sábado, 16 de febrero de 2008

Tres micrometacuentos

Este es un texto falso que sustituye al que había antes, para evitar su copia.
Percuntia tempora fati conqueror, in uentos inpendo uota fretumque; ne retine dubium cupientis ire per acquor; si bene nota mihi est, ad Caesaris arma iuuentus naufragio uenisse uolet. lam uoce doloris utendum est: non ex acquo diuisimus orbem; Epirum Caesarque tenet totusque senatus, Ausoniam tu solus habes». His terque quaterque uocibus excitum postquam cessare uidebat, dum se desse deis ac non sibi numina credit, sponte per incautas audet temptare latebras quod iussi timucre fretum, temeraria prono expertus cessisse deo, fluctusque ucrendos classibus exigua sperat superare carina.

9 comentarios:

Frida dijo...

¿Por qué los escritores reflexionamos tanto sobre el acto de escribir? Quizá porque lo hacemos a pesar nuestro. Quizá porque llega un momento que toda nuestra vida es eso. Quizá porque lo concebimos como la medida de todas las cosas. Creo que mejor haré un post con esto... Gracias por la idea.

Anónimo dijo...

Juas, me suena eso de "escribir quiero escribir para no escribir"

Un abrazo
Raquel

Arcángel Mirón dijo...

Me gustaron muchísimo, en especial el segundo. Da sensación de ahogo.

Enrique Páez dijo...

Gracias por los comentarios. A veces creo que la escritura me conduce a una escalera de caracol.

Anónimo dijo...

Micrometaenhorabuenas, me ha dejado usted macroimpresionada.

Javier Puche dijo...

Perfectos como relojes. Y mortíferos como bombas. Te aplaudo.

Pableras dijo...

Claro Enrique, la escritura te conduce a una escalera de caracol porque la vida es una escalera de caracol.

Yo escribo en la barandilla para poder saber que, aunque parezca que estoy en el mismo sitio, estoy un poquito más arriba.

Un gran abrazo

Enrique Páez dijo...

Bienvenida, Xrisstinah: te he ido a ver a tu blog. No estabas en casa, pero tus post antiguos tienen sustancia.

Gracias, Herman. (A veces no queda más remedio que mirarse al ombligo).

Un abrazo, Pablete. Te vas soltando con la pluma. La de escribir, digo. :-)

Anónimo dijo...

Envidiable biografía la del tipo.
Qué angustia me ha entrado leyendo esta microtrilogría.

Besos orgiásticos.