lunes, 29 de marzo de 2010
Librofórum con actrices porno
Luego, durante 15 años, me dediqué por completo al Taller de Escritura de Madrid. Y dejé de hacer encuentros con lectores. Se acabó. Además, pagaban muy poco.
Hasta hace unos días, en que, como excepción, hice otro. Uno aislado. Fue el pasado viernes 26 de marzo, en el colegio Rodríguez Campos (entre El Rosario y Santa Cruz de Tenerife). El director, Carlos, me había preparado un encuentro con alumnos de 1º de ESO, y una firma de libros. Serían tres o cuatro aulas que se juntaron en el gimnasio. Se habían leído uno de mis libros, "Devuélveme el anillo, pelo cepillo", y lo llevaban todos debajo el brazo.
Después de hablar y preguntar sin descanso, se pusieron todos en fila, y empecé a firmar libros. Y los más tímidos me hacían la pregunta que se les había quedado guardada en los labios durante el encuentro. No se habían atrevido a hacerla en voz alta, delante de todos.
Hace 15 años los alumnos apenas tenían contacto con Internet, pero ahora sí. Y algunos les había entrado la curiosidad, y habían entreado en mi blog. En este blog que ahora estás leyendo tú en estos instantes. Y de pronto uno de ellos, en voz baja, me preguntó:
--Oiga, he leído en su blog que a usted no le gustan las actrices porno con las tetas pequeñas. ¿Por qué no le gustan?
Levanté la vista del libro que estaba firmando y lo miré perplejo. Se hizo un silencio atronador, que diría Góngora, y vi que él, y cinco amigos, y el director del colegio, esperaban mi respuesta enmudecidos.
Eso es lo que pasa cuando un profesor les aconseja a los alumnos que lean a un autor directamente en su blog. Que de pronto va alguno, y lo hace.
No había escapatoria. Así que con naturalidad, sin falsear la voz, di mi respuesta más honesta:
--Pues porque me gustan con las tetas grandes, claro.
Y seguí firmando libros.
Nadie dijo ni mú.
Al salir del gimnasio le comenté a Carlos, el director, lo de la pregunta comprometida.
--La escuchaste, ¿no?
--Pues claro --me dijo--. Ese chaval es mi sobrino.
Lo dicho: no hay nada mejor que la naturalidad.
Tendré que prepararme para los próximos librofórums.
miércoles, 24 de marzo de 2010
La memoria que no tengo
El Palacio de Deportes estaba en construcción, y cuando se inauguró empezaron los grandes espectáculos en su interior. Los carteles mostraban unas patinadoras con falditas diminutas, el culito en pompa y los brazos en abiertos en cruz: Holliday on Ice. Mis padres nuca me llevaron a verlo, y yo soñaba con las patinadoras cada noche. Luego cambiaron los carteles por los del Circo Price, y en ellos aparecía una trapecista columpiándose en bañador sobre un palito a 20 metros de altura: Pinito del Oro. A esa sí que me llevaron, mi padre no se puedo aguantar las ganas, y yo creí que al domador le iba a comer la cabeza un tigre. Qué miedo.
Pero no, a Manolo nunca lo vi por el barrio. No lo conocí hasta que Blanca me lo presentó 15 años más tarde: “Enrique, este es Manolo, mi novio”, me dijo hinchando mucho el pecho. Blanca era bajita y tetona, y una buenaza de cuidado. Seguimos siendo amigos cuando se casó con Manolo en Chinchón, y cuando tres años después se fueron a vivir a Málaga. Pero antes de trasladarse al sur vivieron en la calle Galileo y en San Hermenegildo, junto a San Bernardo. Blanca se quedó embarazada, y durante los exámenes de fin de curso los de la pandilla cruzábamos la noche a golpes de antetaminas (Centramina, Simpatina), pero ella se desvelaba solo con sobredosis de Optalidones disueltos en cocacola. Manolo le tenía prohibidas las anfetas. Pero a lo que iba, que me pierdo: en la terraza de Blanca había dos sillas de madera con brazos. Un día, aburrido de leer “Los conceptos fundamentales del materialismo histórico”, con un lápiz afilado y con letras grandes grabé perforando la pintura un poema espantoso en el reposabrazos. Decía así:
Blanca
desbanca
la banca
con el anca.
Aún manca
le arranca
la palanca.
El poema era malo, ya lo he dicho. Supongo que fue mi venganza contra Blanca por haberme recomendado el libro de Marta Harnecker.
No me da pena por la silla, ni por Blanca. No fue una putada demasiado grande, porque el fin de semana siguiente Manolo ya la había lijado y pintado nuevamente, y la había dejado como nueva. En realidad lo siento por mí mismo, porque aún me acuerdo de ese poema absurdo que nunca me gustó.
¿Qué por qué me da pena? Pues porque un día mi padre me dijo que la memoria tiene un límite, y que llega un momento en que ya no cabe más, y que entonces el cerebro elimina algunos recuerdos poco útiles para dejar espacio a los nuevos recuerdos, así que me yo me pregunto, no sin inquietud: ¿A qué amigo he olvidado, y que ahora debería llamar para quedar a comer el próximo domingo? ¿De qué trataba ese libro que me gustó tanto, y del que ya he olvidado hasta el autor y el título? No lo sé, está perdido en la memoria, por culpa de un poema horroroso que lo ha desterrado al olvido. Al menos Borges dejó un poema magnífico que todavía no he olvidado:
"De estas calles que ahondan el poniente,
una habrá (no sé cuál) que he recorrido
ya por última vez, indiferente
y sin adivinarlo, sometido
a Quién prefija omnipotentes normas
y una secreta y rígida medida
a las sombras, los sueños y las formas
que destejen y tejen esta vida.
Si para todo hay término y hay tasa
y última vez y nunca más y olvido
¿quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo nos hemos despedido?
Tras el cristal ya gris la noche cesa
y del alto de libros que una trunca
sombra dilata por la vaga mesa,
alguno habrá que no leeremos nunca.
Hay en el Sur más de un portón gastado
con sus jarrones de mampostería
y tunas, que a mi paso está vedado
como si fuera una litografía.
Para siempre cerraste alguna puerta
y hay un espejo que te aguarda en vano;
la encrucijada te parece abierta
y la vigila, cuadrifronte, Jano.
Hay, entre todas tus memorias, una
que se ha perdido irreparablemente;
no te verán bajar a aquella fuente
ni el blanco sol ni la amarilla luna.
No volverá tu voz a lo que el persa
dijo en su lengua de aves y de rosas,
cuando el ocaso, ante la luz dispersa,
quieras decir inolvidables cosas.
¿Y el incesante Ródano y el lago,
todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino?
Tan perdido estará como Cartago
que con fuego y con sal borró el latino.
Creo en el alba oír un atareado
rumor de multitudes que se alejan;
son los que me han querido y olvidado;
espacio y tiempo y Borges ya me dejan."
martes, 23 de marzo de 2010
Para qué nos vamos a engañar
Percuntia tempora fati conqueror, in uentos inpendo uota fretumque; ne retine dubium cupientis ire per acquor; si bene nota mihi est, ad Caesaris arma iuuentus naufragio uenisse uolet. lam uoce doloris utendum est: non ex acquo diuisimus orbem; Epirum Caesarque tenet totusque senatus, Ausoniam tu solus habes». His terque quaterque uocibus excitum postquam cessare uidebat, dum se desse deis ac non sibi numina credit, sponte per incautas audet temptare latebras quod iussi timucre fretum, temeraria prono expertus cessisse deo, fluctusque ucrendos classibus exigua sperat superare carina.
sábado, 20 de marzo de 2010
Día Internacional del Cuentacuentos: 20 de marzo
International Storytelling Netwok participates in the World Storytelling Day with a long storytelling session in La Havana, Cuba, led by Mayra Navarro. Participants:
La Red Internacional de Cuentacuentos participa en el Día Internacional de la Narración Oral con una larga sesión de cuentacuentos en La Habana, coordinado por Mayra Navarro. Participan:
Aldo Méndez / CUBA: COMO TE LO CUENTO…
Jícarade Cuentos /CUBA : Dania Gutiérrez. OSHÚN
Tirso Clemades / CUBA: SEXUALIDAD Y VIHda
Proyecto PARA CONTARTE MEJOR / CUBA: Lavinia Ascue /Ricardo Martínez / Beatriz Quintana / Benny Seijo: Si de animales se trata…
TALLER ContArte / CUBA: Nelson del Risco / Videlia Rivero: AMÉMONOS
Lissette Pinillo y Nivaldo Peñalver / CUBA : BALOMPIÉ CON WEMBA
Taller Permanente del GTH / CUBA: Ada Ofelia González: No os asombréis de nADA
Juanita Urrejola / Chile: CUENTOS…
La iniciativa surgió en Suecia, "Alla berattares dag" (El día de los cuentacuentos), en 1991, y con el pasar de los años se han venido sumando cada vez más países.
Se trata de que la mayor cantidad posible de narradores cuenten historias en todo el mundo, en todos los idiomas, durante todo el día y la noche.
En el año 2005 fueron 25 países de 5 continentes que realizaron eventos para conmemorar este día.
En 2006 siguió creciendo la marea de los cuentacuentos.
En 2007 fue la primera vez que un concierto de la narración se celebró en Terranova, Canadá.
En 2008, Holanda y los países bajos participaron en el Día Mundial de la narración con un gran evento llamado "Vertellers de Aanval": el 20 de marzo, tres mil niños fueron sorprendidos por la repentina aparición de cuentacuentos en sus aulas.
Cada año hay un tema sugerido para los cuentos. Estos son los que se han propuesto hasta ahora:
2004 - Pájaros
2005 - Puentes
2006 - La Luna
2007 - El nómada
2008 - Sueños
2009 - Vecinos
2010 - Luz y sombra
2011 - Agua
Así que desde la Red Internacional de Cuentacuentos nos unimos a la fiesta colectiva mundial, y felicitamos a todos los cuentacuentos que dedican buena parte de su vida y sus esfuerzos a contar historias. ¡Feliz día, narradores!
Más información en
www.freewebs.com/worldstorytellingday/
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Imagen: Logo del Día Mundial del Cuentacuentos, de Mats Rehnman
jueves, 18 de marzo de 2010
Esa manía de cumplir años
Así que considerando la vida como una curva de esas que tanto les gusta dibujar a los economistas, donde primero se crece a partir de cero (la fundación de la empresa, el nacimiento), para luego llegar a un cénit, y después vivir el descenso, pues me da por pensar (bobadas, ¿qué querías?) que los primeros años, pongamos hasta los 25 ó 30, la vida va en aumento: a las mujeres les crecen las tetas, a los hombres la picha, se adquiere poder, dinero, casa, sabiduría (no todos, algunos se hacen diputados), libros, infidelidades, piojos, amigos, hijos, hipotecas (¿serán lo mismo?), orgasmos, desilusiones, experiencia…
Después toca estar unos poquitos años en el cénit. Y luego, a partir de los 35 ó 40, el descenso, lento pero implacable, hasta el cierre de la empresa, por defunción más que nada. En ese declive llegará el cáncer de próstata, el de mama, el alzheimer, los músculos blandos, los entierros de los amigos, las visitas al médico y a la iglesia (no habrá salvación, ni aquí ni allí), el insomnio, las arrugas, las verrugas, las gafas de cerca, la calvicie, el cansancio, y la sensación de derrota tras haber luchado tanto para llegar a ser un inútil incapaz de retener el pis, hasta el punto de que muy pronto volverá a usar pañales desechables.
Qué raro es el desaprendizaje. Y qué injusto. Cuando un bebé se mea, su pis fresquito es fuente de risa y vitalidad; cuando un anciano se mea, su orina oscura es vergüenza de la incontinencia, puro presagio de la muerte. Los desvaríos de un niño se llaman imaginación desbordante; los de un anciano son simple demencia. El beso de un niño es alegre, el del viejo es amargo. Qué mal edificado está el armazón de la cultura, que sigue premiando al cuerpo victorioso de los que crecen, y castiga a los derrotados por el tiempo. ¿Cómo no va a querer mi hermano Javier renunciar a la vergüenza de hacerse mayor, de envejecer? “Vive rápido, muere joven, y deja un bonito cadáver”. Las enseñanzas de James Dean han calado mucho más a fondo que las de Confucio y Heidegger unidos.
Pero si regresamos a la antropología economicista, desde los 35 hasta los 85, siendo generosos, hay un tobogán descendente que termina en la tumba. No es un tobogán en línea recta, ni mucho menos. Más bien parece una curva modelo panza de burra: al principio el descenso apenas es perceptible, y en los últimos años es de vértigo, pero haciendo un promedio mentiroso, cada año nos morimos un 2 por ciento. Cada año, por nuestro cumpleaños, somos un 2 por ciento más torpes, más bobos, más feos, más doloridos, más arrugados, más incontinentes, más impotentes, más malolientes, más enfermos, más… muertos. Puesto que yo ahora cumplo 55, tengo un 40 por ciento de mi vida, mi cerebro y mi cuerpo desgastado. Es como si tuviera gangrenado un brazo, una pierna, un pulmón, un huevo, un ojo, un oído, el bazo, el páncreas y un riñón. Peor que el pirata patapalo. Tal vez pueda parecer que no es exactamente así por aquello de que la curva de la muerte no es igual en los 20 primeros años de descenso (de los 35 a los 55) que en los 20 últimos que nos llevan al cementerio. De hecho a mí no me parece que esté tan hecho polvo. Pero es una deducción engañosa, porque el tiempo y su aprovechamiento tiene una curva idéntica pero inversa a la del deterioro, y eso provoca que la capacidad de hacer y deshacer, de viajar o gozar, se verá muy reducida de los 65 a los 85. Así que lo que no vivamos, hagamos, aprendamos o gocemos de los 35 a los 55, difícilmente lo podremos hacer después de los 65.
Todo esto parece muy sombrío. Una putada de la que nadie nos había hablado antes.
Pero solo lo parece. En realidad no es así, o no debería ser así. Que la muerte llega, eso es evidente, pero que la muerte sea una putada no lo es tanto. La muerte tiene que ser el descanso final, el retiro merecido y conseguido, el sueño eterno y feliz, el atraque en el puerto de destino, por fin, ya era hora. No se trata de querer llegar antes para alejarnos de este valle de lágrimas (vivo sin vivir en mí… y muero porque no muero), sino de llegar al final de la maratón cansados y satisfechos, mirar un instante hacia atrás, y poder decir: lo conseguí. Y descansar. Al menos hasta la siguiente reencarnación, a la que llegaremos tan desmemoriados que ni siquiera sabremos que tenemos vidas heredadas a nuestras espaldas.
Lo que yo quiero ahora es reconocer la belleza terminal de la derrota, disfrutar de la hermosura de los cuerpos desgastados y curtidos por el tiempo (nos ha jodido, barriendo para casa). La belleza infantil y adolescente es fácil, no necesita esfuerzo, es inmediata, y hasta podría decir que es un poquito cursi. Es como un coche nuevo, como el inicio del amor, como el primer viaje de vacaciones. Es pan comido, no tiene densidad, no hay matices, es tan simple como los dibujos de Walt Disney. En cambio la belleza del cuerpo desgastado es la del vino curado, la del viaje fuera de las rutas turísticas habituales, la de la hermosura construida de forma personal e intransferible por un cuerpo que acumula un tesoro de experiencias y vivencias en su interior. El cuerpo joven es un cofre hermoso, pero que todavía está hueco por dentro. El cuerpo viejo es un baúl herrumbroso y destartalado, pero lleno de sorpresas en su interior. Esa es la paradoja.
Como diría Neruda en sus memorias, “confieso que he vivido”, ahora a mí me toca disfrutar de la belleza del naufragio, del final del imperio, de la hermosura fronteriza de la decadencia. Lo anterior ya ni siquiera me interesa. Hay que saber estar, saber mirar, y haber vivido para descubrir que en la trastienda de la vejez hay tesoros ocultos de los que nadie nos habló nunca. Es el secreto mejor guardado de los ancianos. Quizá nunca lo ocultaron, pero nadie lo escuchaba. Cosas de viejos, déjale, que chochea.
Pues allá tú. Tú te lo pierdes. No sabrás cómo vivirlo, y te odiarás a destiempo.
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Las cuatro fotos son de cuando yo tenía entre 19 y 23 años. Me las envió ayer Elías. Casi no me reconozco.
miércoles, 10 de marzo de 2010
Crónica de la Presentación de la RIC en Barcelona
La presentación de la Red Internacional de Cuentacuentos en el Ateneo fue genial. El Ateneu estaba en obras, y la calle Canuda también, pero eso no impidió que nos juntáramos allí una buena cantidad de letraheridos enredados con los cuentos. La sala estaba al 120 % de su capacidad (gente sentada en el suelo, de pie, atascando la puerta). Incluso Pau Pérez, Jordi Muñoz, Muriel Villanueva y Pep Durán estaban sorprendidos, porque nunca habían visto la sala Sagarra tan atestada, y eso que acuden a diario al Ateneu.
Tal y como estaba previsto, primero nos presentó Muriel Villanueva, responsable de relaciones internacionales de la Escola d’Escriptura del Ateneu de Barcelona, y luego hablaron Alekos, Beatriz Montero, y el que firma esta crónica.
Después empezaron los cuentos. Abrieron la sesión dos antiguas alumnas de los cursos de narración oral del Ateneu, Mª Àngels Gil e Inés Macpherson, con cuentos de Pere Calders y Benedetti. Después Rubén Martínez Santana resumió la creación del universo y del género humano sin palabras, con orquesta propia y efectos especiales digitales (con los dedos), una genialidad. Gracias, Rubén. Alekos le dejó su espacio a Hanna Cuenca, recién aterrizada desde Bogotá, vía Festival de teatro de Elche, que contó un cuento de neoprincesas urbanas. Beatriz Montero sacó a un sapo del estanque y lo colocó, desnudo, en la cama de la princesa. Al menos eso fue lo que la princesa le dijo al rey cuando por la mañana se los encontró a los dos desnudos en la cama. Y al final Pep Durán abrió su maleta y nos deleitó con sus memorias húmedas de la librería Robafaves, con letras náufragas destiladas de las páginas de los libros.
Antes de salir nos encontramos con Martha Escudero (gracias por tus dos artículos, Martha), con Ignasi Barjau (contes i cuentos), con Kristinoshka, con Sergi Bellver, y con muchos narradores de Barcelona. Para celebrarlo nos fuimos a cenar ropa vieja y pollo con aguacate al Raval, cruzando al otro lado de las Ramblas. ¡Qué rico!
Y al día siguiente, de paseo. La boquería, el puerto, la Sagrada Familia, el barrio gótico... Turismo puro y duro, recuperación de la memoria (yo vivía en la pensión Fernando del barrio chino cuando Franco tuvo el buen gusto de morirse de una vez). Regresé a la antigua escuela donde impartí mis primeras clases, San Felip Neri, en pleno barrio gótico, detrás de la catedral, y me volví a dejar fusilar en sus paredes de piedra que aún conservan las huellas de metralla de los fusilados en la guerra civil.
Al caer la noche regresamos al casco viejo, y nos acercamos primero al Harlem jazz club, uno de los templos de la narración oral barcelonesa, y después a casa de su vecina, Valentina, a escuchar cuentos de Joan Boher, presentados por Cristina Salvador. Y otra vez a beber cerveza, antes de que llegaran las nieves.
miércoles, 3 de marzo de 2010
Presentació a Barcelona de la Xarxa Internacional de Contecontes (RIC)
Presentació a Barcelona de la Xarxa Internacional de Contecontes (RIC) - International Storytelling Network
Dijous 4 de març, a les 19.30 h, a la sala Sagarra (4a planta) de l'Ateneu Barcelonès, C/ Canuda, 6.
Hi intervindran els coordinadors de la Xarxa,
Beatriz Montero,
Enrique Páez i
Alexis Forero (Alekos),
i la responsable de relacions internacionals de l'Escola d'Escriptura,
Muriel Villanueva .
A la segona part de l'acte, explicaran contes:
Pep Durán,
Alexis Forero (Alekos),
Ma Àngels Gil,
Inés Macpherson,
Rubén Martínez i
Beatriz Montero.
Si voleu més informació sobre la xarxa, cliqueu al següent enllaç: http://www.cuentacuentos.eu/
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Presentación en Barcelona de la Red Internacional de Cuentacuentos (RIC) - International Storytelling Network.
Jueves 4 de marzo de 2010, a las 19.30 h, en la sala Sagarra (4a planta) del Ateneu BarcelonèsC/ Canuda, 6.
Intervindrán los coordinadores de la RIC,
Beatriz Montero,
Enrique Páez y
Alexis Forero (Alekos),
y la responsable de relaciones internacionales de l'Escola d'Escriptura,
Muriel Villanueva.
En la segunda parte del acto contarán cuentos:
Pep Durán,
Alexis Forero (Alekos),
Ma Àngels Gil,
Inés Macpherson,
Rubén Martínez y
Beatriz Montero.
Si quieres más información sobre la RIC, clica el siguiente enlace: http://www.cuentacuentos.eu/
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La Xarxa Internacional de Contecontes (RIC) - Red Internacional de Cuentacuentos (RIC) - (International Storytelling Network) - es un portal de narradores orales abierto a todos los in teresad os en la difusión del cuentacuentos, la animación a la lectura, la creación literaria y las artes escénicas. Esta plataforma de interconexión y divulgación del trabajo de cuentacuentos agrupa a más de 560 narradores de 40 países en los cinco continentes.
Entre sus objetivos prioritarios se cuenta la preservación y recuperación del patrimonio cultural oral e inmaterial de la humanidad, la defensa de las lenguas en peligro de extinción, la difusión del oficio de los narradores orales, la dinamización de las bibliotecas y centros escolares, la creación literaria, y la expansión de las artes escénicas. Ante el deterioro y el retroceso de la oralidad frente a las nuevas tecnologías, los cuentacuentos dan la voz de alarma para mantener viva la herencia de Sherezade y el milenario arte de contar cuentos.