viernes, 24 de febrero de 2012

La realidad transustanciada 1


Lo de la realidad transustanciada no es una receta alquimista ni un abracadabra con truco. Es algo simple y complejo al mismo tiempo. Me explico: los escritores parten muchas veces de la propia realidad. Algunos incluso parece que utilizan la realidad pura y simple, sin mayores cambios, para contar sus historias. En ocasiones son historias autobiográficas. Eso no es que sea algunas veces así, yo más bien diría que siempre es así. Aunque escriban de hormigas mutantes o emperadores romanos. Todo está dentro del escritor, y que la historia que cuenta se parezca más o menos a su realidad cotidiana sólo depende de lo mucho que haya "transustanciado" esa realidad. Cuando Kafka escribió La metamorfosis, en la que Gregorio Samsa se transforma en una cucaracha, no estaba contando un relato de ciencia-ficción, sino una forma que él tenía de ver la vida. A veces la vida es tan dura que nos sentimos gusanos, o burros de carga, o cucarachas. Pues bien, Kafka hace que Gregorio Samsa no se sienta como una cucaracha, sino que directamente lo transforma en cucaracha (o en "monstruoso insecto", para ser exactos). La metáfora completa, la transformación total. Y como ese ejemplo, encontraremos miles. Si conociéramos a fondo el consciente y el inconsciente de todos los escritores, descubriríamos que todo son símbolos, metáforas de vivencias y visiones su propia mente. Pero no lo conocemos (ni es necesario tampoco). Ni siquiera el propio escritor sabe muchas veces por qué está utilizando un personaje, un conflicto o un objeto. Los usa porque intuitivamente sabe que debe usarlos, sin saber muchas veces de dónde nacen, ni qué significado exacto tienen en su propia vida. Y si hablamos de poetas, ya ni te cuento. Pero veamos cómo funciona ese proceso.
            A la hora de escribir una historia, pongamos que real, y puede que hasta autobiográfica, no conviene hacerlo de manera literal. No es posible. No existen traducciones literales de la realidad a la escritura. En el proceso de traducción, para ser fieles a la realidad, necesitamos cambiar algunas cosas, porque los lenguajes son diferentes. Incluso entre lenguajes naturales, como es el caso del español y el inglés, no es posible hacer traducciones literales, palabra por palabra, sin traicionar al sentido del texto. Los ordenadores por ahora, debido a eso, siguen siendo traductores torpes. Una traducción literal del encabezamiento de una carta comercial que diga "Muy señor mío", en inglés sería "Very mister mine", lo cual no tiene ningún sentido. Para que "Muy señor mío" esté correctamente traducido es necesario hacer algunos cambios, olvidarse de la literalidad de palabra tras palabra, y escribir "Dear sir". Y eso en la traducción entre dos lenguas escritas de un mismo origen indoeuropeo. Si la traducción se tiene que hacer de una realidad vivida, que no es sintáctica sino física, emocional y multiforme, a una lengua natural, con su vocabulario y sus normas gramaticales estrictas, la transformación que se exige es mucho mayor (si lo que queremos es, justamente, ser fieles a esa auténtica realidad). 

1 comentario:

Luis Recuenco dijo...

Las palabras y sus limitaciones, el lenguaje como corsé. Es frustrante, como pretender hacer juegos cartas con las manos esposadas…por la espalda.