No empieces por el argumento. Esta vez lo tendrás que hacer a partir del protagonista insólito. Un protagonista con garra, y que sea él quien te diga de qué va el argumento de su historia.
Para construir un personaje insólito piensa en alguien que te importa un carajo. Alguien que, si desapareciera, a ti incluso te iba a alegrar el día. Por ejemplo… por ejemplo… el director general de la Guardia Civil.
Ya la hemos cagado, con ese no hay personaje. Y con un concejal, tampoco. Y con el principito Felipito tampoco. Esos siempre son personajes planos, huecos, bobainas. No sirven ni para secundarios, con eso te digo todo.
Oh, no, oh, no, que José María Gironella escribió una trilogía repleta de esos personajes heróicos. Pues claro. Desde hace un tiempo hay sospechas de que el millón de muertos enterrados bajo los cipreses creyentes antes del estallido de paz eran, en realidad, los lectores de Gironella.
Empecemos de nuevo:
Para construir un personaje insólito piensa en alguien que nunca será famoso, pero que hace un trabajo insólito. Luego cámbiale el sexo, la nacionalidad, las tendencias sexuales, añade una tara física, aumenta su autoestima hasta el ridículo, regálale un pasado vergonzoso, dos manías insoportables, una habilidad infrecuente y un hermano cavernícola dependiente de él. Ya sé que es como una receta de cocina, pero es que si no te quedas mirando al techo pensando pensando, y al final dices: “Es que no se me ocurre nada interesante”. Así que mejor aplicamos la receta y nos tiramos al vacío. No, a la vecina, no; al vacío, que es como decir que nos ponemos a escribir. Y no, tampoco el plural de “nos ponemos a escribir” es mayestático, ni de humildad, solo es una forma de acompañarte en este comienzo de camino, para que no te sientas tan huérfano. Tú hazte a la idea de que yo soy tu entrenador, tu guru, tu maestro, tu coach, tu Paolo Coello particular, o Luisa L. Hay, o Jorge Bucay, o Krisnamurti, o Cioran, o Hegel, o San Pancracio, o quien te dé la gana, a mí qué más me da, yo soy el que te da el empujón, y si tuviera una pistola en la mano te iba a llevar más derecho que un palo, tanto joder ya con las explicaciones.
Así que, hale, a escribir, que ya tienes a un personaje. Puede que de un modo raro, metafórico, hayas llegado a tu autorretrato, pero no lo sepas aún. Es un secreto. Niégalo incluso delante de tu psicoanalista.
De nada, oye, que para eso estamos.
9 comentarios:
Muy bueno. Dan ganas de ponerse a escribir aunque no hubiera pensado hacerlo.
Bueno, no sñe si yo misma sería una buena candidata para escribir una novela...
Si además, qué coño! si yo soy de relatos (y aprendiendo...)
Besicos
jajajaja Excelente, casi me sentí identificado (con el personaje)
Felicidades
Paso diario por aquí y te leo, aunque sea la primera vez que te dejo un comentario. Lo voy a hacer más seguido.
Felicidades nuevamente.
Arturo Palavicini
Buenísimo, oh capitán, mi capitán...
Beso admirado.
Muy divertido y magistral.
Un abrazo.
Muchas gracias por vuestros comentarios, Bea, Belén, Arturo, Leo, María. Eso siempre da ánimos para seguir escribiendo. Un abrazo grande como el Teide.
Sí, sí... pero tú empieza a escribir ya!
Quieres ser mi coach??? :-D Voy corriendo a buscar mi personaje insólito, que me has dado miedito... Besos
¿Y si la cago por empezar a escribir siguiendo tu estímulo de vestuario? ¿y si la cago por no hacerlo? ¿Y si...? Gracias por todo, querido Enrique.
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