Es posible que la intensidad extrema del dolor contenga en su interior un componente de placer. Tal vez el masoquismo sepa algo de eso. Lo digo así, como de pronto lo percibo, entrevisto por rabillo del ojo. Y me parece raro que yo lo diga, porque soy muy cobarde con el dolor, físico y psíquico. Soy un adicto al Nolotil, aspirinas, paracetamoles, Prozac, Nembutal, morfina, anestesia, alcohol y todo lo que se tenga a mano, legal o ilegal, antes de que me duela un poco la uña desgarrada. Y sin embargo, este nuevo dolor me deja derrotado con cualquier bobería: basta que Pablo me llame por teléfono para preguntarme que qué tal estoy, o que un hombre lleve a su hijo en brazos por la calle, y de golpe pierdo incluso el sentido de la orientación y el equilibrio. No sé dónde me encuentro, me sobran brazos y piernas en el cuerpo, calculo mal las distancias, tropiezo, y me cuesta estar sentado en una silla, porque no sé dónde poner esas manos extrañas que me cuelgan como pulpos al final de mis antebrazos. Ayer caminaba por las calles de La Laguna, y sentía mareos cada vez que cruzaba una calle o me aproximaba a un edificio. Me apoyé en una farola, y su pintura despellejada me arañó la palma de la mano como si fueran cuchillas de afeitar. Tengo los oídos taponados desde hace una semana, y solo de tanto en tanto, tras bostezos prolongados, logro desatascarlos durante un rato. Entonces, ¿dónde está el placer?
Es la intensidad. La pura intensidad del dolor, que hace que la sensación de ahogo sea tan nítida y sobrecogedora que me deja en un éxtasis de desolación, de nirvana mortal. Todo desaparece en esos momentos, se abre frente a mí un cielo negro, y ni siquiera me acuerdo de mis padres muertos ni de mis hermanos malheridos. Es el dolor en estado puro, que me deja flojas las piernas, y me agota en un instante, dejándome a merced del viento. No es que me quiera dejar morir, ni suicidarme, ni regodearme en el padecimiento. Nada de eso. Es el puro asombro de que exista esa frontera del dolor inédito, y que más allá de esa desolación extrema, aún exista una geografía hermética y despoblada, un vértigo de luz negra que empaña la vista, tapona los oídos y comprime el aire. Es otro universo paralelo, y desde allí escucho con sordina, como si viniera de muy lejos, los ruidos apagados de este otro mundo que a veces me reclama. Algunos místicos, drogadictos, visionarios o torturados, hablan del éxtasis del dolor, el que se encuentra al otro lado del cuerpo, hermano de la esquizofrenia. No sé si será el mismo dolor, solo sé que me deja tiritando sin piel en el centro mismo del vacío, sordo, sin aire y sin conciencia. La tarde cae, y me encuentro desnudo en un páramo sin límites ni carreteras. No sé dónde estoy. Me cuesta respirar, cierro los ojos emborronados de lágrimas y trato de calentar con mi propio aliento las yemas de los dedos congelados.
Sé que estáis ahí, todos y cada uno de vosotros. Os oigo, os leo. Os doy las gracias por todos los ánimos. Sé que está Bea, y Elías. Sé que están Peancha, Basilio, Raquel, Jaime, Salud, Coke, Nacho, Jorge, la Nena, Tito, Javier… Pero no sé dónde estoy yo. No sé qué pasa. No sé qué es esto.
26 comentarios:
No hay palabras que puedan ayudarte a encontrarte, o a que te duela menos. El tiempo es sabio y lo cura todo, o al menos lo alivia. Es lo único que se me ocurre decir.
Necesitas tiempo enrique has entrado en crisis, pasará... el tiempo se lleva todo. Mientras tanto procura darte cuenta donde estás, es muy bonito! Un abrazo.
El tiempo... el tiempo también debe sentirse mareado, todo el mundo lo invoca. En su nombre paramos y apuramos los malos tragos, los dolores y las pérdidas... el tiempo!
Y es verdad, el tiempo es como esa droga, sólo que de efecto retardado, lento, pausado... él también se toma su tiempo.
La catársis, el duelo, la reflexión, el perderse dentro de uno mismo, la pérdida... todo eso, es tuyo y tú eres el que lo ha de vivir, de pasar y sufrir.
Uno, una, no quiere pensar en cómo le puede llegar a afectar semejante ruptura cuando le llegue... yo no quiero, no puedo ni quiero. Me paralizo y me falta hasta el aire...
Pero sabes, contigo, con tu dolor, estamos recorriendo ese camino todos nosotros, lo hayamos o no padecido.
Estás aprendiendo y nos estás enseñando.
Este proceso, que no por natural, es vivido como tal, es diferente en cada uno de nosotros, y tal vez se desarrolle distinto a como lo imaginamos alguna vez.
Tus mareos pasarán, tu taponamiento, tu desorientación... Tu orfandad seguirá, sí, pero la llevarás de la mano, no con los brazos perdidos, con los afectos esparcidos...
A mí me desata este dolor, el de la pérdida de los padres, y así, tan seguido como te ha sucedido a ti.
Y tienes a un montón de corazones que te prestan su latido a tu alrededor, y tienes los sentimientos que has despertado en toda esta familia virtual que te apoyamos desde la distancia...
En fin, Enrique, pasará el otoño, el invierno; llegará la primavera, el verano, y llegará la calma y la herida seguirá, sí, pero como ese recordatorio de lo que te amputó el destino. La tocarás y ellos volverán a estar contigo... siempre están y siempre estarán. Los padres viven en nosotros, a través de nosotros...
Salud y fuerza, Enrique! Agárrate bien a tus apoyos y a tus recursos... Y escupe tu dolor, no lo guardes, ni un miligramo de dolor debe quedar dentro!
Un abrazo enorme!
Sólo puedo insistir en mi abrazo.
te dejo besos
Vuelvo para dejarte un montón de besos, otro montón de abrazón y otro aún más grande de cariño.
Tu confusión es parte del proceso de duelo en el que estás inmerso. Hay que vivirlo, no queda otro remedio. Rodéate de los que te quieren, y dájate querer.
Qué definición tan precisa, a pesar de lo difuso. Me duele tu dolor.
Pero como decía Arcángel Mirón, para que el dolor no se transforme en sufrimiento debemos permitirle ser.
Déjale ser, Enrique, déjale ser. Y échalo fuera.
Con el estómago encogido por la clarividencia de tus palabras, sigo tendiéndote la mano.
Si hizo daño, siento haber hecho sonar el teléfono.
Recuperarás el equilibrio por ti mismo, y mientras tanto tienes mucha gente buena cerca que no dejará que te caigas.
Juro que no había leído tu post antes del mío pero yo hoy hablo de quedarse a merced del sol, y tú del viento. Me encanta la coincidencia
Un gra abrazo
El dolor y el placer se parecen en un solo punto, a mi entender: tanto en uno como en otro, estamos solos.
Que no se malinterprete: hay gente a la que amamos y nos acompaña en ambos momentos, pero internamente, frente a frente con el placer y el dolor, somos ellos y nosotros.
Y ahí nos damos cuenta de algo: somos más fuertes de lo que pensamos.
Te abrazo, Enrique.
La vida es esto, Enrique, y también lo opuesto, la felicidad. Entre ambos extremos nos pasa todo lo demás. Dice Simone Weil en 'La gravedad y la gracia': "La vida humana es imposible, pero sólo la desgracia logra que lo sintamos". Utilizo recursos literarios porque no sé de qué otra forma mitigar tu desconsuelo.
Un abrazo.
¡Cuánto dolor Enrique! ¡Qué bien descripto! Sí, se siente eso, tal cual...me gustaría que no sufrieras tanto la verdad...pero los deseos nunca alcanzan ¡El sufrimiento es tan puñetero! Se sale de esto y, seguramente, fortalecido...
Abrazoa a vos y a Bea
Esto es pena, dolor, angustia y todo en su maxima expresion, un abrazo enorme y tibio.
Fernanda
Mas abrazos para ti.
Enrique, a veces hay que reivindicar un poco la tristeza, si ahora no tienes ganas de reír pues no te rías, pero cuando te venga la carcajada, deja que recorra tu cuerpo y que alivie el dolor, escribe a tus padres, eres un hombre afortunado porque has disfrutado de ellos durante muchos años. Grita, escribe y que tu vida sea su homenaje.
Besitos,
Sonia
Ya pasará, aunque ahora te parezca que el dolor lo cubre todo. Date tiempo y deja que te cuiden.
Besos.
Un día yo viví ese dolor que ahora es el tuyo. Entonces acudí a ti, a tu taller de escritura, a tus clases. Tan solo quería eso, que me enseñaras a gritarlo, a ponerle palabras al dolor, a no volverme loca. Quería aprender a escribir para describirlo. Tú me enseñaste, y ahora eres tú el que grita, y tu grito hace que regresen los recuerdos.
Pero tú estás salvado porque sabes hacerlo, sabes sacar el dolor desde lo más hondo, y por eso pasará, y curarás la herida sin falsas cicatrices, como lo hice yo, entonces, gracias a ti.
Un beso y ánimo
Un gran abrazo, Enrique,
Álvaro
Enrique,
Te dejo un gran abrazo de navidad, entendiendo que esta fiesta sera muy dolorosa para ti espero de corazon que la paz y el amor te llene de alegrias.
M Fernanda
El tiempo siempre ayuda, Enrique. Ánimo y tiempo para darte tiempo. Aquí te seguimos alentando todos.
Besos enormes.
Se que esto no será bueno pero necesito decirte Enriqueque los porros son buenos para estas cosas..
¡Feliz Navidad, Enrique, Bom Natal!
Aunque no proceda demasiado... Feliz Navidad!
Un beso enorme desde la Orilla!
Enrique, espero que estés pasando las fiestas lo mejor posible.
Te mando un abrazo.
Hola Enrique,me he dado cuenta apenas hoy. Te acompaño desde esta distancia que aunque es larga en el aspecto físico no lo es en el del cariño. Si estoy segura de que el tiempo ayuda a sanar y que en ese recorrido, con el amor de quienes te rodean y el cariño de quienes estamos lejos, lo vas a ver también. Me saludas a Bea.
Auqneu no es fácil dar consejos, lo intentaré: Hace un año toqué fondo cuando me tomé un frasquito de pastis... Lo mejor de tomar fondo, es que sabes que nunca podrás caer más bajo. Sé que no es como lo que te pasa a ti, pero es sólo para que veas que si yo sigo vivo, tú, que es probable que seas mil veces más listo, también puedes elevarte sobre tí mismo y mejorar, ánimo. Te envío toda mi fuerza, escritorazo. Por cierto, te admiro mogollón xd
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