miércoles, 5 de mayo de 2010

Las palabras moribundas

Uno sabe que envejece porque los espejos le devuelvan una imagen cada vez más cargada de hombros, con arrugas en cara y manos, barriga creciente, aumento del número de lunares, músculos flácidos, papada en el cuello, bolsas bajo los ojos, dientes que amarillean, piel blanda, calvicie, aumento del número de enfermedades y otros regalos envenenados que nos va haciendo el tiempo en cada cumpleaños. Pero no solo por eso. También nuestro lenguaje envejece, y de pronto un día notamos que hay una parte de nuestro vocabulario en uso que para el resto de la población ya ha dejado de estar en circulación. Palabras descontinuadas, dirían en México. Obsoletas (como la propia palabra “obsoleta”).

Incuso nosotros mismos intentamos no usar ya esas palabras, que nos relegan a un mundo anterior, ya extinguido. A los 14 y 15 años para mí las cosas agradables eran molonas, o fetén; poco después serían dabuten. A los chicos nos salía lefa del berroncho cuando nos hacíamos pajas. Josema y Marisa salían (no eran novios, esa palabra estaba prohibida) y no se morreaban, sino que mordían.

Muy a finales de los sesenta, un día una vieja me paró en la calle, y me dijo que nunca se me ocurriera ser un chico ye-yé. Que los ye-yés eran una vergüenza y una indecencia para España. Estábamos Jaime y yo a las puertas de La Mallorquina, en la Puerta del Sol. Yo le contesté que no se preocupara, porque nunca seríamos ye-yés, ni Jaime ni yo. No mentí, porque los ye-yés habían dejado de existir hacía varios años.

Es muy probable que aquella mujer fuera una chica topolino de su época, de las que iban a los parties y bailaban yenkas con un pick-up, y cada vez que se encontraba a solas con su novio, hacían petting en lugar de meterse mano. Nosotros, en cambio, organizábamos guateques en los que la aguja del tocadiscos se rompía siempre, y era sustituida por un alfiler doblado sacado de la caja de la costura de nuestras madres. Si no había lugar para guateque, nos íbamos a la boîte. Las chicas feas eran fetos y callos malayos, y las guapas ern de bandera o estaban como un camión. Los tontos eran mongoles. Lo políticamente correcto no existía. Éramos “modelnos”, los caraduras eran jetas, meábamos en el waterclós o en el clóset, y en los cines de sesión continua veíamos los films. Las chicas acusaban a los chicos de no saber tratarlas, y ser unos bastos.

En la universidad a mediados de los setenta los policías eran grises, aunque luego fueron maderos, también por el color de sus uniformes. A los progres no nos gustaba que nos llamaran progres. Es algo parecido a si a un hippy le llamas hippy, a un friqui friqui, o a un facha facha. Nunca es fácil identificarse con etiquetas, aunque para todos los demás sean obvias. Los progres de entonces podían ser trotskistas, maoístas, peceros o anarquistas. Socialistas no, de eso no había. Estaban de vacaciones. Había falangistas hedillistas, que querían a toda costa hacerse amigos de los anarquistas, pero para los anarquistas ese era un pacto imposible. No pactaban ni con ellos mismos. Para predicar con el ejemplo, su lema suicida era: Ni Dios, ni Rey, ni CNT.

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Imagen anónima capturada con Google. Si es tuya dímelo y te cito, o la borro.

5 comentarios:

Tiburcio Samsa dijo...

Yo me di cuenta de que ya iba quedándome en la retaguardia el día que oí a un adolescente decir "mola mazo" y me sonó a expresión burda que yo nunca emplearía.

Jesus Esnaola dijo...

Jejeje, me he sentido muy identificado. Y no has dicho nada del horror que nos produce la idea de escribir un sms sin una sola vocal... ¡por mucho que se entienda!

Un abrazo Enrique.

Beatriz Montero dijo...

Qué guapo. Y eso que no has hablado del hisopo de Salud ;)

Belén dijo...

Cuando emepcé la universidad con 18 años, tenía de compis y de amigos a dos chicos de 28 y 29 años... los llamaba viejos (ya ves tu), y me dijo uno que cuando empezara a decir que la mejor música era la de tu época, sería mayor...

(y qué razón tenía)

Besicos

Ruth dijo...

Me encanta. Yo sigo usando muchas de las expresiones que mencionas (y eso que debo ser algo más joven que tú), y me hace gracia oír cómo viejas modas vuelven y los críos se creen super guays porque dicen "no te mofes", como si lo hubieran inventado ellos. En fin. Los tiempos, que avanzan (o no).