lunes, 12 de diciembre de 2011

Crónica del Festival Internacional de Cuentacuentos de Singapur 2011

Hace calor en Singapur. Siempre hace calor. El día anterior al comienzo del Festival Bea y yo aterrizamos en el aeropuerto de Singapur (diseño de última generación), nos subimos a un autobús, y nos plantamos en el hotel Rendez-Vous, en pleno centro, junto a Orchand Street.

El Festival comenzó al día siguiente con dos grandes muestras internacionales en dos días consecutivos, siempre en el salón de actos del Museo Nacional de Singapur, presentados por la tierna Rosemarie Somaiah (Singapur). Lleno total.

Primera muestra (viernes) con Ruth Kirkpatrick (Escocia), Bobby Norfolk (USA), Kamini Ramachandran (Singapur), y Beatriz Montero (España).

Segunda muestra (sábado) con Sheila Wee (Australia),

La pobre Sherry Norfolk tuvo un accidente en el hotel, se cayó, y se rompió la muñeca izquierda. Estuvo en el hospital durante los shows, pero al día siguiente se levantó y dio el Taller que tenía preparado junto a su marido Bobby Norfolk.Roger Jenkins (Singapur), Lilli Rodrigues-Pang (Australia) y Kiran Shah (Singapur).


El nivel de los participantes fue muy bueno. Especialmente el de aquellos que se desviaron de la norma tradicional de cómo contar cuentos al modo ortodoxo. Me refiero a Bobby Norfolk (no en vano tiene 3 premios Emmy en USA), Randel Mcgee (con su muñeco acompañante, el dragón Groark), y Beatriz Montero (con su incorporación de canciones de la tradición popular española y pasos de baile de flamenco a los cuentos).

Beatriz Montero cerró el primer show internacional contando en inglés su versión de “El medio pollito” (un cuento tradicional español, de carácter insurgente frente a los abusos del poder). En su actuación individual contó la versión inglesa de “El señor Ramón y la señora Ramona” (un cuento suyo de próxima publicación en OQO), “El príncipe caprichoso (otro cuento suyo) y “Estaba la rana cantando debajo del agua” (un cuento/canción acumulativo con participación de todo el público de la sala).

El resto de los narradores no es que no fueran buenos, a fin de cuentas estamos hablando del Festival de Cuentacuentos más importante de Asia. Eran muy buenos, pero siempre hay los que sobresalen. Y no es solo una apreciación personal, porque tanto Bobby Norfolk como Randel Mcgee repetían festival: los organizadores y el público reclamaban su regreso.

Visto desde fuera, con esa mirada de turista asombrado que nunca deberíamos perder, de pronto los problemas de casa (los nacionales, incluso) se quedan tan relativizados, tan pequeños, que uno empieza a ser medio budista. Tal vez los monjes budistas no sean más que eso, grandes viajeros internos.

A mí me tocó hacer de maestro de ceremonias y presentar los talleres de Sherry & Bobby Norfolk (“La moraleja de la historia: la educación del carácter a través de cuentos”), y en el de Roger Jenkins (“Interacción y vínculo con niños de necesidades especiales y discapacidad auditiva utilizando sencillas técnicas de narración de historias”). Buenos talleres, llenos de trabajo concreto y consejos útiles. En este último Festival parece que los organizadores del Book Council se inclinaron más a incentivar el trabajo de talleres. Los hubo de todos los colores; yo mismo impartí tres de ellos acerca de recursos en la Escritura Creativa, para niños y para adultos.
Los organizadores del Book Council y el SISF 2011, en especial Serene Wee, R. Ramachandran, Jade Yong, y Haryani Othman, estuvieron todo el tiempo atentos, y dispuestos a resolver cualquier contratiempo.

A Beatriz le tocó impartir además, fuera de las actividades del Festival, otro taller de cuentacuentos (siempre en inglés) sobre su libro "Los secretos del cuentacuentos" dentro de los locales de la mayor Asociación de Cultura India de Singapur. Y ambos, ella y yo, dimos una conferencia a cuatro manos para los bibliotecarios de la Biblioteca Nacional (16 pisos de libros, un cascarón de hormigón y cristal) sobre creación literaria y cuentacuentos.

Pero como sucede en todos los congresos y festivales, y este no iba a ser una excepción, gran parte de la actividad profesional y los contactos se realizaron al margen de las presentaciones oficiales. Los shows y los talleres servían de punto de encuentro y tarjeta de visita. Yo hago esto, ¿y tú? Al principio había algunas resistencias a compartir y charlar off the record, pero poco a poco Bea y yo conseguimos arrastrar a unos y otros a los cafés, los restaurantes y los bares de copas. Los primeros en sumarse fueron Roger Jenkins, enfadado con los organizadores porque la publicidad del festival había sido escasa en la ciudad de Singapur; Lilli Rodrígues-Pang, australiana con ancestros centroamericanos; y Randel Mcgee, el gran ventríloco norteamericano. Luego se sumaron, y fueron perdiendo la rigidez, Ruth Kirpatrick, Kamini Ramachandran, Verena Tay (gracias por tus libros, Verena), Rosemarie Somaiah, especialmente durante la última cena en el Jumbo Seafood Restaurant en Clarke Quay, invitados por la presidente de la Society for Reading & Literacy Serene Wee.

En Singapur están preocupados por la escasez de libros de temática, autoría y edición autóctona, especialmente de literatura infantil y juvenil. Están preocupados por la identidad nacional. Están preocupados por la cercanía e inmensidad de China e India, y por las minorías nada minoritarias de estos dos países en el reparto de población de Singapur. Están preocupados por la casi inexistencia de noticias sobre Asia y Singapur en los medios de comunicación de Europa y América. Están preocupados por su insularidad, casi aislamiento, en el mapa del mundo. Pero no están preocupados por la crisis. Ellos no tienen crisis. La crisis solo existe en los telediarios, cada vez que en ellos se habla de Europa y USA.

Regresamos, pasando por el sur de la India durante otras dos semanas. En Bangalore, Chennai y Madurai, con más cuentos y talleres. Pero eso es otra historia.

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