viernes, 23 de septiembre de 2011

Beatriz quería ser cuentacuentos (Revista de Letras)

Un artículo sobre Beatriz Montero en la portada de la Revista de Letras:


Beatriz Montero: “Quería ser cuentacuentos”

Por | Portada | 22.09.11

Encontré el libro de Beatriz Montero por pura casualidad mientras curioseaba en una de las grandes librerías del centro de Madrid. Me llamó la atención el título: Los secretos del cuentacuentos (Editorial CCS, 2010), y hojeé el índice. El avezado lector deduce bien si ya ha comprendido que lo pagué y me lo llevé a casa.

Su lectura me produjo un gran placer porque la autora es capaz de unir en este texto el sentido práctico del profesional que pretende transmitir su arte con la pasión del que ama su oficio. Y, como buena narradora, convierte su ensayo en una historia cargada de anécdotas personales que engancha al que se acerca inadvertidamente a ella.

La atracción que siento por este mundo de la narración oral me llevó a ponerme en contacto con ella para hacerle unas preguntas a las que, debido a la distancia, respondió pormail.

La Red Internacional de Cuentacuentos

Eres coordinadora de la Red Internacional de Cuentacuentos. ¿Nos puedes explicar cuáles son los objetivos de esta plataforma?

Todo comenzó el verano de 2009, cuando se hizo urgente el proyecto de crear una plataforma internacional de contadores de historias. Actualmente La Red Internacional de Cuentacuentos agrupa a más de 900 contadores de cuentos profesionales de 46 países en los cinco continentes. La mayor base de datos del mundo en ese campo. Está coordinada por quince especialistas de once países diferentes, todos ellos con una larga trayectoria profesional como escritores, investigadores del folclore, ilustradores, creativos, profesores universitarios y cuentacuentos.

Sus nombres son:

Beatriz Montero (España), Antonio Rodríguez Almodóvar (España), Armando Quintero(Venezuela), Richard Marsh (USA-Irlanda), Armando Trejo (México), Ana Victoria Garro (Costa Rica), Niré Collazo (Uruguay), Diego Parra (Colombia), Mayra Navarro (Cuba), Benita Prieto(Brasil), Alicia Barberis (Argentina), Alekos (Colombia-España), Martin Ellrodt (Alemania), Geeta Ramanujam (India), y Enrique Páez (España).

Todos ellos decidieron juntar sus voces y su experiencia profesional para lanzar la Red Internacional de Cuentacuentos. Ante el deterioro y el retroceso de la oralidad frente a las nuevas tecnologías y medios de comunicación, los cuentacuentos dan la voz de alarma para mantener viva la herencia de Sherezade y el milenario arte de contar cuentos. Estos nuevos juglares han tomado por asalto los foros y las webs de Internet para demostrar que la palabra puede y debe traspasar todas las fronteras.

Esta plataforma de contadores de cuentos es una red de hilos invisibles que hace posible la interconexión a través de internet entre narradores orales de todo el planeta. Pero no solo eso. La Red Internacional de Cuentacuentos va más allá, fomenta la investigación, la recuperación del legado oral, la animación a la lectura, y el valor de los cuentos como patrimonio de la humanidad.

El nacimiento de una vocación

Beatriz Montero

Al comienzo de Los secretos del cuentacuentos vinculas el inicio de tu amor por los cuentos a la infancia. ¿Hasta qué punto influyó tu familia en el nacimiento de tu vocación como narradora oral?

Todos los cuentos nacen en la infancia, junto con el lenguaje, la cultura, los afectos y la imaginación. Mi abuelo, el Abu Emilio, nos contaba historias en el verano. En la casa de mis Abus se leía mucho, tenían una biblioteca inmensa en el salón y a nosotros, los niños, nos dejaban leer los cuentos infantiles, pero preferíamos escuchar de boca del Abu los cuentos. Mis tíos, mis padres, todo el mundo contaba cuentos, aunque no de manera profesional.

¿Cómo se te ocurrió hacerte cuentacuentos profesional?

Hace algo más de diecisiete años, me invitaron a ver un espectáculo de narración oral en el Teatro Villa de Madrid, ahora llamado Teatro Fernando Fernán Gómez. Por aquel entonces existían pocos contadores profesionales en España. Y especifico en España porque en otros países de América y Europa llevaban ya años programando actividades de cuentacuentos.

Cuento esta anécdota porque hubo dos cosas que me llamaron la atención de ese espectáculo. La primera, que al iluminarse el escenario no vi nada. Nada de nada. Solo tres paredes negras. Era el escenario en desnudez plena. La segunda fue descubrir cómo la narradora cubana Mayra Navarro, vestida de negro al igual que las paredes, lograba llenar el escenario con su presencia. Narró “El regalo” de Ray Bradbury. El silencio de la sala devoró las palabras como ocurría cuando contaba el Abu. Y me dejé transportar en la nave espacial del cuento. Sentí que yo también aplastaba la nariz contra el vidrio frío del ojo de buey para ver el regalo de Navidad.

Ese día, a la salida del teatro, recuerdo que tomé la decisión de seguir los pasos del Abu. Quería ser cuentacuentos. Tiempo después cuando algunos narradores se han acercado a mí para decirme que yo fui la primera narradora a la que escucharon, o que les cautivé con un cuento, me acuerdo de ese día en el que yo también fui abducida por otra narradora.

El trabajo del narrador oral

¿Qué cualidades son fundamentales para ser un buen narrador oral?

Para ser un buen narrador de historias yo recomiendo lo siguiente:

1. Créete el mejor contador del mundo.

2. Lee y lee mucho. La lectura te enriquecerá de ideas. Ampliará tu imaginación y tu vocabulario.

3. El ridículo no existe. Forma parte de los miedos internos y nos impide avanzar. Deshazte de él.

4. Disfruta el cuento.

5. Habla con el cuerpo.

6. Utiliza un lenguaje sencillo y coloquial.

7. No lo digas, muéstralo. Evita las generalizaciones, y pon detalles en la historia.

8. Mastica las palabras. Haz pausas, dales tiempo a que visualicen todo lo que va ocurriendo en la narración.

9. Si un cuento no te gusta, no lo cuentes. No te dejes impresionar por el nombre del autor. Busca otro relato, leyenda o mito. Hay muchos cuentos que te esperan para ser contados.

10. Miente siempre. Ponle imaginación a la historia. No hay nada más aburrido que la realidad cotidiana.

Beatriz Montero

¿Qué papel tiene el lenguaje no verbal para un cuentacuentos?

Hay que utilizar el cuerpo para expresarse. No solo las palabras dan información, también los gestos hablan por ti. El primer artista que hizo pantomima, en el año 240 a. C., fue el griego Livius Andronicus. Según cuenta la leyenda recurrió al gesto para dar a conocer sus poemas al perder la voz tras numerosas representaciones. Con el cuerpo se puede dibujar en el aire una ola de mar, expresar misterio levantando las cejas, ralentizar una escena con movimientos lentos de las piernas, hacer un interrogante ladeando la cabeza. Y todo ello sin dejar de mirar a los ojos del oyente. Ten en cuenta que se desconfía de la persona que no nos mira a los ojos, y hasta sentimos que cuando dejan de mirarnos no nos escuchan.

De ahí que a menudo oigamos eso de “mírame a los ojos cuando te hablo”.

¿En qué medida influye el espacio en el que narras en cómo narras?

El lugar donde se va a contar cuentos necesita reunir una serie de características para su optimización. Iluminación natural, buena temperatura, para que el oyente y el narrador se encuentren cómodos y relajados para disfrutar del cuento. Otro factor importante es el ruido de fondo, ya que es uno de los grandes depredadores del cuento. El ruido se come la voz del narrador oral y devora el cuento. Lo ideal es contar cuentos en salas pequeñas o medianas para crear un vínculo de cercanía y comunicación entre el cuentacuentos y el oyente.

¿Cuáles son las mayores dificultades con las que te has encontrado en tu trabajo? ¿Qué puede salir mal cuando se cuenta una historia?

Recuerdo que una vez pasé un frío espantoso contando cuentos. Fue una helada mañana de febrero en la que el director de un colegio decidió juntar a todos los alumnos en un gimnasio sin calefacción. Ni siquiera yo podía concentrarme en la narración de la tiritona que tenía en el cuerpo. Imagino que los pequeños a los que sentaron en el suelo de cemento debieron de pasar frío, aunque ellos iban con el abrigo puesto. El calor corporal se mantiene por la actividad muscular. Si los niños se quedan quietos escuchando el cuento entonces la temperatura del cuerpo desciende y comienzan a tener sensación de frío. Pasar calor tampoco es la solución. Meter a 50 niños en una estancia de escasos 20 metros cuadrados y sin ventilación es convertir aquello en una sauna. La temperatura ideal de una sala está entre 19 y 23 grados. Tanto el cuentacuentos como los oyentes deben sentirse a gusto para disfrutar de los cuentos.

Beatriz Montero en plena contada de cuentos

En tu libro propones qué cuentos contar y cómo contarlos dependiendo de la edad de los oyentes. ¿Cuáles son las diferencias más importantes entre narrar para niños y para adultos?

No es lo mismo contar para niños que contar para adultos. Y tampoco es lo mismo contar a un bebé que a un niño de 12 años. Es necesario conocer los registros en los diferentes tramos de edad: los gustos, temáticas y necesidades.

Me gusta contar para niños de 4 a 7 años, pero junto a ellos no deben estar sentados otros de 10 a 13 años, porque pertenecen a mundos y repertorios diferentes. También disfruto contando cuentos a bebés de 0 a 3 años, y con ellos tiene que estar un adulto. Son cuentos especiales, con música y estructuras repetitivas muy concretas que funcionan incluso con bebés que aún no saben hablar. Pero esos cuentos no pueden ser contados a un público adolescente. Cada edad tiene su cuento. Aunque existen también, inevitablemente, contadas familiares, donde hay público de todas las edades en la plaza del pueblo, o en un Festival. Para esos espectáculos también hay un repertorio especial. Cuando se cuenta cuentos a adultos, estos se transforman en niños disfrazados de mayores. El público adulto suele ser respetuoso y mantiene mejor la atención que un niño pequeño. Si el cuento no le gusta podrá seguir escuchándote, un niño no. Un adulto puede disfrutar con un cuento tradicional, o filosófico, o erótico, humorístico o costumbrista. La variedad es muy grande.

Hay narradores que cuentan solo para niños, o solo para adultos, o solo para mujeres. Eso no está ni bien ni mal: son opciones, y que el abanico sea más o menos amplio no necesariamente tiene que estar acompañado de mayor o menor calidad. Variar de registros al contar frente a distintos auditorios es un privilegio que algunos narradores tenemos y disfrutamos. Algo parecido les pasa a los actores. Lo importante es disfrutar contando cuentos, porque eso se trasmite al público, y a partir de ese momento el disfrute es compartido.

A mí me ha gustado especialmente lo que cuentas en tu ensayo sobre la “maleta mágica” que llevas siempre contigo. ¿Puedes contarnos qué metes en ella y para qué te sirve?

Tengo una maleta de cuadros que llevo siempre que cuento cuentos. En ella guardo infinidad de objetos mágicos que utilizo a la hora de contar: un libro objeto, una flauta mágica con un solo agujero, un camello de tela con bolitas de colores, una pulsera de cascabeles, una varita mágica, dos campanitas con cintas amarillas, tres elefantes de cartulina negra, un guante con forma de pez, un mapa antiguo…

La maleta siempre está cerrada. Cada vez que la abro es un enigma, incluso para mí, saber lo que va a salir de ella. Tengo la precaución de abrirla siempre sin mostrar al público el contenido de la maleta para que el misterio de lo que hay dentro no se desvele. Me encanta ver las caras de sorpresa que ponen los niños cuando saco alguno de los objetos. Daría igual que les mostrase un folio en blanco, una tela azul o una bola de cristal, porque todo lo que sale de la maleta para ellos es mágico. Por supuesto cuanto más exótico y extraño sea el objeto que ellos vean, más impactante será.

La animación a la lectura

¿Narrar cuentos de modo oral contribuye a fomentar la lectura?

Está demostrado que los niños que escuchan cuentos desde pequeños son más creativos e imaginativos. Al narrar sus historias el cuentacuentos está animando al niño de manera indirecta a leer. Si el cuento le ha gustado, el niño reclamará que le vuelvan a contar ese cuento y no otro, y terminará leyendo el cuento.

Todavía me sorprende ver cómo los niños, después de escucharme contar cuentos, salen disparados a la estantería de la biblioteca a agarrar un libro. Se sientan en la alfombra y se ponen a leer. ¿Casualidad? No, no es casualidad. El niño que escucha cuentos quiere leer e informarse más sobre aquella historia que le ha gustado.

La importancia de los cuentos

¿Por qué crees que nos gusta que nos cuenten cuentos? ¿Qué nos aportan?

Contar cuentos es un acto de comunicación que ha sido empleado desde los orígenes de las sociedades primitivas para preservar la cultura de un pueblo, para entretener y también para establecer lazos de amistad.

Nuestras sociedades modernas están dejando de lado la oralidad y la sustituyen por nuevos modos de relacionarse, como internet. Pero no hay nada que sustituya en su totalidad a la oralidad, porque la oralidad no existe solo dentro de un contexto verbal. Las palabras van unidas a gestos, a modulación vocal, y están asociadas a un entorno humano.

Natalia González de la Llana Fernández
www.unesqueletoenelescritorio.blogspot.com

. Todas las imágenes han sido extraídas de la web de Beatriz Montero (www.beatrizmontero.com).

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