Cuando salgo a pasear, después de impartir el Taller de Escritura "Bestiarios" en el Instituto Cervantes, me doy cuenta de que el impulso erótico lo inunda todo en Sao Paulo, y que solo en una ciudad brasileña podría uno encontrarse con grandes moles de hormigón palpitando con urgencias libidinosas.
Mi padre habría disfrutado aquí, y eso que era ingeniero de caminos. Y ya se sabe que con los ingenieros de caminos, bromas, las justas. Catedrático de hormigón armado: y con el hormigón
la estética es innecesaria (mariconadas, ni de coña). La erótica, inexistente. Si hay que follar, se folla, qué remedio, porque reproducirse es necesario, pero nada de perversiones y guarradas.
Solo en Sao Paulo sucede la magia de que los edificios se contagian del amor por la samba, el carnaval y las curvas. Y entonces pasa lo que pasa, no hay más que verlo.
1 comentario:
¡A papá vas!
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