miércoles, 7 de enero de 2009

Dudas

Tengo una duda. En algún lugar leí una vez que un teórico (o sea, uno de esos pollos que le da vueltas a la pelota por oficio, como una manía, sin ni siquiera ser argentino), decía que si un abeto nace, crece y cae fulminado por un rayo en la tundra siberiana sin que nadie jamás lo haya visto, tal vez ese abeto no exista. Más o menos lo que le pasó a Estados Unidos durante toda la Edad Media. Mi padre me enseñó a desconfiar de aquellos países que no hubiesen vivido el Medievo. No sé si tenía razón, porque él lo dijo en una época en la que lo políticamente correcto no se había inventado aún, así que podía también despreciar todos los deportes, con excepción del “viril deporte del ajedrez”.

Veo que se me va el hilo, y me pierdo.

Decía que tal vez ese abeto caído en Siberia sin ser visto, quizá no haya existido. La matemática del caos y el efecto mariposa dirán que sí que ha existido, pero que lo que sucede es que no sabemos interpretar las causalidades. Eso dicen también los astrólogos deterministas, los budistas y los obispos preconciliares, que amenazaban con infiernos, calvicies e impotencias a todos los que se masturbasen en el cuarto de baño pretendiendo ser invisibles como un abeto en la tundra siberiana. De eso nada: el ojo de dios todo lo ve, desde la muerte del abeto hasta la paja adolescente. Nada se oculta al Gran Hermano Fisgón.

Pero ya me estoy perdiendo otra vez por los cerros de Úbeda.

El caso es que del mismo modo, alguien podría escribir una gran novela, no dejársela leer a nadie, esconderla bajo siete llaves durante cuarenta años (¡Ha sido Salinger, el cabrón!), y luego quemarla sin rencor ni remordimientos. Después morirá sin desvelar el secreto a nadie. La novela no existe, aunque la lea dios, el cotilla universal, y solo podrá ser editada con la pulpa de papel del abeto que murió en Siberia. Nihil obstat.
Este post, como todas las páginas escritas, solo existirá mientras alguien lo haya leído, y de uno u otro modo lo recuerde. Dejaría de existir si una vez borrado, todos los lectores lo olvidaran a corto o medio plazo, y no generara ninguna huella posterior, un palimpsesto mental. Así pues, el no-existir cada vez está más cerca, habida cuenta del Alzheimer que asola el planeta desde hace décadas.

Creo que de nuevo se me ha ido la olla a Camboya.

O no. Puede que el solo hecho de leer, aunque solo sea el prospecto de las aspirinas, sea un acto que, en sí mismo, por imposibilidad física de hacer dos actos complejos a un mismo tiempo, impida ejecutar otras maniobras más o menos impuras. Como bombardear Gaza, o hacerse pajas en el cuarto de baño a hurtadillas. En ese caso la lectura ha existido, y el texto que estaba detrás también, porque hay un niño palestino que aún no está huérfano, o un adolescente con dolor de huevos.

Tal vez el teórico cuántico que hablaba del abeto siberiano fue el gato de Schrödinger, aburrido ya de estar encerrado en una caja sin saber si está vivo o muerto. O quizá fue un argentino.

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Decididamente, se te ha ido la olla. Y ya que tengas concomitancias con Salinger, me deja tremendamente preocupada, me lleva incluso a pensar que no solo se te ha escapado una olla, sino que estás mal de la azotea.
Como dicen los alemanes: Hoy no tienes todas las tazas en el armario.

Besotes

Raúl dijo...

A mí me encanta rendirme ante la evidencia -llámame obvio- de ahí que me cueste muy poco, o mejor dicho, nada, decir que es una entrada maravillosa. Una entrada, que existe.

Pd.- Como tu padre, yo tampoco me fío de los países que no vivieron el medievo.

Diego Flannery dijo...

Enrique pongamos un punto de capitón a tu post...yo te he leido...existes...te recuerdo y por las dudas...soy Argentino. ¿Será que el genio maléfico de Descartes está volando por las islas? ¿Piensas y con eso vale para que existas? o ¿debes sumar al OTRO para que te de la entrada al mundo? Tu padre te dió el ticket para el gran festín. Sigue sentado a la mesa y levanta la copa de la duda metódica cuantas veces gustes...si queda vino blanco...me prendo.
Abrazos,
Diego.

Anónimo dijo...

Mmmm, yo lo leí; lo juro! :)))

Belén dijo...

Cuando alguien te recuerda es como si siguieras vivo no?, algo tendrá que ver...

Para que alguien te recuerde, tienes que haber sido visto... Uy que me lío...

Besicos

Anónimo dijo...

jajajja, pobre gatito!

Beatriz Montero dijo...

A ver si me aclaro: un argentino entra a hurtadillas en el baño, sin ser visto por nadie, se hace una paja leyendo una novela que nadie más ha leido ni leerá nunca, termina su viaje en el baño plantando un pino siberiano, que cae por la taza sin ser visto por nadie mientras un gato palestino, el único que no es huérfano es Gaza, se encierra en una caja para protegerse de un nuevo bombardeo.
Uhmmm. Me gustó tu texto.

leo dijo...

Jajajaja, el comentario de Bea me ha alegrado el día.
Me temo que hoy ando demasiado espesa: como Escarlata, dejaré para mañana lo del pino siberiano y si existimos sólo porque los demás nos marcan los contornos.
Besos.

Edurne dijo...

Esteee, yo tambiñén lo he leído, y también he tenido quellamar al orden a la única neurona que me queda viva en esta mañana heladora...
O sea, que para aclararnos, todo se reduce al abeto, al rayo, a los gatos palestinos y alos adolescentes escondidos en los baños haciéndose pajas (mentales tal vez...)
Y a eso de leer y escribir y guardar y quemar y... después no existir!
Ayyys!

Tiburcio Samsa dijo...

Escrubes una entrada en tu blog y la lee un millón de personas. Nadie la imprime. La entrada está compuesta de unos y ceros como el resto del ciberespacio. ¿Es más real esa entrada que tantos vieron que el abeto siberiano que nadie vio?

¡Que venga Salinger y nos lo diga!

Maria Coca dijo...

Dicen que sólo se vive si dejas huellas. O sea: hijos, árboles plantados, libros publicados, malos hechos cometidos... Y después de todo, sólo viven unos pocos y durante un corto tiempo. De los demás, aunque tuvieran medievo, se los merienda el tiempo.

Besos inolvidables.

Anónimo dijo...

Tiburcio Samsa, todo un compendio literario el nombre...Pero, por favor, Saliger que no venga a decirnos nada. Uy, no me gusta ese hombre.
Besos

Carlos Frontera dijo...

De vuelta de vacaciones, me ha resultado grato encontrarme con tal lucidez, Enrique. Yo también recuerdo cuando me explicaron en BUP el ejemplo del árbol que cae en mitad del bosque. Si nadie lo oye caer, ¿hace ruido? Hay que ser cabroncete para plantearle esa duda a un adolescente. Menos mal que, con esas edades, las dudas se olvidaban con un encierro en el baño, para escándalo eclesiástico.
Pero tu duda no es baladí: ¿existe realmente una entrada de un blog que nadie llega a leer? Una vez leí una frase de un bloguero que me encantó, referida a la fugacidad del tiempo en internet: el presente dura lo que tardas en hacer click con el ratón.
Me quedo con mis dudas y con la satisfacción de encontrarte a este lado, inexistente o no.

plstk dijo...

Tío, no sé que fumaste pero me encanta leerte jajajaja. En algún lado leí que sólo existen las cosas que están escritas, lo demás se pierde en el tiempo de los que nacimos con memoria... Eso da que pensar. TE hace pensar en Aquiles, que quería por encima de todo que se le recordara... PEro bueno, esto son paranoias mías después de haber bebido la chuminá' esa de las plantas que me mandaron.

hombredebarro dijo...

Pues andamos todos buenos con lo que existe y con lo que no. Acabo de repasar un post con ese asunto que existirá próximamente, ya que como borrador ¿existe? Un afectuoso saludo.

Anónimo dijo...

Pues sí, definitivamente se te va la olla. Lo de los caníbales ha sido tremendo y tus dudas no me van a dejar dormir.

Pero menos mal que estás ahí.

Muac

Ivana Diaz Otero dijo...

Sea lo que sea, has pensado... luego... ¡EXISTES!, que diría Descartes. A lo que yo pregunto: ¿existen las plantas?... Me refiero a las que no haya fulminado un rayo en la tundra siberiana... Si es que sí, entonces será que piensan... ;-)