martes, 29 de noviembre de 2011

37ª edición de mi novela "Abdel"

Acaba de salir la 37ª edición de mi novela "Abdel" (Ed. SM). Ya está a punto de llegar a los 200.000 ejemplares vendidos, o tal vez ya los ha alcanzado. No sé si es mi mejor novela, y eso que me lo preguntan una y otra vez cada vez que voy a una instituto de enseñanza secundaria a hacer un encuentro con los lectores, pero sí sé que es la más necesaria. La más antirracista. La de mensaje más claro y directo.

Yo no me voy quejar por vender 200.000 ejemplares. ¡Qué va! A fin de cuentas vivo de eso: de los derechos de autor. Y además, el mensaje político que va implícito en el libro se extiende a través de más de una generación a estas alturas. Abdel lleva más de 17 años a la venta, y no decae.

Hay ediciones en alemán, en italiano, en tailandés, en Braille y en audio (para ciegos).

Me lo he encontrado en bibliotecas tan lejanas como Bocas del Toro (Panamá), o Temuco (Chile).

Se han hecho juegos, videos, películas de animación, obras de teatro y cortos de cine.

Me han escrito cientos de lectores de España y Alemania.

Gracias a él (y a los lectores de Alemania), mi nombre aparece en la Wikipedia alemana años antes que apareciera en la española.

Pertenece al Plan lector de más de un centenar de institutos.

Al principio, cuando lo presenté a S.M., llevaba el título de "Mi amigo Abdel". Pero ahora debería poner "Mi hijo Abdel".

Vamos, que me tiene contento el niño. ¡Cómo no!

viernes, 18 de noviembre de 2011

Sí, soy un abstencionista

Yo no voto. No son solo los políticos y los partidos los que están viciados, sino el propio sistema. la estructura misma de la democracia la que apesta. La lucha ya no está en las urnas. Este sistema enfermo no se cura desde dentro. Ya no van a usar mi voto para justificar su ineficacia. Seguiré protestando, luchando y trabajando desde fuera del sistema. Me piden el voto, y yo recuerdo aquel cartel anarquista que decía: "Vota: escoge amo".

Soy abstencionista, y practico la abstención activa para deslegitimar el Estado de partidos. Mi opción es consciente, voluntaria y tiene como fin el aislar a la clase política. El abstencionista es ácrata, anarquista. El abstencionista se abstiene conscientemente frente a toda autoridad estatal, frente al estado totalitario de partidos. Lucha por la acción destructiva frente al corrupto Estado de partidos mediante la abstencion electoral activa. Yo opto por la abstención activa para derribar el Estado de partidos.

Desde hace tiempo pienso como Lod Acton que el poder corrompe, y que el poder absoluto corrompe absolutamente.

Y me gusta la reflexión de Proudhon:

“Ser gobernado significa ser observado, inspeccionado, espiado, dirigido, legislado, regulado, inscrito, adoctrinado, sermoneado, controlado, medido, sopesado, censurado e instruido por hombres que no tienen el derecho, los conocimientos, ni la virtud necesarios para ello. Ser gobernado significa, con motivo de cada operación, transacción o movimiento, ser anotado, registrado, controlado, grabado, sellado, medido, evaluado, sopesado, apuntado, patentado, autorizado, licenciado, aprobado, aumentado, obstaculizado, reformado, reprendido y detenido.

Es, con el pretexto del interés general, ser abrumado, disciplinado, puesto en rescate, explotado, monopolizado, extorsionado, oprimido, falseado y desvalijado, para ser luego, al menor movimiento de resistencia, a la menor palabra de protesta: reprimido, multado, objeto de abusos, hostigado, seguido, intimidado a voces, golpeado, desarmado, estrangulado por el garrote, encarcelado, fusilado, juzgado, condenado, deportado, flagelado, vendido, traicionado y por último, sometido a escarnio, ridiculizado, insultado y deshonrado.

¡Eso es el gobierno, esa es su justicia, esa es su moral!”

PIERRE JOSEPH PROUDHON - 1809/1865

¿Que no te gusta mi opción? Pues mira qué bien: a mí no me gusta la tuya. Ya estamos en paz.

sábado, 12 de noviembre de 2011

La escritura invisible de los muertos

En el centro de Rosario, Argentina, a orillas del gigantesco Paraná, en la calle Tucumán 1349, semiesquina con Corrientes, muy cerca de la casa donde vivió el Che Guevara, hay un gran supermercado que hace diez años cerró sus puertas y echó a todos sus trabajadores a la calle.

Pero los trabajadores dijeron que no. Que no se iban. Que no abandonaban su puesto de trabajo. Que se quedaban.

--¿Cómo que se quedan? ¿Qué quiere decir eso? --preguntaron desconcertados los dueños del supermercado.

--Pues que nos quedamos, y ya está. A partir de ahora --dijeron--, el súper está tomado por los trabajadores, y seguirá funcionando y prestando servicio al público.

Han pasado diez años, y sigue abierto. Se llama “La Toma”, y el porqué del nombre es obvio. Ahora no venden solo comestibles. Ah, no. Ahora, donde antes había un puesto de tomates, han abierto una librería llamada “Federico Engels”. Hay también puestos de artesanía local, una cafetería, y un espacioso local de ensayo cedido gratuitamente a todos los que lo necesiten, gestionado por el sindicato de actores de Rosario. Allí estuve dando un Taller de Escritura y recuperación de la memoria histórica la semana pasada.

También al fondo, en la planta baja, los ocupantes han cedido un local a las abuelas de Mayo, que siguen su eterna lucha por recuperar a los nietos y nietas secuestrados y apropiados por los militares argentinos entre los años 78 y 83 del siglo pasado. Siguen buscando a los hijos de las mujeres que lucharon contra la dictadura militar y el terrorismo de Estado del general Videla. Mujeres embarazadas que fueron secuestradas, encarceladas, torturadas, asesinadas y desaparecidas después de que les robaran el hijo que llevaban en su vientre.

Pocas calles más allá, en la esquina de San Lorenzo y Dorrego, en el mismo centro de Rosario, hay un nuevo centro cultural con un sótano siniestro. Es lo que hace treinta años fue el núcleo de torturas y detenciones ilegales de Rosario, y no tiene pérdida, porque está bien señalizado con decenas de pintadas. A través de los vidrios rotos, desde la misma calle, se pueden ver los nichos, los agujeros inmundos donde escondían a los disidentes secuestrados. Es bien sabido que desde allí, los que sobrevivían eran trasladados a la ESMA, la Escuela Superior de Mecánica de la Armada, en Buenos Aires. Y después, desnudos y paralizados con una inyección de Pentonaval, a los aviones de la muerte, desde donde eran arrojados al mar para que nunca se recuperaran los cadáveres.

30.000 desaparecidos de todas las edades, pero sobre todo jóvenes. Demasiado jóvenes. Pero los hijos recién nacidos de las asesinadas y desaparecidas no eran ejecutados, sino que eran entregados en adopción a militares estériles. Fueron cerca de 500. Hijos que han vivido toda su vida acunados por los que torturaron y asesinaron a sus propios padres. Ahora tienen entre 30 y 34 años de edad, y muchos no saben quiénes son sus padres. Algunos no lo quieren saber, y se niegan a someterse a las pruebas de ADN. A veces la verdad es demasiado dolorosa, incluso inaceptable.

No es una historia tan lejana.
No es una herida cerrada.

En el ejercicio final del Taller de Escritura que impartí en La Toma, les pedí a los participantes, casi todos ellos mayores de 50 años, que escribieran un simple recuerdo del pasado, un “Me acuerdo de…”, clásico entre los talleres de escritura del todo el mundo. Hubo recuerdos de colegio, de infancia, de primeros besos, de viajes. Al final una mujer de 65 años, flaca y frágil, se levantó y con voz quebrada leyó su recuerdo que aún llevo incrustado en mi memoria:

“Me acuedo del ruido de los aviones militares que sobrevolaban mi casa. Me acuerdo de una puerta que se abría en medio de la panza del avión. Me acuerdo de cuerpos desnudos cayendo al vacío. Después ya no recuerdo más, porque yo estaba desaparecida.”

Los asesinos ya no están en el poder, pero los muertos insisten en escribir sus memorias.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Entrevista en Aletria

"Me chamo Suzana, e você": entrevista com Enrique Páez

http://aletria.com.br/pagina.asp?click=121&area=10&secao=10&site=1&tp=12&id=2547

Para Enrique Páez, contar histórias ou escrever histórias demanda algo muito parecido: que você tenha uma boa história para contar. E como ele sabe disto? Talvez por ser da Espanha, terra do Dom Quixote? Por ser um dos diretores da Rede Internacional de Cuentacuentos (RIC) e marido da contadora de histórias Beatriz Montero? Por ser um especialista em literatura, que já ministrou centenas de oficinas ensinando técnicas narrativas? Talvez, ele apenas leia muito? Ou tudo isto? Enrique Páez esteve no Brasil lançando “Me Chamo Suzana, e você” e nós conversamos com ele aqui:


Aletria: "Me chamo Suzana, e você?" é um livro sobre um jovem com um nome estranho. Mas o seu próprio nome, Enrique, não tem nada de estranho. De onde surgiu a inspiração para tal história?

Enrique Páez: A história surgiu de uma pequena história sobre nomes masculinos e femininos, mas na verdade, esconde o mundo de diferenças que uma criança pode encontrar quando se encontram nas escolas ou na vizinhança. Existem alguns poucos nomes que podem ser usados em ambos os sexos, mas o grande fluxo migratório atual tem trazido nomes de outras culturas que são bem diferentes dos nossos. Crianças são muito sensíveis às diferenças, e algumas vezes são ridicularizadas pelos seus iguais, e noutras vezes são elas mesmas que cometem as injurias.

Aletria: Algumas vezes um escritor enfrenta um problema que é ter uma boa idéia sobre um assunto, mas é algo tão comum, constantemente mencionado pela mídia. É o caso do “bullying”. Ainda assim, Suzana é um jovem que sobre bullying, até mesmo no momento que encontra Suzana, a garota. Qual é a importância do humor para um escritor quando lidando com temas sensíveis?

Enrique Páez: O humor é fundamental na literatura infantil. É um dos meios usados para apresentar o incentivo da leitura. E assuntos sensíveis como bullying, devem ser vistos também de um ponto de vista cômico, não somente trágico. Os livros para crianças devem encorajar a leitura primeiro, e depois disto, reflexão, pois não será possível qualquer reflexão futura sem leitura.

Aletria: Você está no centro de um furacão: promovendo a tradição oral, a tradição literária e também vivendo intensamente a nascente tradição digital. Qual é a liga que une todos os seus projetos? Como ela funciona?

Enrique Páez: Na verdade, somos todos nós, pessoas multifuncionais, pois o século XXI demanda de todos nós a habilidade com computadores, gerenciamento de contas no Facebook, Twitter, e-mail ou Internet, com linguagens diferentes cada vez mais misturadas, e ao mesmo tempo temos de manter os menos talentos antigos como a comunicação oral, lidar com as pessoas diretamente, e ler. Hoje, sem saber, estamos retornando ao modelo multifacetado de ser humano defendido por Leonardo Da Vinci.

Aletria: Na Espanha, você trabalha com a formação de leitores e escritores e é uma das mais antigas tradições literárias do ocidentes, especialmente quando comparada com os países sul-americanos. Ainda assim, não parece que as dificuldades de incentivo à leitura não são exclusividades nossa. Aqui, o maior culpado é a educação. Qual é o problema na Espanha?

Enrique Páez: Os problemas de promoção de leitura e escrita são incrivelmente similares tanto na velha Europa quanto na nova América. E há muito a dizer sobre como abordar ou solucionar isto. Sim, tudo passa pela educação, mas educação não algo que deve ser entendido como restrito às escolas, mas também ligado às famílias, a mídia, oralidade e planos de governos. Sem educação e sem cultura, não há futuro.

Aletria: No ultimo ano, você visitou o Brasil. Um ano depois, retornou. O que mais sentiu sentiu falta do Brasil?

Enrique Páez: Brasil pareceu para mim antes, e agora, surpreendente de tantas maneiras diferentes. Se tivesse de escolher algo, diria como o poeta brasileiro Oswald de Andrade no Manifesto Antropofágico: “Antes dos Portugueses terem descoberto o Brasil, o Brasil descobriu a felicidade.”