jueves, 31 de marzo de 2011

Comisaría

Sueño que me torturan, que me arrojan por la ventana del quinto piso de una comisaría y caigo al vacío. Me golpeo contra el suelo y sé que no estoy muerto, pero tengo demasiados huesos rotos como para poder levantarme. La humedad de la cara debe de ser sangre caliente, pero me despierto y reconozco a Bongo, mi peludo husky, que me lame el rostro tras caerme de la cama. La misma pesadilla de siempre. Me relajo y respiro hondo. Con los ojos cerrados noto una especie de lluvia caliente sobre mi cara. Qué extraño. Abro los ojos y veo a cuatro policías orinando sobre mí. Me espabilo del todo y reconozco por fin el patio interior de la comisaría.

3 comentarios:

Jesus Esnaola dijo...

Me gusta mucho este texto, Enrique. Inevitablemente, me trae a la cabeza "La noche boca arriba" de Cortázar.

Un placer.

Enrique Páez dijo...

No lo había pensado, pero tienes razón. ¡Ojalá yo fuera Cortázar, pero sin estar muerto, claro!

Jesus Esnaola dijo...

Desde luego, pequeño detalle de gran importancia.