miércoles, 10 de marzo de 2010

Crónica de la Presentación de la RIC en Barcelona

Regresamos de Barcelona antes de que cayera la gran nevada. Yo no fui. “No he de callar, por más que con el dedo, ya tocando la boca, o ya la frente, silencio avises, o amenaces miedo”, que diría Quevedo. Y sigue “¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?”

La presentación de la Red Internacional de Cuentacuentos en el Ateneo fue genial. El Ateneu estaba en obras, y la calle Canuda también, pero eso no impidió que nos juntáramos allí una buena cantidad de letraheridos enredados con los cuentos. La sala estaba al 120 % de su capacidad (gente sentada en el suelo, de pie, atascando la puerta). Incluso Pau Pérez, Jordi Muñoz, Muriel Villanueva y Pep Durán estaban sorprendidos, porque nunca habían visto la sala Sagarra tan atestada, y eso que acuden a diario al Ateneu.

Tal y como estaba previsto, primero nos presentó Muriel Villanueva, responsable de relaciones internacionales de la Escola d’Escriptura del Ateneu de Barcelona, y luego hablaron Alekos, Beatriz Montero, y el que firma esta crónica.

Después empezaron los cuentos. Abrieron la sesión dos antiguas alumnas de los cursos de narración oral del Ateneu, Mª Àngels Gil e Inés Macpherson, con cuentos de Pere Calders y Benedetti. Después Rubén Martínez Santana resumió la creación del universo y del género humano sin palabras, con orquesta propia y efectos especiales digitales (con los dedos), una genialidad. Gracias, Rubén. Alekos le dejó su espacio a Hanna Cuenca, recién aterrizada desde Bogotá, vía Festival de teatro de Elche, que contó un cuento de neoprincesas urbanas. Beatriz Montero sacó a un sapo del estanque y lo colocó, desnudo, en la cama de la princesa. Al menos eso fue lo que la princesa le dijo al rey cuando por la mañana se los encontró a los dos desnudos en la cama. Y al final Pep Durán abrió su maleta y nos deleitó con sus memorias húmedas de la librería Robafaves, con letras náufragas destiladas de las páginas de los libros.

Antes de salir nos encontramos con Martha Escudero (gracias por tus dos artículos, Martha), con Ignasi Barjau (contes i cuentos), con Kristinoshka, con Sergi Bellver, y con muchos narradores de Barcelona. Para celebrarlo nos fuimos a cenar ropa vieja y pollo con aguacate al Raval, cruzando al otro lado de las Ramblas. ¡Qué rico!

Y al día siguiente, de paseo. La boquería, el puerto, la Sagrada Familia, el barrio gótico... Turismo puro y duro, recuperación de la memoria (yo vivía en la pensión Fernando del barrio chino cuando Franco tuvo el buen gusto de morirse de una vez). Regresé a la antigua escuela donde impartí mis primeras clases, San Felip Neri, en pleno barrio gótico, detrás de la catedral, y me volví a dejar fusilar en sus paredes de piedra que aún conservan las huellas de metralla de los fusilados en la guerra civil.

Al caer la noche regresamos al casco viejo, y nos acercamos primero al Harlem jazz club, uno de los templos de la narración oral barcelonesa, y después a casa de su vecina, Valentina, a escuchar cuentos de Joan Boher, presentados por Cristina Salvador. Y otra vez a beber cerveza, antes de que llegaran las nieves.

1 comentario:

Una ET en Euskadi dijo...

A ver si me explicás:
"Regresamos a Barcelona antes de que cayera la gran nevada. Yo no fui":
¿No fuiste a Barcelona? ¿No fuiste el que hizo nevar? ¿No fuiste quevedo en tu otra vida? ¿¿QUÉ NO FUISTE??

PD1: ¿Viviste en Bcn? ¿¿FUISTE CATALÁN??
PD2: Simpática crónica, se nota que lo pasaron muy bien. A mí me hubiera gustado estar, pero ya no puedo, mi ex abogada me tiene secuestrada y se encaprichó en no devolverme la libertad
PD3: YO NO FUI