Yo quería escribir, en serio. Me he sentado delante del ordenador, mirando al sur, más o menos por donde se asoma el Teide cuando no hay nubes (hoy hay), y me he puesto una cocacola light grande a mi lado. Me he soplado en la punta de los dedos, como hacen en las películas los jugadores que van a lanzar los dados en un casino de Las Vegas, y... se ha puesto a llover.
Así que me he levantado a toda prisa para recoger los dos cojines que estaban fuera, sobre las sillas metálicas, para meterlos dentro de casa. Es que si no, luego uno se sienta en el cojín mojado, de apariencia seca, pero con goma espuma interior con vocación de esponja, y se le queda el culo mojadito, como de niños en la cuna de un hospicio. Y esa sensación ya no se va en todo el día, por más que uno se cambie de ropa y se seque las nalgas con tres toallas. Parece que la humedad, cuando llega por contagio, se enquista por debajo de la piel, como las termitas.
Aquí estamos casi el trópico, así que solo me ha dado tiempo a salir corriendo, recibir un palo de agua, como lo llamaban en Caracas, y meterme de nuevo en casa. Nada más entrar ha dejado de llover. Así, sin más.
Y la nube meona se ha ido a toda prisa, sorteando el Teide, rumbo a Candelaria.
Me he sentado otra vez frente al ordenador, para escribir, y entonces el sol, buscando el oeste, me ha deslumbrado sin posibilidad de esconderme. Pensé por un momento meterme debajo de la mesa, pero entonces no iba a poder escribir en el ordenador. Así no se puede.
¿Así no se puede? Eso me recuerda a ese chiste narrado que circula entre los cuenteros colombianos (y algunos madrileños, que lo copiaron hace más de 15 años), donde la sustracción de palabras, una a una, invierte o pervierte el significado de la frase:
¡Ay, Carlos, así no se puede!
¡Ay, Carlos, así no sé!
¡Ay, Carlos, así no!
¡Ay, Carlos, así!
¡Ay, Carlos!
¡Ay!
Después de esa digresión mental, me he tenido que levantar para tapar el sol con las persianas venecianas. Lo de las persianas venecianas suena bien, ¿verdad?
Me he puesto a pensar que en un día como hoy, con una huelga general, aunque sea domesticada, al que tenga una casa a la sombra del Teide, con cojines en el jardín y persianas venecianas, habría que cortarle algo. Aunque solo sea la retirada.
Cuando me he vuelto a sentar me picaban los ojos.
He recibido un email de Margaret Tong desde Singapur.
La vecina le ha llamado calzonazos a su marido a pleno pulmón.
Bea me ha preguntado que cómo se deletrea la palabra kitsch.
Me han entrado ganas de mear.
Me he acordado de que tenía que descongelar un poco de pan para la cena.
El ordenador me ha preguntado si quería instalar la última versión del Adobe Reader.
Me he recortado la uña del dedo corazón de la mano derecha con los dientes.
El teléfono ha sonado con una oferta de Ikea family.
Antonio González me dice en Facebook que la felicidad se parece a la cerveza.
Una cría de lagartija sube por la pared, pero a mitad de camino se cae al suelo.
Así que hoy no he podido escribir.
A ver si mañana lo consigo.
8 comentarios:
y Bea te dice: escribe o si no limpia el polvo de casa, plancha y corta las árboles. Que son esas nimiedades de cojines, persianas venecianas y lagartijas. Por favor, un poco de seriedad literaria. :)
Joe, te iba a mandar mails sin parar hoy, pero mejor no quedo quietecita que no está el horno pa bollos :P
Besicos
A ver si hoy hay más suerte. ya nos contarás. Me suena (y me resuena) mucho esta sensación. :-)
Pues para no haber podido escribir... mucho has escrito!
Estos escritos imprevistos me encantan. Y además me parto el eje de la risa con lo del culo mojadito, y la última versión del Adobe Reader, jajajaja!
Es todo tal cual, vamos, que aunque algun@s no estemos a la sombra del Teide, sino del Pagasarri, la vida nos acontece muy pero que muy parecida!
Hala, un abrazote cantábrico!
Bea, Belén, Leo, Edurne: Gracias por vuestro apoyo, a veces en forma de amenaza cariñosa :-)
... nube meona... ¿dónde se dice eso?
Narras estupendamente los hechos más cotidianos, los sacas de su simpleza.
Me gsutan esos fragmentos cotidianos de un escritor perdido en su vida diaria, buscando un texto que justo está ahí, revelado en toda su intensidad.
Saludos (creo las nubes meonas llegaron al noroeste).
Montse.
El primer libro que recuerdo haber leído es "Renata y el Mago Pintón" Es un libro que jamás olvidaré y que me inspiró mucho en mi vida, supongo que tienes parte de culpa de que me haya decidido a ir por la rama de las artes... jeje
Muchas gracias por compartir tu imaginación con todos nosotros Enrique, es un placer leerte.
Me encanta tener la posibilidad de escribir en un blog, o libro. Suelo pasar mis almuerzos en el trabajo escribiendo y en vez de salir a comer algo suelo pedir comidas a domicilio en bogota para aprovechar y quedarme escribiendo acerca de distintos temas
Publicar un comentario