lunes, 10 de marzo de 2008

Mi pequeña niña

Mi pequeña niña, mi pequeña trenza:
Que no quiero que te asuste el ulular de los lobos que andan sueltos por las calles. Que no quiero que te busquen. Que no quiero que te nombren. Que sé que no te quieren y que azuzan nocturnos corceles de lo oscuro contra ti si no estás atenta.
Mi pequeña rosa, mi pequeña fruta: no tirites bajo la colcha, porque yo detengo a los astros para que tu duermas. Cuidaré desde el otero y desde las olas para que ninguna bruja se acerque a tu alcoba, para que ninguna tarántula haga un nido de veneno en tus tobillos. Dormirás así en un silencio cuajado de palomas. Dejaré tan sólo que mi osito azafranado de peluche te acaricie desde la sombra.
Mi eternamente novia, mi libélula: acurrúcate en una esquina de la cuna hasta que yo vuelva. Que en los párpados se te acumulen lunas y palmeras, y un terciopelo inquieto defienda el cerco de tu ventana. Duerme hasta que, por la mañana, una brisa fresquísima inflame tus mejillas, y descubrirás que en tus sábanas te esperan miles de regalos, caramelos y sorpresas. Sueña con playas y jardines, con canciones de corro y con muñecas. Imagina mundos con niños, chimeneas, delfines, geranios, excursiones y frambuesas. Escucha cómo en la ventana repica el agua, porque una lluvia intensa te está preparando un futuro lleno de ozono y primaveras.
Mi engolfado amor, princesa: no llores más, porque nadie puede nombrar tu nombre en vano, porque al decir tu nombre, desde la boca salpican flores, y una niebla invade el mundo pidiendo brazos que defiendan el recuerdo de tu ausencia. Al pronunciar tu nombre siempre se derraman tres diamantes en la alfombra, y una lluvia de cometas recorre el firmamento buscándote para que vuelvas. Nada se puede contra el poderoso conjuro que te nombra, porque hasta los álamos están atentos al sonido de tus pasos para crecer felices en las huellas que abandonas. Déjate caer ante la sombra, que la noche es un gato fiel que sólo araña cuando tú le alientas.
Mi sortija de luz, mi bailarina loca: no bajará esta noche la luna a comerte el pie descalzo, no lo escondas. Se conformará con reflejarse en todas las charcas que le regala esta lluvia limpia-conciencias. No te canses de reír ni de dar color a las tinieblas. Sigue pajareando dentro así, como una alondra, hasta que toques fondo, hasta llegar al final de la historia. Y no te equivoques más porque, sin tu saberlo, la sangre brota, generosa, y uno cree que ya nada tiene sentido sino morirse así, muy despacio, mientras te nombra.
Mi pequeño cristal, mi diminuta concha: hay países donde las cocinas siempre huelen a manzanas frescas, y el aire sabe a agricultura. No hay bastante azúcar en esta tierra que te someta. Salta, vigorosa, por encima de tu miedo y abraza al mundo, que yo sabré que también a mí me abrazas. Rompe las cadenas que te tiran desde fuera y átate a ti misma, levantándote terrible, sonora y poderosa. Desde el fondo del abismo todos los esclavos del planeta te aclamarán: serás su esposa.
Mi chiquitita luna, mi desgarrada ola: duérmete ya, que si no duermes, yo me pondré muy triste, y quizá muera.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Guau, Enrique!
Estupenda tu carta a ritmo de rosario, con sus letanías frescas y su aroma a pan recién horneado. Da verdadero placer leer las palabras de siempre como si fueran nuevas.
Me vienen a la mente versos (¿tuyos?) sueltos que no se colocar en ningún
poema: ¿ha dicho aluna vez: "Buena como el pan, la luz y el beso"?
Tu 'carta' me ha gustado tanto que de regalo te copio un par de versos y un soneto que se han puesto a brincar al leerte. Son de mis poetas preferidos:
"Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma"
[fragmento de 'El Amor' en 'Completamente viernes' de Luis García Montero']

y el soneto:

"Alga quisiera ser, alga enredada,
en lo más suave de tu pantorrilla.
Soplo de brisa contra tu mejilla.
Arena leve bajo tu pisada.

Agua quisiera ser, agua salada
cuando corres desnuda hacia la orilla.
Sol recortando en sombra tu sencilla
silueta virgen de recién bañada.

Todo quisiera ser, indefinido,
en torno a ti: paisaje, luz, ambiente,
gaviota, cielo, nave, vela viento...

Caracola que acercas a tu oído, para poder reunir, tímidamente,
con el rumor del mar, mi sentimiento."

["Sonetos" de Ángel González]


Recién llegado a casa desde el aeropuerto he corrido a leer tu blog.
Ya sabía yo que lo merecía.
Un abrazo muy fuerte y un beso para Bea.
Basilio

Enrique Páez dijo...

Memoria de elefante, Basilio, porque ese verso de "Buena como el pan, la luz y el beso" forma parte de un poema que se llamaba, creo, "Tienes la piel como el agua", y lo escribí hace medio millón de años, cuando yo vivía en el Chaminade.
El soneto de Ángel González,genial, como siempre.
Abrazos

Javier Puche dijo...

Conmovido, me quito el sombrero y lo arrojo con fuerza por los aires.
Una nana colosal, Enrique.

Anónimo dijo...

B E L L O!!!

Sin comentarios y con toda la lluvia del mundo dentro de mis ojos, cayendo luego como una cascada...

Saludos!

Beatriz Montero dijo...

Una carta preciosa, con sabor dulce. Sería bonito que recuperases el poema "Tienes la piel como el agua".

Chiki dijo...

Con lo difícil que es hacer una carta/canción/nana sin caer en la cursilería, vas tú y lo bordas.
Genial.
Chiki

Mi vida en 20 kg. dijo...

Me pongo de pie y me inclino ante tan bella carta, carta al hija, a la madre, a la mujer.
Saludos

anauro dijo...

¡Bravo, bravísimo!
Increíble.
Eres capaz de decir maldades como las de “Por caridad” y luego deleitarnos con tan dulce y divino poema. Me has dejado sin palabras.
Su lectura ha refrescado mi mente retorcida y la ternura se ha apoderado de mi ser.
No paras de sorprenderme, Quique.
T.Q.
Nena

Basilio: Maravilloso soneto de Ángel González, siempre ha sido uno de mis preferidos. Gracias por el bonito regalo que nos has ofrecido aquí. Besos desde Barcelona.

Anónimo dijo...

Preciosa carta de amor, a esa niña.. a esa novia.. a esa princesa.. precioso poema.
Fantastico.
Jose

Arcángel Mirón dijo...

Dios mío. Yo quiero una carta así.

Anónimo dijo...

Una nana preciosa. Y yo que pensaba que después de "Nanas a la Cebolla" de Miguel Hernández no se había escrito nada nuevo que lo superara. Me alegra darme cuenta de lo equivocada que estaba. Muchas gracias por compartirlo. Volveré por aquí.

Anónimo dijo...

HOLA ENRIQUE:

Me he inspirado en este texto para hacer un regalo a mi sobrino. También me inspiré en un capitulo de Rayuela y en Mary Poppins, pero me temo que me va a ser complicado darles las gracias a Julio Cortázar y Walt Disney. No quiero volver con la polémica del plagio. Yo no gano un duro con lo que escribo, sólo pretendo hacer un regalo. Consulta el teto en uno de mi blogs y me dices qué te ha parecido si eres tan afable y entra dentro de tus planes.

Muy chula tu nueva nóvela, soy una lectora silenciosa. Al principio me recordó la peícula "Borat" donde el protagonista llegado de Kazajistán se enamora perdidamente de la ex Vigilante de la Playa y remueve Roma con Santiago para dar con ella, pero ya ha tomado su propia forma. Lo dicho, que no ha nada nuevo bajo el sol. No te lo tomes a mal, la nóvela es fantástica.

Besos