Una noche de finales de diciembre de 1916, el príncipe bisexual Félix Yussupov y su amante, el gran duque Dimitri Pavlovich, de la familia del zar Nicolás II, se confabularon para envenenar a Rasputín, el monje loco, el mayor juerguista San Petersburgo. Faltaban menos de diez meses para que Lenin asaltara el Palacio de Invierno, y para que los
soviets fusilaran al zar y a toda su familia. Contra todo pronóstico, los dos amantes devotos del cianuro sobrevivieron a las luchas de bolcheviques y mencheviques. Yussupov tenía entonces 29 años, y Pavlovich 25. Años más tarde, para compensar, Pavlovich se convirtió en un
playboy, y ayudó a Coco Channel crear el perfume Channel nº 5 de Marilyn Monroe.
Hay personas que se resisten a morir. Para matar a Rasputín fue necesario organizar una fiesta por todo lo alto en el sótano del palacio Moïka, y atiborrar al monje glotón con pasteles y vino saturados con suficiente cianuro y arsénico como para matar a un regimiento. Rasputín comió y bebió hasta reventar, y no dio muestras de que el veneno le hiciera daño. Pidió una segunda

botella de vino de Madeira que también estaba mezclada con cianuro, y se puso a cantar, hasta que cansado de esperar, Yussupov buscó un revolver y le disparó por la espalda apuntando al corazón. Pero Rasputín se negaba a morir, así que tuvo que golpearle repetidamente en la cabeza con un bastón lleno de plomo. No moría, y Yussupov subió a buscar a sus amigos para rematar a Rasputín. Lo encontraron a punto de abandonar el palacio, buscando la puerta de salida, y lo acribillaron con cinco balazos en el patio. Después le cortaron el gigantesco pene, de 28,5 centímetros, que aún se conserva en la clínica-museo de Igor Kniazkin, un urólogo de San Petersburgo. Por si acaso aún estuviera vivo, entre todos lo ataron de pies y manos, lo envolvieron a una lona, hicieron un agujero en la superficie helada del río Neva, y sumergieron el cadáver bajo el hielo. Félix Yussupov aseguraba, muchos años después, que vio a Rasputín agitarse bajo las aguas del río helado. Y tuvo que ser así, porque cuando el cuerpo fue recuperado, la autopsia demostró que Rasputín se había ahogado. En realidad, parece que Yussupov estaba enamorado de Rasputín, y que este le correspondió violando a la que después sería su mujer, la princesa Irina Alexandrovna, única sobrina del zar Nicolás II. A veces la realidad es tan inverosímil, que ni un fabulador colombiano es capaz de exagerar tanto como lo hace la historia verdadera.