
Aquel niño murió a manos de un adolescente cruel; el mismo adolescente que fue degollado años después por un adulto despiadado; pasado el tiempo la ruleta de la vida hizo que aquel adulto se dejara vencer por un viejo; y el viejo, agotado, antes de morir, volvió a convertirse en niño.
Es increíble el modo en que algunas cosas, la vida por ejemplo, puede llegar a adquirir un cariz tan retornable.
ResponderEliminarMe gustó pasar por su espacio.
Un cordial saludo,
Db.
Es la pescadilla que se muerde la cola.
ResponderEliminarUn abrazote!
;)
O más bien una pesadilla que se muerde la cola. ;-)
ResponderEliminarTotalemente de acuerdo: una pesadilla!
ResponderEliminar;)