
Solo una mujer enferma, decidida a entregar su vida por la libertad de su pueblo, ha levantado la voz que desde hace 34 años está silenciada por los militares de Marruecos y la connivencia española. El Rey y Zapatero piensan que el Sáhara es esa verruga fea, ese perro con sarna que España apartó de una patada. Ellos ya se han tragado la vergüenza histórica, la herencia más triste de un Franco en agonía, el olvido genocida de un Sáhara que fue español.
Me duele el Sáhara, y siento asco por la cobardía y abandono de todos los gobiernos de España frente a la dignidad de Aminetu Haidar y todos los saharauis pisoteados.