Si después de la navidades tu hermana ya no te habla por culpa de tu cuñado,
mata a tu cuñado. Es la solución más limpia, apenas indolora. A él nadie le va
a echar de menos, como tú bien sabes.
Si con eso no se resuelve el problema y tu hermana sigue sin dirigirte la palabra, mata a tu hermana. Qué remedio. Es un poco más incómodo, pero suele funcionar.
Si aún así, de modo incomprensible, tu hermana persiste en guardar silencio, entonces te toca a ti. Mátate. Hazlo rápido, sin pensarlo mucho. No prolongues más ese desatino. Suicídate. Se acabó la fiesta.
Ahora bien, procura seguir la secuencia de modo riguroso, que aquí el orden de los factores sí que importa.
© Enrique Páez
Si con eso no se resuelve el problema y tu hermana sigue sin dirigirte la palabra, mata a tu hermana. Qué remedio. Es un poco más incómodo, pero suele funcionar.
Si aún así, de modo incomprensible, tu hermana persiste en guardar silencio, entonces te toca a ti. Mátate. Hazlo rápido, sin pensarlo mucho. No prolongues más ese desatino. Suicídate. Se acabó la fiesta.
Ahora bien, procura seguir la secuencia de modo riguroso, que aquí el orden de los factores sí que importa.
© Enrique Páez
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