jueves, 29 de junio de 2023

No estoy para bromas (La escena cómica)

      La comedia es casi el género literario más antiguo. Puede que la épica le saque un cuerpo y medio de ventaja, pero, desde luego, la comedia ha sabido adaptarse mucho mejor al correr de los tiempos. Tal vez será porque la necesidad de reír en el ser humano es a veces tan importante como la de comer. Hay gente que muere de hambre, y gente que muere de tristeza. Y aunque es verdad que los hay que se mueren en un ataque de risa, son los menos. Y su muerte, aunque sea tan verdadera como las otras, nunca nos parece tan trágica. 

     Pero las tragedias las dejaremos para más adelante. Hoy hablaremos de comedias, humor, farsas o sainetes. Y en esto, como en tantas cosas, hay variedad de gustos y colores: del humor negro al blanco, verde y amarillo. Y está claro que, por más que lo intenten censurar reyes, ministros o banqueros, de los pellizcos del humor nunca está nadie a salvo.

     El texto que te mostramos, un clásico de Molière, es un ejemplo de comedias moralizantes. El diálogo sucede entre el criado Flecha y su amo, el avaro Arpagón:

 

 Flecha: Malditos sean la avaricia y los avaros.

Arpagón: ¿Cómo? ¿Qué estás diciendo?

Flecha: Digo… que malditos sean la avaricia y los avaros.

Arpagón: ¿Y eso por quién va?

Flecha: Pues… por los avaros, los ruines, los roñosos…

Arpagón: Sí, pero, ¿a quién te refieres en concreto?

Flecha: Hablo para mis adentros.

Arpagón (amenazante): Pues yo podría hacer hablar a tus costillas.

Flecha: Pero si no hablo de nadie en particular.

Arpagón: Calla. Te voy a dar una paliza si vuelves a abrir la boca.

Flecha: Quien se pica ajos come.

Arpagón: ¿Es que no te vas a callar?

Flecha: Sí, por mucho que me pese.

Arpagón: Devuélveme lo que tienes mío sin que tenga que registrarte.

Flecha: ¿Devolveros qué?

Arpagón: Lo que me has quitado.

Flecha: Pero si yo no os he quitado absolutamente nada.

Arpagón: ¿De verdad?

Flecha: Sí, señor, de verdad.

Arpagón: Pues adiós, y vete al diablo.

Flecha: Vaya una despedida.

Arpagón: Y que conste que lo cargo sobre tu conciencia.

 

Molière: El avaro

 


      Sácale la punta al lápiz y empieza a despellejar al prójimo, pero con gracia. Recuerda que, como con las hipérboles, no es lo mismo insultar que tomar el pelo. Las intenciones son muy distintas: en un caso buscamos hacer daño, y en el otro reírnos todos juntos un buen rato.

     Recuerda situaciones cómicas que te hayan sucedido, y añádeles algo de tu cosecha (puedes cambiar el final, esto no es un examen de Historia). Invéntate otras. Pero procura no contar chistes malos, de esos que ya todos nos sabemos, porque eso sí que no tiene gracia.

     Los que te lean o te escuchen no están obligados a reírse. No es tan fácil. El ejercicio estará bien cumplido si no se echan a llorar, ni te sacan a empujones a la calle. Y si alguien se sonríe un poco… entonces tienes futuro, puedes creerme.

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