolo a lo largo de todo un año, 114,86 euros cada dos meses. Eso suma casi 600 euros. Para mí eso es mucho dinero, aunque para Asisa no sea demasiado. Yo no tengo tanto dinero como ellos para contratar los servicios jurídicos apropiados, pero tengo palabras. Muchas palabras. Soy un millonario de lengua, y no cambio mi capacidad de escritura por los 500 abogados de su gabinete.

Quizá con la crisis cien mil asegurados quieran darse de baja en Asisa, y con esta estrategia fraudulenta podrían ganar casi 60 millones de euros (o diez mil millones de las antiguas pesetas). Pero si Asisa quiere ganar 60 millones de euros, no debería hacerlo por la fuerza, con la navaja de una cláusula afilada en la garganta de los asegurados descontentos, sino ofreciendo mejores servicios, y consiguiendo que en lugar de querer darse de baja, deseen mantenerse dentro de Asisa, y convenzan a otros cien mil clientes más. Pero eso es cosa suya, que el departamento de marketing a mí no me paga un duro.

Así que resumiendo: Quiero darme de baja como asegurado de ASISA, y no me dejan. ¿Tendré que dejar de comer para pagar los futuros recibos de la compañía?